viernes, 25 de diciembre de 2009

La mejor frase cancionera del mundo

"She's colder than a toilet seat".

(Hay una página que se llama Creative Commons (creativecommons.org), donde introduces una palabra o frase de búsqueda y te despliega todos los resultados en distintos buscadores: bliptv, flicker, jameando -una página de música de todos los estilos y todo el mundo que puedes escuchar y descargar gratuita y legalmente-, google, yahoo, etc. Two thumbs up for CC.)

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Sh

La gente siempre estamos dispuestos a juzgar. Cómo no: es una actividad facilísima y, lo peor de todo, gozosa.

Hablar sobre uno mismo y nuestras intimidades es acceder (concientemente o no) a que los demás hagan suya nuestra vida, nuestras novedades, nuestros secretos. Y eso les permite comentarla, juzgarla, analizarla, desmenuzarla, mostrarla como ejemplo a seguir o como modelo a rechazar.

Guardar silencio sobre uno mismo, entonces, es apropiarse de la vida de cada cual. Es no permitir que los demás violen la guarida de las intimidades, de lo profundamente nuestro.

Yo estoy en proceso de re-creación y re-apropiación. Por eso guardo silencio. Áhi disculpen las molestias.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Acto I (aunque no en orden cronológico) de la Tragedia de la familia que habita en Cerezos #6

Todo se agravó con la discusión que habían tenido la noche anterior.

Ella estaba pensando, a las 6 de la tarde mientras lavaba los trastes sucios que habían dejado los niños y ella (sobretodo los niños, ella cada vez comía menos) a la hora de la comida (cada vez le daba más pereza lavarlos) en la casualidad que encontraba en el hecho de que, en inglés, rimaran los verbos "tocar" y "juzgar". "Todos creen que por tocarte se hacen del derecho a juzgarte", concluyó ella.

Él, como siempre, volvía del trabajo con ganas de olvidarse de todo, incluido él mismo. El problema estaba en que él era un hombre de bien en esta sociedad del bien-estar y su obligación era llegar a jugar con sus hijos, hablar con su mujer, cenar rico, informarse debidamente en los noticieros de la noche de la señal abierta y dormir cuantas horas pudiera. Así que cuando lo único que quería era huir, vaciarse de sí mismo, la realidad corría a la puerta de entrada y se le estampaba en la cara. La casa hecha un desastre.

-Vamos a tener que contratar otra sirvienta. Ésta le pegó a Adriancito, y la muy cínica no se acomidió a limpiar el desmadre que yo hice pero que ella causó por hacerme enojar así.

(Lorena era hija de un antropólogo salvadoreño exiliado en México y una pintora francesa que se habían conocido mariguanos en la Pirámide del Sol. Lorena había leído mucho toda su vida, hasta que se casó, y estudió Relaciones Internacionales porque creía, en ese entonces, que el mundo tenía la posibilidad de ser mejor. Pero fue víctima de las circunstancias ajenas a su poder, como todo mundo: era rubia y de cuerpo atlético, y además sus padres decidieron inscribirla desde la primaria hasta la universidad en escuelas privadas, donde pudiera recibir una buena educación, decían ellos. Lorena terminó casada con un riquito de mucha simpatía y grandes ambiciones. Financieras, sobretodo.)

-Me vale madre -contestó Raúl, perdida la capacidad de interesarse por nada.

-Qué bueno. De veras, te lo digo de veras. A veces lo único, o lo mejor, que uno puede hacer es que todo le valga madre. Mira, por ejemplo, tú a mí, me vales madre. Y mira mi salud mental. Impecable.

Raúl contestó con ojos incrédulos y ligeramente asustados y una sonrisa condescendiente, sarcástica, sórdida, socarrona. Con una sonrisa hija de puta.

-Pero más credibilidad tienen los actos que las palabras, ¿verdad, Raulito?

-Sí, Lorenita. Sigue lavando; calladita te ves más bonita.

Lorena le lanzó el plato enjabonado que se disponía a enjuagar y voló de la cocina a la sala como una estrella fugaz demasiado mundana para ser hermosa. Se estrelló en la televisión de plasma.

-Me sigue valiendo madre, Lorenita.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Tráfico citadino

A veces me gusta pensar que la gente que maneja todo rápido y estresada por las noches, no es porque vaya huyendo de sus empleos que odian, sino porque van que vuelan a los brazos de quien aman.

Así me parece un poco más justificable su nefastez.

