miércoles, 28 de octubre de 2009

Denial, Revisited

So here we go
Having the same old fight again
There she goes
Same old game that never ends If I could say
The right words
I know I could make you stay
If I could say
The right words
Things would work out all right

And if you go
I won't believe
That it's forever

And you can go
But I'll never leave
Cause it's not over

Replay last night
Talking it out don't make it right
I know she's tried, but my whole world
Is her and all we've got now

And if you go
I won't believe
That it's forever

I won't let go
Even if she say that it's over
I know it'll be
Different this time
If you'd just stay

And when we wrote this story
How did it end?
It was you and me for all our lives
Come on, don't say it
We'll try again
And if I'd just hold you
We could last

But she stands softly
Tears down her face
Hitting me, oh god
This is the end
I'd wait here for you
But there's nothing more now I can do
How did you know
How did you know
How did you know
Finally

Me gustan The Offspring

Descubrimientos de último momento

Así se iba a llamar este post que iba a ser súper chistoso (se los juro), hasta que todo se fue a la mierda y no me acuerdo de nada y esta saliendo esta jodida basura de intento de post.

¿No les ha pasado que de estrés les duelan los hombros tanto que parece que ejercieran presión sobre ustedes y se quieren ir para abajo, como tirarse al suelo? Le daría entrada al impulso si viniera acompañado de mareos, pero como sé que no me desmayaré y me quedaré simplemente ahí tirada sin pretexto muy bueno (todo mundo estamos estresados, por dios), entonces me da un poco de pena hacer el ridículo a esa escala.

No es cierto que todo mundo está estresado. Y si sí, qué pinche pena me dan todos. Yo no quiero ser de esos. ¡¡Aaaahhhh!! ¡¡A la mierda el estrés de mierda!!

Hoy descubrí, mientras me duchaba (las reflexiones y descubrimientos más importantes de mis días los hago a la hora de la ducha), que me tengo que acostumbrar al "tripeo". SIEMPRE me tripeo, pero lo peor de todo es que me lo tomo muy en serio. Me pongo muy solemne frente al espejo/computadora/interlocutor y digo "No mamar, AHORA SÍ me está cargando la chingada" pero no es cierto, nunca termina de cargarme y sólo, tal cual, me tripeo. Pero creo que no sería muy conveniente dejar de tomármelos en serio porque entonces perdería yo mucha chispa de personalidad (de la tantísima personalidad que tengo, claro claro) y me quedaría sin amigos y novio.

Ayer tuve tres conversaciones de esas gordas. De esas que, a través del otro, reafirmas quién eres. ¿Quieren que les comparta el resultado de esas pláticas? (Jaja, para qué pregunto si de todos modos voy a hacer lo que me da la gana)

Primera plática "muy acá": sobre el amor (o, más en específico, sobre el matrimonio). Interlocutor: mamá de un gran amigo. Conclusiones/aprendizajes (todo parece obvio pero en el fondo se esconde la gran sabiduría de lo pequeño y escondido):
-Las peleas las hacen dos, no uno.
-La vida es un camino que se va a recorrer: el matrimonio/concubinato/relación-súper-seria, una forma de caminarlo acompañado.
-No hay que olvidar que el matrimonio es para apoyarse y no para nefastearse.
-Hay que ser respetuosos.
-Uno no se casa para ser feliz.
-Cásate enamorado, porque si el matrimonio eventualmente se va al carajo, al menos lo habrás pasado bien un tiempo.
-No hay que vivir el matrimonio como los demás digan, sino como tu espíritu lo dicte.
-Hay que ser flexibles (si tu pareja SIMPLEMENTE no lava nunca los trastes, no se los avientes en la cara/grites groserías... lávalos tú y ya)

Segunda plática: vocación de arte. Interlocutor: un gran amigo. Conclusiones/aprendizajes.
-Si la vida te dio un don/talento y es lo mejor (si no es que lo único) que sabes hacer bien y además te apasiona y te provoca dicha: HAZLO. No te distraigas.

