viernes, 8 de agosto de 2014

Viernes

Subo las escaleras de la casa y me interno en el baño de la habitación.
Me detengo de pie frente al espejo, me reconcilio con mi aspecto.
Tomo dos cuadritos de papel de baño y me limpio la cara, el sudor y la grasa del día.
Juzgo de caótica a mi melena, le pongo gel y le doy un acomodo de desorden lindo: un caos que se vea atractivo.
Me pinto los labios con un color que se llama Raisin Berry y le sonrío a mi reflejo.  
Decido no ponerme rímel en las pestañas ni rubor en los cachetes.
Me miro mis gigantes ojos color marrón. Redondos. 
Me subo el vestido y me bajo la ropa interior.
Orino.
Me doy cuenta que el vestido me tiene harta, me acalora, me gusta pero me quiero deshacer de él tan pronto como pueda.
Salgo al cuarto. Me siento en la cama para ponerme unas sandalias que mi mamá me regaló de cumpleaños. Tenían el 80% de descuento y pertenecían a la sección infantil.
Me da calor, priorizo encender el aire acondicionado.
Me levanto y lo hago.
Regreso y ahora sí me calzo las sandalias.
Estoy lista para salir.
Es viernes.
 

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