Título aleatorio 1

La felicidad hace tan hermosa la apariencia de las cosas, que las ahueca.
(Y aún en la desdicha, lo muy hermoso es siempre aparente, improfundizable. Por eso nos es difícil verdaderamente amar a la gente tan guapa: no podemos ir más allá de su excepcional físico.
George O'Hearn: Beautiful women are invisible.
David Kepesh: Invisible? What the hell does that mean? Invisible? They jump out at you. A beautiful woman, she stands out. She stands apart. You can't miss her.
George O'Hearn: But we never actually see the person. We see the beautiful shell. We're blocked by the beauty barrier. Yeah, we're so dazzled by the outside that we never make it inside. De la película Elegy, de Isabel Coixet
.)
Desconfiemos de nosotros mismos cuando estemos felices.
Y cuando estemos eufóricos, honestamente abandonémonos.
Porque la esencia imperfecta y corrupta de todo se desvanece frente a unos ojos cegados por el instante azaroso en que hemos recibido una caricia de procedencia misteriosa y carácter fugaz.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

No hay que fiarse de los susceptibles

La gente que es muy susceptible (es decir, que a la menor provocación se agüitan) suele serlo porque todo se lo toma personal. Cualquier cosa que dices o haces creen que es una agresión directa a sus personas y, entonces, se ponen tristes o enojados o rencorosos u orgullosos o distantes. Y si todo se lo toman personal, es porque ellos, a la hora de decirle a los (en este momento detuve la redacción porque a mi chat de skype llegó una invitación de un tal jonh smiht diciendo "me urge una puchita por fas. tengo camara". Este es un mundo muy loco.) demás sus opiniones, críticas, creencias, etc. no lo hacen con absoluta sinceridad, porque creen que los otros a su vez se lo van a tomar personal también.
Un perfecto sincero sabe cuál es la dinámica de la verdad: se dice lo que se piensa (de forma cortés, de preferencia) sobre algo que alguien hace, pero sabemos de antemano que no necesariamente va vinculado a esa persona. Por ejemplo, podemos decirle a un amigo "la cagaste comprando ese suéter" y eso no quiere decir que creamos que tiene pésimo gusto para vestir. Sólo que ese suéter no nos gusta. Y cuando a los sinceros les (nos) dicen alguna verdad de este estilo, sabemos que así funciona la cosa: no es una agresión contra nosotros, sino una opinión sobre algo relativamente independiente de nosotros. Los susceptibles, de esta forma, al no ser ellos sinceros, no son conscientes de esta lógica, y por tanto se toman las cosas personales.

Así que si conocen a alguien que sea muy susceptible, desconfíen. O, por experimento, pídanle una opinión sobre algo que tenga que ver con ustedes, a ver si es sincero y les dice las cosas como realmente las cree, o si mejor prefiere decir una mentira piadosa.

Yo miseria, tú miseria, él/ella miseria, nosotros miseria, ustedes miseria, ellos/ellas miseria

La miseria debería de ser un verbo. Un verbo hermoso por su amplitud y su ambigüedad.
Todos somos, todo el tiempo, de alguna forma, miserables. Pero nuestras miserias son distintas y peculiares, casi por completo circunstanciales.

Mi miseria, ahora, es la de tenerlo (a él) lejos, la de haber lastimado a alguien cercano, la de haber chocado (un poquito, nomás) un carro estacionado cerca de mi casa y no planear hacer nada al respecto, la de recuperar el peso que había perdido, la de sentir un cansancio horrible pues no sólo es físico, la de recriminarme algo todo todo el tiempo.

Creo, sin embargo, que hay pequeñas dosis de antídoto contra la miseria: la esperanza, la genuina y real esperanza, no la ingenua. Si en una pareja uno de los dos se siente miserable, el otro debe estar esperanzado. Si a ambos les importa un poco la relación, claro.

Y ahora que lo pienso, todo lo anterior es una estupidez. (Pfff, que ya se acabe esta semana, por favor.)

sábado, 14 de noviembre de 2009

Asesinatos disimulados, cotidianos

Sus papás estaban recostados en su habitación, viendo la tele, en ese fatigado domingo por la tarde. No había necesidad de vigilar a su hijo, tan bueno y tan tranquilo, el niño.

Juan, sentado en la barra de la cocina, tenía la mirada perdida y la mente en blanco. Nada qué hacer, nada qué pensar. En un estado casi de perfecta imbecilidad.

La mosca vagaba cerca de la fruta, en espera de encontrar algo con qué mitigar esa hambre que ningún resto de comida le había permitido olvidar. El olor de una migaja de cereal, mínima, en la barra de la cocina, lo atrajo.

En un momento veloz, consecuencia de una rágafa de pensamiento tan rápida como impeceptible, causa a su vez de un movimiento pulcro y silencioso, Juan clavó la mosca al azulejo de la barra con el cuchillo con el que había estado jugando desde hace ya un rato, sin notarlo.