Tercera plática (en realidad monólogo): oficio de escribir. Interlocutor: profesor de guión. Conclusiones/aprendizajes.
-(Dizque) soy apasionada, creativa y tengo buenas ideas, pero no me comprometo con mis proyectos porque soy insegura y demasiado autoexigente. Tengo que esfozarme para "no echar por la borda una carrera prometedora".

Yyy... ya me voy, porque además de que este post está súper ni al caso, me muero de ganas de hablarle por teléfono a mi novio.

lunes, 26 de octubre de 2009

En luto v.437

Te quería enviar un mensaje al celular, para decirte cómo odio el cambio de horario y lo triste que es ver este atardecer nublado, donde es imposible despedirse el sol y sólo alcanzamos a percibir que las cosas están cada vez más incoloras, como si estuviéramos sedados.
Todo esto te quería decir, además de que, claro, me pone aún más triste vivir esto sin ti. Pero olvidé que no tenía saldo en el celular. La vida a veces simplemente complotea para que a uno no le salga lo cursi, para mantenerse prudente y en la línea de la cordura, esa línea zigzagueante que baila en el tiempo y el espacio.

En vez de eso, entonces, me quedé sentada a la orilla de la cama, viendo cómo la ventana succionaba el color de los posters en mi habitación, viendo las pastas de los libros ponerse negras y grisáceas, poco apetecibles. Solucioné que ingresaba a una espiral de la que alcancé a vislumbrar sería muy difícil de salir. La melancolía es tan coqueta, y cuando estoy melancólica soy tan débil.

Resolví encender la computadora para perderme en la red y sentirme menos sola. No encontré nada tuyo en la bandeja de entrada de mi correo. Ya tendría que haberme acostumbrado, pero la verdad es que siempre inicio sesión con temor, como asomada discretamente a la esquina de una calle donde sé que me pueden matar. Pero al final termino por descubrir el pecho y tu ausencia me lanza un tiro desde la ventana más alta del edificio más estratégico: la nada.

Ahora estoy escuchando música. No te voy a engañar, no he cambiado desde que te fuiste. No he mejorado ni he salido más con mis amigos, ni he renovado mis gustos musicales o cinematográficos o literarios. Sigo leyendo a los europeos del siglo XX, me encanta ponerle sal a la herida con música de Russian Red, y paso horas tirada sobre mi cama metida en mi pijama, sin hacer nada, tal como detestabas verme. No wonder you left.

domingo, 25 de octubre de 2009

Divorcio (o lo que a esta distancia parece ser)

Llévame a una isla desierta
donde nuestras promesas de amor perduren en el eco
y el enojo en nuestra sangre se lo coman los mosquitos.

Llévame a una isla desierta
para que las estrellas sean testigos de nuestra horizontalidad
y el sol nos acompañe en las alegrías.

Llévame a una isla desierta
para no tener nada ni nadie más que nosotros mismos,
confrontarnos en la soledad, impacientarnos, y así,
seguir amándonos.

Llévame a una isla desierta
en la que nadie juzgue la forma en que nos queremos
y acampemos bajo nuestros brazos.

Y luego, cuando hayamos recorrido la isla y nuestros cuerpos y nuestro espíritu
y hayamos agotado el amor y colmado la imaginación
llévame de nuevo a la tierra,
porque ya habré olvidado el propósito de la soledad
de la ausencia de otros, de poesía y de música,
cuando te haya tomado por sentado y seas un elemento absurdo,
un tumor maligno de la isla.

Llévame de nuevo a la tierra,
cuando las buenas intenciones se hayan acabado
y nos marchitemos frente al seco reflejo del otro.

Llévame cuando las estrellas ya no nos susurren secretos
y la arena nos haya rozado el alma
y nuestros cuerpos sean insuficientes para resguardarnos de las calamidades.

