miércoles, 20 de agosto de 2014

Las cosas de la vida

Las cosas pasan en la vida. Algunos creen que tienen un significado. Otros, como yo, creemos que simplemente pasan. A mí me pasó un bote encima. 

Hacía algunos días le confesaba a mi marido que tenía la fantasía de pasar días enteros en la cama, sin salir, vaciando de mi cuerpo y de mi espíritu todo rastro de cansancio. Una ideal recuperación total de cualquier tipo de desgaste. 

Pues bien, por fin. La vida me lo concedió. La vida me mandó una panga a que me atropellara para cumplir mi sueño. Y ahora que lo tengo, ahora que se cumplen tres días de ver a la luz del sol llegar e irse, ahora empecé a sentir ansiedad. Ansiedad de ver que las horas no significan nada. De ver que sólo transcurren, mecánicamente. De ver que las estoy dejando ir vacías. 

Estoy en recuperación, es cierto. Ahí se están yendo mis energías y ello constituye la materia de mis segundos. Pero ya tuve suficiente de la ilusión de un descanso absoluto. Estoy lista para la acción. Estoy agradecida con la vida, porque no sé si el accidente significa algo en sí mismo, pero me permitió llevar a la realidad un deseo más bien irreal. Y ya tuve suficiente. 

Recuperación: llega ya. Quiero dejar de descansar. Quiero leer, trabajar, escribir, cocinar, manejar, hacer ejercicio, viajar, bañarme, subir y bajar escaleras, salir de casa, recibir clases, viajar, ver gente, llenarme del mundo. 

Vida: gracias por darme una muestra de lo que te estaba pidiendo. Gracias por darme lo que te estaba pidiendo. No llegó como hubiera pensado, pero llegó a fin de cuentas. 

Mañana retomo "Travesías", de Antonio Muñoz Molina, y comienzo los ensayos sobre las fábulas de Monterroso. 

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