La mosca lanzó un chillido sordo que no llegó a la habitación de los padres. 

martes, 10 de noviembre de 2009

La desgracia de los cronopios y los famas

En su libro, Historias de cronopios y de famas, Cortázar hace una distinción entre tres "razas" humanas: los cronopios, los esperanzas y los famas. Los primeros son seres espontáneos, despreocupados, con intereses pueriles, egoístas por naturaleza, creativos. Los famas son todos los que procuran un orden, una lógica en las cosas y normalmente tienen empresas. Los esperanzas son los seres grises a los que no les interesa especialmente nada, casi todo les disgusta y sólo siguen la corriente.

Pues bueno, me encomendaron leerlo para la clase de Literatura latinoamericana contemporánea y me dio mucho gusto que me dejaran esta tarea, porque desde el primer semestre en la Universidad una profesora me llamó cronopia, y nunca me quiso decir por qué. Me contestó: lee el libro de Cortázar. Y si bien el interés estaba ahí, nunca me había llamado demasiado esa etiqueta que alguna vez me colgaron.

Mientras leía, me di cuenta que Cortázar acentúa la cualidad (y la calidad) de ser cronopio. El absurdo de las historias cortazarianas acentúa el de las lógicas de existencia de las personas más controladoras (los famas), que no le encuentran sentido a pasarse horas sin hacer nada, o la de todos aquellos que van por la vida como si tuvieran más de una (los esperanzas). Así pues, encontré más amable acomodarme entre los cronopios: me gusta pensar de mí misma que vivo mi vida "al máximo", que soy relajada, que tengo buena onda. Pero así como me topé con esta idea, me topé con otra: seguro que todos en clase van a querer declararse cronopios. Porque, claro, ¿quién querría verse abiertamente reflejado en un ser tan despreciable como un fama o un esperanza? Y yo, claro, no creo ni que la mitad de los de mi clase sean cronopios, así que preferí concluir, momentáneamente, que yo tampoco lo era.

La lectura siguió y los tres tipos de personajes se iban desnudando sobre las páginas impresas, adquiriendo más nitidez. Entonces me di cuenta. En este pequeño mundo de Cortázar las cosas son tan fáciles como poder catalogarnos en tres distintos y no ser como los otros sino solamente como uno mismo. Pero en nuestro gran mundo complejo, rara vez es así. Qué horrible tendría que ser convivir con gente a la que no le apasiona nada, o con humanos que sólo se preocupen por quitar el polvo, o con personas a las que nada les inquieta y viven al vuelo. En qué aburrimiento caería la humanidad entera si de antemano pudiéramos etiquetar a todos y no tener nunca la posibilidad de romper esos prejuicios/estereotipos.

Yo, si quieren saberlo, soy mucho de cronopia, demasiado de esperanza y bastante de fama. Sólo así se explica que mi habitación es un desorden, me da flojera arreglarla, pero sé dónde está todo (y esto no es casualidad).

En clase, como había previsto, todos se declararon como cronopios, y los que no lo hicieron afirmaron que encontraban más divertido este tipo de existencia y que no les desagradaría ser cronopios o conocer y amar cronopios. La desgracia (o el milagro) reside en que no estamos en estado puro. Todos somos un poco de cada cual, aunque en distintas proporciones. Qué lástima que por ego, nos coleguemos tan campantemente unas cuantas palabritas clasificadoras. Y es que, en estos tiempos, ser distinto y ser auténtico son dos bienes que están a la alza. Pero eso es tema para otro post.

lunes, 9 de noviembre de 2009

No te culpo de que ya no me quieras.
Te culpo de haberme convertido en ésta que ya no quiero ni yo.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Ay, Cristo. ¿Por qué hay publicistas tan polémicos?

De seguro han de justificar su trabajo diciendo que son súper chingones (es más, ha de haber más de uno que se cree un genio) en ese escabroso terreno de atraer la atención de alguien para que consuma tu producto. En el fondo, yo lo sé, sólo son cachondos que tuvieron suerte. No me importa la filosofía de la empresa, le mente del consumidor posmoderno, la necesidad de sexo y la sensación de abandono en las grandes urbes contemporáneas, la creciente capacidad adquisitiva de los jóvenes en los países desarrollados... Nada, nada justifica que publicidad tan burda (relativamente. En cierto sentido -colorimetría, composición y modelos de las fotos- hay que admitir que es sofisticada) que lo deja todo en manos del sexo sea tan aclamada y solicitada.
Aquí, Calvin Klein. Nomás una probadita.