Intentemos llegar a la otra orilla,
a compartir con los demás.
Intentemos no naufragar.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Nadie se conmocionó

La primera vez que visité el campus de la que pronto se convertiría en mi Alma Máter, lo primero que me llamó la atención fueron los jardines. Hermosas y grandes extensiones de césped verde, como si no sólo lo cortaran y regaran con la frecuencia adecuada, sino que además lo acariciaran y lo protegieran del Sol excesivo y del tránsito inmisericorde de los estudiantes.
Ya enrolada como alumna en la Universidad gozaba mucho pasar cerca de los jardines, y pasaba momentos muy agradables con mis amigos cuando comíamos en ellos.
Un día, como cualquier otro día, pasé al lado del más grande de ellos, rumbo a la cafetería. La novedad me congeló los pasos y la sangre. No sólo era algo extraño sino inaudito. Nunca antes visto en ninguna parte del mundo. Una cruz. Una tumba. Un muerto.
Pronto todos supimos que el enterrado era un alumno. Las autoridades institucionales alegaron que la causa de muerte había sido aburrimiento crónico. Fue como si niebla negra cayera sobre el recinto. Si bien se ofrecieron misas, minutos de silencio, pésames e incluso conferencias y talleres, nunca salió publicada la noticia del deceso más allá de los límites espaciales de la escuela. A los padres les hicieron firmar un acta de discreción.
Nadie se conmocionó y pronto nos acostumbramos a la novedad.
Poco a poco se fue llenando el jardín de cruces. Más alumnos muertos, todos de la misma causa.
Inmediatamente nos acostumbramos al nuevo panorama. Sin hacer preguntas, sin detenernos. Los jardines ya no eran jardines sino panteones, y en los pasillos ya no se podía distinguir a los vivos de los muertos.

lunes, 19 de octubre de 2009

Amor cafetalero rimado

Voy a fusionar mis labios
en granos de café, de alegría
que puedas besar a cualquier hora del día
y no te canses de saborearme.

Voy a convertir mis labios
en fuente de secretos, de energía
que puedas besar a cualquier hora del día
y despertar
mirarme
y encontrar en el café de mis ojos
la respuestas que la vida amarga no tiene.

domingo, 18 de octubre de 2009

Modestia de mierda

"La envidia es una declaración de inferioridad". Napoleón Bonaparte.
"Círculos de música sorda". Arthur Rimbaud.

Nos han enseñado a ser modestos. Si crees que tienes una cualidad, no la presumas. Si ganaste un premio, alega que fue suerte. Los halagos que te hagan, cuéntaselos sólo a la gente de tu confianza. De acuerdo a esta visión de las cosas nadie somos, efectivamente, extraordinarios: nada de qué sorprenderse con nuestra simpatía, con nuestra belleza, con nuestra inteligencia, con nuestra habilidad para besar, para escuchar, para hablar, para rellenar de espuma el asiento de un sillón.

Sumada a esta catástrofe está el hecho de que la inmensa mayoría somos despistados. Aunque no exactamente. En vistas de que no podemos compartir lo grandes y maravillosos que somos nosotros o una parte de nosotros, reservamos para nuestra más privada soledad el gozo de felicitarnos y apapacharnos por nuestros logros o por nuestras cualidades. Así, vamos por la vida pensando en nosotros. En lo bueno de nosotros porque no debemos presumirlo, y en lo malo para poder cambiarlo. Los demás, bien gracias. "En la vida real nos vemos todos como protagonistas (...) Siempre nos enfoca la cámara a nosotros" dice Stephen King en su libro Mientras escribo. Cada quien tiene que pensar en sí mismo.

De este modo los otros no se enteran de nuestra bondad y para nosotros pasa desapercibida la excelencia de los demás. Todos somos ordinarios.

Claro, todo esto tiene una noble causa que lo respalda: no debemos actuar (ni siquiera plantearnos) como si fuéramos mejor que los demás. Pero, ¿saben qué? Yo creo que este invento de la modestia fue de un burgués con aspiraciones políticas que en el fondo sí creía ser mejor que los demás, pero por no causar antipatías que le fueran a provocar el fracaso de sus aspiraciones, pretendía ser uno más.

El asunto está en que "ser uno más" no debería connotar ser un sujeto sin gracia, un ente gris sin luminocidad ni extraordinariedad. Todo lo contrario. Si viviéramos en una sociedad honesta compuesta de gente con ego sano, capaz de reconocer sus habilidades y destrezas, "ser uno más" significaría ser una persona, como todas las demás, con cualidades amables y hasta útiles.

No debemos enseñar ni poner en práctica el hipócrita hábito de ocultar nuestros aciertos, sino la sana y reconfortante costumbre de halagar a los demás, de resaltar sus cualidades, de felicitarlos por sus logros. Crearíamos un mundo con gente más segura en sí misma y, además, nos daríamos el gusto de contarle a los demás lo buenos que somos sin preocuparnos de que piensen que nos creemos superiores.

sábado, 17 de octubre de 2009

Este post es de risas y conciertos. Cáiganle.

Primero lo del concierto, porque es lo que más me interesa. Tengo dos boletos para el concierto de Kings of Leon de este martes. No los voy a poder utilizar y los estoy vendiendo 500 pesos más caros de lo que me costaron porque soy una abusadora. Mentira, los doy a lo que me costaron, 1200. Si quieren que el sudor del guitarrista toque su piel ardiente y se evapore sobre su cuerpo excitado, cómprenlos. =D

Ahora, la risas/shock. Enjoy.

viernes, 16 de octubre de 2009

Conversación de viernes (inspirada en puuura gente que conozco, pero alterado)

Hombre 1. ¿Qué pedo güe, qué vamos a hacer siempre?
Mujer 1. Ay, yo no quiero ir a la fiestucha esa de la carrera.
Hombre 2. Ssshhhh, me distraes, güey!!!!!!
Mujer 1. Aaaaaiiiissssss!!! Jódete!!!
Mujer 2. Cálmense güey. No vamos a ir a la pinche fiesta esa y ya.
Hombre 1. Yo digo que podemos ir al Old Jacks.
Mujer 2. ¿Tienen dinero güey?
--------------
Mujer 2. Entonces no vamos al Old Jacks güey.
Mujer 1. ¿Qué haces, eh güey?
Hombre 2. Estoy armando un rompecabezas bien difícil, ¿no estás viendo?
Mujer 1. Pffff, ya cásate
Hombre 1. Pero con ella no güey, por favor.
Mujer 1. Ay, vete a la chingada güey!!!
Mujer 2. Jajajaja

S.O.S. She's in disguise. There's a she wolf in disguise. Coming out, coming out

Mujer 1. ¿Bueno?
Hombre 2. Pta, esa canción está horrible
Mujer 1. Sshh, no me dejas escuchar.
Mujer 2. Jajaja, esta morra...
Hombre 1. Ay güey, a mí me gusta la nueva rola de Chaquira
Mujer 2. Shakira, pendejo
Hombre 2. No mames, por eso prefiero hacer rompecabezas.
Mujer 1. Dicen Ana, Pedro y Lara que si vamos con ellos al Van Gogh.
Hombre 2. ¿Cómo pueden prostituir así el nombre de un gran artista?
Mujer 2. Mts, cálmate güey.
Hombre 1. Güey, a mí me caga Pedro.
Mujer 1. Ay, supéralo, Ana nunca te va a pelar.
Hombre 1. Chíngate güey, chíngate.
Mujer 2. Yo no voy al Van Gogh, güey, está bien culero ahí.