Nota para mí: hay que buscar o hacer un análisis sobre género y belleza basado en esta campaña publicitaria, que fue, por cierto, la de Primavera 2009.
Lo peor es que mis brassieres (qué fea palabra) preferidos son de esta marca.
¿Qué dirá esta publicidad de nuestra generación habiendo pasado muchas décadas?
Qué cagado que en The Fight Club también le tiren caca y se burlen de su ideología de plástico.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Llevabas media hora gritando y el sentido de las cosas se había desprendido como la pintura de las paredes. Todo en nosotros estaba agotado y extenuado.
Convertí en puño la mano izquierda, que sujetaba las rosas que recién había cortado, y fue como si les exprimiera el color, porque comenzaron a precipitarse sobre el suelo sus lágrimas rojas.
En la derecha llevaba las tijeras de jardinería, obedientes. Miré las caries que se asomaban por tu boca excesivamente abierta y que le daban un toque de villano pulcro a las gesticulaciones rotas de tu cara. Confirmé mis deseos de saltar al segundo siguiente y dejé caer las flores, lentamente. Casi no te diste cuenta.
Cómo te cambió la expresión facial cuando me corté el primer mechón y el cabelló cayó al suelo despacito, como no queriendo caer, espantado por el desamparo.
Ahora sí me iba a tomar mi tiempo y poco a poco lo corté todo. Comencé a sentir la cabeza ligera y entonces todo era más claro y mi frente más alta. Me desprendí de las humillaciones y los gritos, de la pena y la cautela. Luego, llegó tu turno.

Fue buena idea. En la celda hace calor (incluso en las noches tranquilas cuando sueño con mis tijeras que engullen tus latidos) y sufro menos que el resto de las presas.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Denial, Revisited

So here we go
Having the same old fight again
There she goes
Same old game that never ends If I could say
The right words
I know I could make you stay
If I could say
The right words
Things would work out all right

And if you go
I won't believe
That it's forever

And you can go
But I'll never leave
Cause it's not over

Replay last night
Talking it out don't make it right
I know she's tried, but my whole world
Is her and all we've got now

And if you go
I won't believe
That it's forever

I won't let go
Even if she say that it's over
I know it'll be
Different this time
If you'd just stay

And when we wrote this story
How did it end?
It was you and me for all our lives
Come on, don't say it
We'll try again
And if I'd just hold you
We could last

But she stands softly
Tears down her face
Hitting me, oh god
This is the end
I'd wait here for you
But there's nothing more now I can do
How did you know
How did you know
How did you know
Finally

Me gustan The Offspring

Descubrimientos de último momento

Así se iba a llamar este post que iba a ser súper chistoso (se los juro), hasta que todo se fue a la mierda y no me acuerdo de nada y esta saliendo esta jodida basura de intento de post.

¿No les ha pasado que de estrés les duelan los hombros tanto que parece que ejercieran presión sobre ustedes y se quieren ir para abajo, como tirarse al suelo? Le daría entrada al impulso si viniera acompañado de mareos, pero como sé que no me desmayaré y me quedaré simplemente ahí tirada sin pretexto muy bueno (todo mundo estamos estresados, por dios), entonces me da un poco de pena hacer el ridículo a esa escala.

No es cierto que todo mundo está estresado. Y si sí, qué pinche pena me dan todos. Yo no quiero ser de esos. ¡¡Aaaahhhh!! ¡¡A la mierda el estrés de mierda!!

Hoy descubrí, mientras me duchaba (las reflexiones y descubrimientos más importantes de mis días los hago a la hora de la ducha), que me tengo que acostumbrar al "tripeo". SIEMPRE me tripeo, pero lo peor de todo es que me lo tomo muy en serio. Me pongo muy solemne frente al espejo/computadora/interlocutor y digo "No mamar, AHORA SÍ me está cargando la chingada" pero no es cierto, nunca termina de cargarme y sólo, tal cual, me tripeo. Pero creo que no sería muy conveniente dejar de tomármelos en serio porque entonces perdería yo mucha chispa de personalidad (de la tantísima personalidad que tengo, claro claro) y me quedaría sin amigos y novio.

Ayer tuve tres conversaciones de esas gordas. De esas que, a través del otro, reafirmas quién eres. ¿Quieren que les comparta el resultado de esas pláticas? (Jaja, para qué pregunto si de todos modos voy a hacer lo que me da la gana)

Primera plática "muy acá": sobre el amor (o, más en específico, sobre el matrimonio). Interlocutor: mamá de un gran amigo. Conclusiones/aprendizajes (todo parece obvio pero en el fondo se esconde la gran sabiduría de lo pequeño y escondido):
-Las peleas las hacen dos, no uno.
-La vida es un camino que se va a recorrer: el matrimonio/concubinato/relación-súper-seria, una forma de caminarlo acompañado.
-No hay que olvidar que el matrimonio es para apoyarse y no para nefastearse.
-Hay que ser respetuosos.
-Uno no se casa para ser feliz.
-Cásate enamorado, porque si el matrimonio eventualmente se va al carajo, al menos lo habrás pasado bien un tiempo.
-No hay que vivir el matrimonio como los demás digan, sino como tu espíritu lo dicte.
-Hay que ser flexibles (si tu pareja SIMPLEMENTE no lava nunca los trastes, no se los avientes en la cara/grites groserías... lávalos tú y ya)

Segunda plática: vocación de arte. Interlocutor: un gran amigo. Conclusiones/aprendizajes.
-Si la vida te dio un don/talento y es lo mejor (si no es que lo único) que sabes hacer bien y además te apasiona y te provoca dicha: HAZLO. No te distraigas.

Tercera plática (en realidad monólogo): oficio de escribir. Interlocutor: profesor de guión. Conclusiones/aprendizajes.
-(Dizque) soy apasionada, creativa y tengo buenas ideas, pero no me comprometo con mis proyectos porque soy insegura y demasiado autoexigente. Tengo que esfozarme para "no echar por la borda una carrera prometedora".

Yyy... ya me voy, porque además de que este post está súper ni al caso, me muero de ganas de hablarle por teléfono a mi novio.

lunes, 26 de octubre de 2009

En luto v.437

Te quería enviar un mensaje al celular, para decirte cómo odio el cambio de horario y lo triste que es ver este atardecer nublado, donde es imposible despedirse el sol y sólo alcanzamos a percibir que las cosas están cada vez más incoloras, como si estuviéramos sedados.
Todo esto te quería decir, además de que, claro, me pone aún más triste vivir esto sin ti. Pero olvidé que no tenía saldo en el celular. La vida a veces simplemente complotea para que a uno no le salga lo cursi, para mantenerse prudente y en la línea de la cordura, esa línea zigzagueante que baila en el tiempo y el espacio.

En vez de eso, entonces, me quedé sentada a la orilla de la cama, viendo cómo la ventana succionaba el color de los posters en mi habitación, viendo las pastas de los libros ponerse negras y grisáceas, poco apetecibles. Solucioné que ingresaba a una espiral de la que alcancé a vislumbrar sería muy difícil de salir. La melancolía es tan coqueta, y cuando estoy melancólica soy tan débil.

Resolví encender la computadora para perderme en la red y sentirme menos sola. No encontré nada tuyo en la bandeja de entrada de mi correo. Ya tendría que haberme acostumbrado, pero la verdad es que siempre inicio sesión con temor, como asomada discretamente a la esquina de una calle donde sé que me pueden matar. Pero al final termino por descubrir el pecho y tu ausencia me lanza un tiro desde la ventana más alta del edificio más estratégico: la nada.

Ahora estoy escuchando música. No te voy a engañar, no he cambiado desde que te fuiste. No he mejorado ni he salido más con mis amigos, ni he renovado mis gustos musicales o cinematográficos o literarios. Sigo leyendo a los europeos del siglo XX, me encanta ponerle sal a la herida con música de Russian Red, y paso horas tirada sobre mi cama metida en mi pijama, sin hacer nada, tal como detestabas verme. No wonder you left.

domingo, 25 de octubre de 2009

Divorcio (o lo que a esta distancia parece ser)

Llévame a una isla desierta
donde nuestras promesas de amor perduren en el eco
y el enojo en nuestra sangre se lo coman los mosquitos.

Llévame a una isla desierta
para que las estrellas sean testigos de nuestra horizontalidad
y el sol nos acompañe en las alegrías.

Llévame a una isla desierta
para no tener nada ni nadie más que nosotros mismos,
confrontarnos en la soledad, impacientarnos, y así,
seguir amándonos.

Llévame a una isla desierta
en la que nadie juzgue la forma en que nos queremos
y acampemos bajo nuestros brazos.

Y luego, cuando hayamos recorrido la isla y nuestros cuerpos y nuestro espíritu
y hayamos agotado el amor y colmado la imaginación
llévame de nuevo a la tierra,
porque ya habré olvidado el propósito de la soledad
de la ausencia de otros, de poesía y de música,
cuando te haya tomado por sentado y seas un elemento absurdo,
un tumor maligno de la isla.

Llévame de nuevo a la tierra,
cuando las buenas intenciones se hayan acabado
y nos marchitemos frente al seco reflejo del otro.

Llévame cuando las estrellas ya no nos susurren secretos
y la arena nos haya rozado el alma
y nuestros cuerpos sean insuficientes para resguardarnos de las calamidades.