Pip pip pip pip pip

Mujer 1. Güeey, ¿podrían venir por mí? Aquí no quieren ir y se están amargando. Ok. Ok. Byeee! Ya me voy, ¿eh? Me van a recoger en la esquina.
Hombre 2. Ándale güey, se te hace tarde.
Mujer 2. Jajaj
Mujer 1. Ash. Bye con ustedes.
Hombre 1. ¿Sí va a ir Pedro?
Mujer 2. Pinche güey patético.
Hombre 1. A la chingada, pues.
Hombre 2. Miren güey, les voy a ser sincero. Yo no voy a dejar de hacer mi rompecabezas nomás porque es viernes y todo mundo dice que lo chido es salir y si no eres un pinche antisocial con retraso mental. Si quieren hacer algo la neta ni me incluyan. Me vale madre.
-----------
Hombre 1. Como que tengo hambre.
Mujer 2. Yo no. Creo que hay pan en la alacena.

Y volvemos cooooonnnn Baaailaaaando por uuun sueeeeeeeñoo!!!!!!!

miércoles, 14 de octubre de 2009

Es cierto que las cosas se ven distintas cuando sobrevives una tragedia.

O lo que pudo haber sido una, como es mi caso. Pude haber perdido la movilidad corporal, la memoria, el coche, el semestre, la alegría, mi cuerpo como lo conozco. Pude haber perdido la vida. Pude haber matado a un amigo, o a algún conductor inocente.
Como dicen en Match Point, I rather be lucky than good. Y aquello que haya sido que hizo que las llantas de mi coche se decidieran a regresar al piso y no a inclinarse un poco más de lado, me hizo afortunada.
Qué irónico que justo anoche por teléfono comentaba la buena vida que tengo y lo mucho que me quejo, no obstante. A lo mejor Dios/el destino/el karma se emputó por mi cinismo y me quiso meter un susto. Lo logró.

lunes, 12 de octubre de 2009

Un poquito sobre los hombres. Ya me estaba tardando.

La secundaria ha sido la época en que más desconectada he vivido. Desconectada de mí misma, quiero decir. No tenía las herramientas para navegar en mis propias aguas y la verdad es que tampoco las agallas. Me despertaba todos los días con sueño y con tedio. La etapa de más energía del ser humano está condenada a esfumarse en salones de clases donde no quieres moverte un centímetro por temor a que todos vean tu nueva espinilla, tus chichis más grandes, tu grasa corporal, tu cabello insoportable. Claro, la fortuna y la desgracia es que no es así para todos. Hay unos pocos que lo pasan bien. Lucky them.

Me caían mal mis compañeros, mis amigas eran una plasta que sólo hablaban de lo ñoña que era yo y de lo, paradójicamente, frecuente que les bajaba a sus novietes que se aburrían de que fueran tan tontas y poco creativas. Nota al vuelo: perdón, no lo hacía adrede.

En fin, aquello parecía un desierto y el único refugio eran las húmedas y sombreadas cuevas de la risa, el refugio de los amigos. Mi bola de amigos (el grupo de los odiados por los profesores que se hacían llamar PM24 y cuya única integrante femenina fui yo, a reserva de varios) eran unos simples que encontraban en cualquier pequeñez un pretexto para bromear, que dedicaban todas las tardes, como personas sensatas que eran, a patinar y escuchar punk. Como yo no patinaba, ni tocaba ningún instrumento "rebelde" (sólo el piano y un poco de violín) ni era especialmente chistosa, me limitaba a reírme y a escucharlos. Pero no sólo a escucharlos tontear. Quiero decir, realmente a escucharlos. Porque ellos no estaban dispuestos a escucharse mutuamente. Entonces me di cuenta que aunque fueran muy unidos y pasaran por tantas aventuras juntos, siempre estaban más o menos aislados, cargando solos con sus penas.

Fue pasando el tiempo y me di cuenta que me sentía cómoda escuchando a mis amigos o a mis novios, que podían pasar horas hablando de sus problemas familiares, de sus inseguridades, de sus sueños. En recompensa, ellos también me escuchaban, me trataban de consolar (algo que hasta la fecha me cae muy mal, porque no espero encontrar en ellos la respuesta a nada sino un simple desahogo) y me hacían reír. Priceless.