Intentemos llegar a la otra orilla,
a compartir con los demás.
Intentemos no naufragar.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Nadie se conmocionó

La primera vez que visité el campus de la que pronto se convertiría en mi Alma Máter, lo primero que me llamó la atención fueron los jardines. Hermosas y grandes extensiones de césped verde, como si no sólo lo cortaran y regaran con la frecuencia adecuada, sino que además lo acariciaran y lo protegieran del Sol excesivo y del tránsito inmisericorde de los estudiantes.
Ya enrolada como alumna en la Universidad gozaba mucho pasar cerca de los jardines, y pasaba momentos muy agradables con mis amigos cuando comíamos en ellos.
Un día, como cualquier otro día, pasé al lado del más grande de ellos, rumbo a la cafetería. La novedad me congeló los pasos y la sangre. No sólo era algo extraño sino inaudito. Nunca antes visto en ninguna parte del mundo. Una cruz. Una tumba. Un muerto.
Pronto todos supimos que el enterrado era un alumno. Las autoridades institucionales alegaron que la causa de muerte había sido aburrimiento crónico. Fue como si niebla negra cayera sobre el recinto. Si bien se ofrecieron misas, minutos de silencio, pésames e incluso conferencias y talleres, nunca salió publicada la noticia del deceso más allá de los límites espaciales de la escuela. A los padres les hicieron firmar un acta de discreción.
Nadie se conmocionó y pronto nos acostumbramos a la novedad.
Poco a poco se fue llenando el jardín de cruces. Más alumnos muertos, todos de la misma causa.
Inmediatamente nos acostumbramos al nuevo panorama. Sin hacer preguntas, sin detenernos. Los jardines ya no eran jardines sino panteones, y en los pasillos ya no se podía distinguir a los vivos de los muertos.

lunes, 19 de octubre de 2009

Amor cafetalero rimado

Voy a fusionar mis labios
en granos de café, de alegría
que puedas besar a cualquier hora del día
y no te canses de saborearme.

Voy a convertir mis labios
en fuente de secretos, de energía
que puedas besar a cualquier hora del día
y despertar
mirarme
y encontrar en el café de mis ojos
la respuestas que la vida amarga no tiene.

domingo, 18 de octubre de 2009

Modestia de mierda

"La envidia es una declaración de inferioridad". Napoleón Bonaparte.
"Círculos de música sorda". Arthur Rimbaud.

Nos han enseñado a ser modestos. Si crees que tienes una cualidad, no la presumas. Si ganaste un premio, alega que fue suerte. Los halagos que te hagan, cuéntaselos sólo a la gente de tu confianza. De acuerdo a esta visión de las cosas nadie somos, efectivamente, extraordinarios: nada de qué sorprenderse con nuestra simpatía, con nuestra belleza, con nuestra inteligencia, con nuestra habilidad para besar, para escuchar, para hablar, para rellenar de espuma el asiento de un sillón.

Sumada a esta catástrofe está el hecho de que la inmensa mayoría somos despistados. Aunque no exactamente. En vistas de que no podemos compartir lo grandes y maravillosos que somos nosotros o una parte de nosotros, reservamos para nuestra más privada soledad el gozo de felicitarnos y apapacharnos por nuestros logros o por nuestras cualidades. Así, vamos por la vida pensando en nosotros. En lo bueno de nosotros porque no debemos presumirlo, y en lo malo para poder cambiarlo. Los demás, bien gracias. "En la vida real nos vemos todos como protagonistas (...) Siempre nos enfoca la cámara a nosotros" dice Stephen King en su libro Mientras escribo. Cada quien tiene que pensar en sí mismo.

De este modo los otros no se enteran de nuestra bondad y para nosotros pasa desapercibida la excelencia de los demás. Todos somos ordinarios.

Claro, todo esto tiene una noble causa que lo respalda: no debemos actuar (ni siquiera plantearnos) como si fuéramos mejor que los demás. Pero, ¿saben qué? Yo creo que este invento de la modestia fue de un burgués con aspiraciones políticas que en el fondo sí creía ser mejor que los demás, pero por no causar antipatías que le fueran a provocar el fracaso de sus aspiraciones, pretendía ser uno más.

El asunto está en que "ser uno más" no debería connotar ser un sujeto sin gracia, un ente gris sin luminocidad ni extraordinariedad. Todo lo contrario. Si viviéramos en una sociedad honesta compuesta de gente con ego sano, capaz de reconocer sus habilidades y destrezas, "ser uno más" significaría ser una persona, como todas las demás, con cualidades amables y hasta útiles.

No debemos enseñar ni poner en práctica el hipócrita hábito de ocultar nuestros aciertos, sino la sana y reconfortante costumbre de halagar a los demás, de resaltar sus cualidades, de felicitarlos por sus logros. Crearíamos un mundo con gente más segura en sí misma y, además, nos daríamos el gusto de contarle a los demás lo buenos que somos sin preocuparnos de que piensen que nos creemos superiores.

sábado, 17 de octubre de 2009

Este post es de risas y conciertos. Cáiganle.