"Una sociedad de hombres es una sociedad solitaria" dice Paco Ignacio Taibo II. Hay alguna razón, que desconozco (pero sospecho que puede ser la idea machista de que el hombre no es vulnerable ni sensible, sino duro y fuerte), por la que los hombres no se sienten cómodos sincerándose con alguien de su mismo sexo. Por eso, tal vez, les resulte más fácil perdonar la traición de un amigo que la de una amiga o una novia: jamás será el mismo grado de confianza y expectativas que depositaron en uno que en otra.

Recientemente leí (no recuerdo dónde) que 9 de cada 10 personas (de ambos sexos) prefieren la amistad de una mujer que la de un hombre. Decía el texto que la amistad femenina resulta más "satisfactoria". Yo creo que tiene que ver con este hecho: una mujer es sinónimo de fluidez emocional. Nosotras escuchamos, consolamos, somos empáticas, compartimos experiencias, no juzgamos de "joto" a ningún hombre por conocer sus sentimientos. Esto es, claro está, una generalización. Hay mujeres herméticas, muertas de miedo por sus inseguridades que tampoco permiten mostrarse a sí mismas.

Un primo, hace años, me dijo una frase que creo que no olvidaré. "Cuando un ser humano se encierra dentro de sí, construye un muro grueso que protege lo de dentro, que progresivamente se va haciendo más débil. Por el contrario, si lo de dentro está expuesto a alegrías y penas, se hace fuerte y no tiene necesidad de murallas". Es posible que esta sea la razón por la que de antemano creo que los hombres son seres menos fuertes que las mujeres (generalizo de nuevo), porque tienen una tendencia al hermetismo que sólo puede resultar en convertirlos en personas inseguras, miedosas, a la defensiva.

Como no sé cómo terminar este texto, diré que a su favor tienen el hecho de ser menos aprehensivos y más desenfadados.
Y también diré que es increíble lo curativo que resulta escribir, o lo sanador que resultó, por lo menos, escribir esto. Acabo de descubrir lo siguiente:
-Esta tendencia que tengo a querer entablar conversaciones "serias" con la gente es porque me gusta sentir que construyo lazos fuertes con la gente. Es muy notorio que tengo poca habilidad para los temas ligeros, especialmente cuando es una plática entre dos. Por el otro lado, si estamos en grupos grandes prefiero la broma superficial. Tal vez porque no puedo lidiar sincerarme profundamente con tantos al mismo tiempo. O quizás sea herencia de los años de secundaria, cuando en bola tonteábamos y a solas nos acercábamos.
-¡Cómo no voy a tener lenguaje de albañil si en los años más duros que he vivido hasta ahora aprendí que era la forma de conectar con el mejor grupo de gente!
-Creo que yo soy de ese 10% de la población que prefiere una amistad masculina. Quizás, como yo los escucho, ellos me escuchan a mí (un pedo muy kármico), y ya no me hacen falta las mujeres, que siempre he creído que el castigo del machismo le ha sentado muy mal a la mayoría, orillándolas a priorizar temas vanos como el look y a sufrir de una inseguridad apocalíptica que las inmoviliza.

Hombres míos, los quiero. Más a uno(s) que a otros.

domingo, 4 de octubre de 2009

Precisamente hoy el mundo no tiene ningún sentido. Y yo estoy suspendida en una confusión etérea.