Primero lo del concierto, porque es lo que más me interesa. Tengo dos boletos para el concierto de Kings of Leon de este martes. No los voy a poder utilizar y los estoy vendiendo 500 pesos más caros de lo que me costaron porque soy una abusadora. Mentira, los doy a lo que me costaron, 1200. Si quieren que el sudor del guitarrista toque su piel ardiente y se evapore sobre su cuerpo excitado, cómprenlos. =D

Ahora, la risas/shock. Enjoy.

viernes, 16 de octubre de 2009

Conversación de viernes (inspirada en puuura gente que conozco, pero alterado)

Hombre 1. ¿Qué pedo güe, qué vamos a hacer siempre?
Mujer 1. Ay, yo no quiero ir a la fiestucha esa de la carrera.
Hombre 2. Ssshhhh, me distraes, güey!!!!!!
Mujer 1. Aaaaaiiiissssss!!! Jódete!!!
Mujer 2. Cálmense güey. No vamos a ir a la pinche fiesta esa y ya.
Hombre 1. Yo digo que podemos ir al Old Jacks.
Mujer 2. ¿Tienen dinero güey?
--------------
Mujer 2. Entonces no vamos al Old Jacks güey.
Mujer 1. ¿Qué haces, eh güey?
Hombre 2. Estoy armando un rompecabezas bien difícil, ¿no estás viendo?
Mujer 1. Pffff, ya cásate
Hombre 1. Pero con ella no güey, por favor.
Mujer 1. Ay, vete a la chingada güey!!!
Mujer 2. Jajajaja

S.O.S. She's in disguise. There's a she wolf in disguise. Coming out, coming out

Mujer 1. ¿Bueno?
Hombre 2. Pta, esa canción está horrible
Mujer 1. Sshh, no me dejas escuchar.
Mujer 2. Jajaja, esta morra...
Hombre 1. Ay güey, a mí me gusta la nueva rola de Chaquira
Mujer 2. Shakira, pendejo
Hombre 2. No mames, por eso prefiero hacer rompecabezas.
Mujer 1. Dicen Ana, Pedro y Lara que si vamos con ellos al Van Gogh.
Hombre 2. ¿Cómo pueden prostituir así el nombre de un gran artista?
Mujer 2. Mts, cálmate güey.
Hombre 1. Güey, a mí me caga Pedro.
Mujer 1. Ay, supéralo, Ana nunca te va a pelar.
Hombre 1. Chíngate güey, chíngate.
Mujer 2. Yo no voy al Van Gogh, güey, está bien culero ahí.

Pip pip pip pip pip

Mujer 1. Güeey, ¿podrían venir por mí? Aquí no quieren ir y se están amargando. Ok. Ok. Byeee! Ya me voy, ¿eh? Me van a recoger en la esquina.
Hombre 2. Ándale güey, se te hace tarde.
Mujer 2. Jajaj
Mujer 1. Ash. Bye con ustedes.
Hombre 1. ¿Sí va a ir Pedro?
Mujer 2. Pinche güey patético.
Hombre 1. A la chingada, pues.
Hombre 2. Miren güey, les voy a ser sincero. Yo no voy a dejar de hacer mi rompecabezas nomás porque es viernes y todo mundo dice que lo chido es salir y si no eres un pinche antisocial con retraso mental. Si quieren hacer algo la neta ni me incluyan. Me vale madre.
-----------
Hombre 1. Como que tengo hambre.
Mujer 2. Yo no. Creo que hay pan en la alacena.

Y volvemos cooooonnnn Baaailaaaando por uuun sueeeeeeeñoo!!!!!!!

miércoles, 14 de octubre de 2009

Es cierto que las cosas se ven distintas cuando sobrevives una tragedia.

O lo que pudo haber sido una, como es mi caso. Pude haber perdido la movilidad corporal, la memoria, el coche, el semestre, la alegría, mi cuerpo como lo conozco. Pude haber perdido la vida. Pude haber matado a un amigo, o a algún conductor inocente.
Como dicen en Match Point, I rather be lucky than good. Y aquello que haya sido que hizo que las llantas de mi coche se decidieran a regresar al piso y no a inclinarse un poco más de lado, me hizo afortunada.
Qué irónico que justo anoche por teléfono comentaba la buena vida que tengo y lo mucho que me quejo, no obstante. A lo mejor Dios/el destino/el karma se emputó por mi cinismo y me quiso meter un susto. Lo logró.

lunes, 12 de octubre de 2009

Un poquito sobre los hombres. Ya me estaba tardando.