Por un lado me mortifica qué voy a ser y hacer cuando me gradúe. ¿Quién me va a contratar? ¿Para qué soy buena? ¿Qué le puedo aportar al mundo? El arte y la literatura sí pueden ser herramientas de cambio, pero yo no soy nada más que una más de ese inmenso bonche de gente que sabe reglas ortográficas y cree poder brindarle algo nuevo y bueno a la humanidad.
Entonces, si estoy convencida de que mi vocación es ayudar, ¿por qué siento que nada de lo que hago ayuda en absoluto?
Si sé que hay gente en mi país enterrada en la pobreza y la ignorancia, ¿por qué simplemente no voy allí y "ayudo" y aprendo y me dejo de tonterías existenciales?
No sé hacer nada bien y últimamente me la paso llorando.
¿Cuántos años tengo? ¿21? Juraría que son 13. Que alguien me devuelva los brackets.
Si está mal matar animales para comértelos, ¿cómo acceder a comer tomates llenos de plaguicidas tóxicos que causan cáncer y matan jornaleros guerrerenses que viajan a Culiacán para poder ahorrar 2 mil pesos con los cuales vivir medio año?
Ya no quiero saber nada. ¿De qué te sirve darte cuenta si no puedes hacer nada?
¿De dónde sacan fuerzas morales los activistas sociales que después el gobierno mata? ¿Es estupidez, autoboicot o el posmodernismo esto que me pasa?
Mi mamá dice que si al graduarme no encuentro trabajo, estudie un posgrado becada. Yo digo que sí, que me gusta, que no habría de otra. Pero en el fondo no estoy convencida del impacto social que tiene la investigación. Y soy lo suficientemente joven como para renunciar de una vez por todas a vivir una vida mediocre e infeliz. Siento como augurio personal esa frase de Sabina que dice "lo que iba a ser, la mierda que ha sido". Qué miedo irme a dormir esta noche y despertar estando peor, sentir que desaproveché un día más, y lo peor de todo es que parece que me da igual. Círculo vicioso de mediocridad y autoreproche.
Alguien me dijo que no me preocupe ahora por el trabajo, que tengo una cualidad que podrá obrar a mi favor. Eres muy simpática, me dijo. En realidad es un teatro que me sale bien.
Tenía tantas cosas qué platicarle a mi mamá cuando me llamó por teléfono, y todo se estancó cuando se enojó porque no he comenzado a tomarme las pastillas. ¿Y qué tal que esta inflamación eterna de amígdalas sea el primer paso de un cáncer en la garganta? ¡Pero si yo ni fumo!
Pero el mundo no tiene ningún sentido.
Ya me voy, a seguir haciendo tarea, porque luego me reprocho ser una buena para nada.
Buaj.

--------- Actualización -----------
Me encontré este post que me alivió mucho de mis penas. Está buenísimo, oíganlo. Clic aquí. Es el que dice Conversación, de Vivian Abenshushan.

viernes, 2 de octubre de 2009

Ni siquiera debería estar escribiendo estos random thoughts porque tengo mucho quehacer.

Últimamente me había sentido mal, muy mal, porque (no sé por qué razón) he estado recordando todas las cosas que yo NO quería ser en la secundaria (la verdad es que no me acuerdo muy bien de qué sí quería ser) y vengo a darme cuenta que varias de ellas son lo que me conforman hoy en día. Yo tenía muy claro, en aquellos ayeres, que yo: era feminista, nunca me casaría, nunca tendría hijos, nunca me maquillaría, nunca perdería mi amor por la naturaleza, y por último, que sería una ciudadana de acciones políticas radicales. Así.

Pues resulta que el martes, en mi clase de Literatura Latinoamericana Contemporánea, nos pusieron a ver la película La Misión, que habla sobre la colonización por parte de los jesuitas de una pequeña comunidad guaraní instalada en la selva. El final de la película está triste, muchachos, pa' qué es más que la verdá. Pero a mí no sólo me pareció triste, sino devastante. Me partió el alma saber que ese final no retrata el final de aquel suceso sino la cotidianidad de varias comunidades indígenas en nuestro país: la muerte y el saqueo no son un tema para lamentar en una película sino en el día a día.

En fin, tenía yo unas ganas inmensas de llorar. INMENSAS. ¿Y saben qué? No lo hice. ¿Y quieren saber por qué? Porque los días que duermo poco me pongo rimel para que los ojos se me vean más despiertos de lo que en realidad estoy; ese rimel es especial porque tiene una capa que permite que se caiga más rápido y así facilitar la tarea de desmaquillarse. Y sé, sé perfectamente que si lloro se hace un chorreadero de pintura negra en mi cara. Así que me tragué, enteritas, mis lágrimas, por la sencilla razón de estar maquillada y no querer arruinarlo.

Significó el apocalipsis, la muerte de un pedacito dentro de mí, el símbolo del más terrible cambio y de la más lamentable decadencia. El sistema me ha succionado. Ahora me maquillo y quiero casarme (por el civil nomás, no me he vuelto taan loca) y quiero tener hijitos a quien amar y soy una ciudadana mediocre más y cuando me enojo muy fuerte con alguna mujer (normalmente una maestra) le digo "pinche vieja" en mis pensamientos. Soy un asco. Y tengo mucho recelos ante la nueva yo. Es (soy) de poco fiar. Snif, what the fuck have I become?

Anyways...

Otra cosa. Por favor, escuchen. Escuchen a sus papás, a sus hermanos, a sus novi@s, a sus alumnos, a su vecino. No quiero decir que lleguen y les digan "¡hola, prójimo, cómo estás, cuéntame tus penas, nada me causaría más gozo que poder escucharte!" sino que a la hora de entablar una conversación, le dejen su espacio para explayarse a la otra persona. Es HORRIBLE sentir que tienes una oportunidad de habla que en cualquier momento inesperado puede terminar bruscamente. Sufres, porque quieres decir todo rápido para alcanzar a terminar; te frustras porque no has terminado de formular tu idea y ya creen comprenderte o estar en desacuerdo contigo; te amargas porque hablar con los demás es una forma de autoescucharnos, y si no nos permiten una mínima concesión de tiempo, pierdes la posibilidad de formular y plantear tus ideas, y quedamos trabados, estancados, como un disco rayado que ya no reproduce la canción, sólo un ruido raro sobre esa hendidura en el CD, sobre esa herida en nuestra capacidad de expresión.

Tengo una maestra que nos da una clase muy peculiar (porque es de mucho pensar y de "intelectualizar" las emociones) y siempre nos interroga sobre nuestros motivos, y siempre nos interrumpe. Imagínenlo un segundo, por favor. Te hace preguntas al estilo de ¿y cuál es tu finalidad última con este producto, cuál es tu hipótesis? Y claro, como tú eres un alumno más y no Alá todopoderoso, recién te planteas la pregunta Y la respuesta, y cuando empiezas a articular tu primer tentativa de respuesta, PLAZ, va y se te encima y no te deja pensar ni dejar claro tu punto y de ahí la conversación gira en torno a la mala respuesta que diste porque no te dejaron terminar, y cuando quieres aclarar que eso no era lo que tú querías decir te vuelven a interrumpir y la conversación se vuelve un absurdo donde cada vez te arrinconan más en tu nicho de incomprensión y aislamiento.

Oh Dios, extraño a mi novio. Al principio chillé como Magdalena toda la semana; después experimenté una tristeza constante pero que me permitía continuar con mis actividades; después me hice a la idea y disfruté a mis amigos y mi enfermedad (otro post después) y mis cosas por hacer; ahora me doy cuenta que estoy bien sin él pero que mi parte más vulnerable y más atesorada se siente desesperada sin él. Conclusión: el tedio, las pequeñas alegrías, los quehaceres cotidianos, las actividades de ocio interesantes pueden ser vividas y disfrutadas sin él; en cambio, los momentos donde siento esa necesidad de profunda entrega, donde el mundo parece quedar reducido a mi sola existencia, son casi insufribles sin él. Sigue siendo, mi querido güero, el silencio explayado sobre mi vida que intento disimular con muchos ruiditos.