La secundaria ha sido la época en que más desconectada he vivido. Desconectada de mí misma, quiero decir. No tenía las herramientas para navegar en mis propias aguas y la verdad es que tampoco las agallas. Me despertaba todos los días con sueño y con tedio. La etapa de más energía del ser humano está condenada a esfumarse en salones de clases donde no quieres moverte un centímetro por temor a que todos vean tu nueva espinilla, tus chichis más grandes, tu grasa corporal, tu cabello insoportable. Claro, la fortuna y la desgracia es que no es así para todos. Hay unos pocos que lo pasan bien. Lucky them.

Me caían mal mis compañeros, mis amigas eran una plasta que sólo hablaban de lo ñoña que era yo y de lo, paradójicamente, frecuente que les bajaba a sus novietes que se aburrían de que fueran tan tontas y poco creativas. Nota al vuelo: perdón, no lo hacía adrede.

En fin, aquello parecía un desierto y el único refugio eran las húmedas y sombreadas cuevas de la risa, el refugio de los amigos. Mi bola de amigos (el grupo de los odiados por los profesores que se hacían llamar PM24 y cuya única integrante femenina fui yo, a reserva de varios) eran unos simples que encontraban en cualquier pequeñez un pretexto para bromear, que dedicaban todas las tardes, como personas sensatas que eran, a patinar y escuchar punk. Como yo no patinaba, ni tocaba ningún instrumento "rebelde" (sólo el piano y un poco de violín) ni era especialmente chistosa, me limitaba a reírme y a escucharlos. Pero no sólo a escucharlos tontear. Quiero decir, realmente a escucharlos. Porque ellos no estaban dispuestos a escucharse mutuamente. Entonces me di cuenta que aunque fueran muy unidos y pasaran por tantas aventuras juntos, siempre estaban más o menos aislados, cargando solos con sus penas.

Fue pasando el tiempo y me di cuenta que me sentía cómoda escuchando a mis amigos o a mis novios, que podían pasar horas hablando de sus problemas familiares, de sus inseguridades, de sus sueños. En recompensa, ellos también me escuchaban, me trataban de consolar (algo que hasta la fecha me cae muy mal, porque no espero encontrar en ellos la respuesta a nada sino un simple desahogo) y me hacían reír. Priceless.

"Una sociedad de hombres es una sociedad solitaria" dice Paco Ignacio Taibo II. Hay alguna razón, que desconozco (pero sospecho que puede ser la idea machista de que el hombre no es vulnerable ni sensible, sino duro y fuerte), por la que los hombres no se sienten cómodos sincerándose con alguien de su mismo sexo. Por eso, tal vez, les resulte más fácil perdonar la traición de un amigo que la de una amiga o una novia: jamás será el mismo grado de confianza y expectativas que depositaron en uno que en otra.

Recientemente leí (no recuerdo dónde) que 9 de cada 10 personas (de ambos sexos) prefieren la amistad de una mujer que la de un hombre. Decía el texto que la amistad femenina resulta más "satisfactoria". Yo creo que tiene que ver con este hecho: una mujer es sinónimo de fluidez emocional. Nosotras escuchamos, consolamos, somos empáticas, compartimos experiencias, no juzgamos de "joto" a ningún hombre por conocer sus sentimientos. Esto es, claro está, una generalización. Hay mujeres herméticas, muertas de miedo por sus inseguridades que tampoco permiten mostrarse a sí mismas.

Un primo, hace años, me dijo una frase que creo que no olvidaré. "Cuando un ser humano se encierra dentro de sí, construye un muro grueso que protege lo de dentro, que progresivamente se va haciendo más débil. Por el contrario, si lo de dentro está expuesto a alegrías y penas, se hace fuerte y no tiene necesidad de murallas". Es posible que esta sea la razón por la que de antemano creo que los hombres son seres menos fuertes que las mujeres (generalizo de nuevo), porque tienen una tendencia al hermetismo que sólo puede resultar en convertirlos en personas inseguras, miedosas, a la defensiva.

Como no sé cómo terminar este texto, diré que a su favor tienen el hecho de ser menos aprehensivos y más desenfadados.
Y también diré que es increíble lo curativo que resulta escribir, o lo sanador que resultó, por lo menos, escribir esto. Acabo de descubrir lo siguiente:
-Esta tendencia que tengo a querer entablar conversaciones "serias" con la gente es porque me gusta sentir que construyo lazos fuertes con la gente. Es muy notorio que tengo poca habilidad para los temas ligeros, especialmente cuando es una plática entre dos. Por el otro lado, si estamos en grupos grandes prefiero la broma superficial. Tal vez porque no puedo lidiar sincerarme profundamente con tantos al mismo tiempo. O quizás sea herencia de los años de secundaria, cuando en bola tonteábamos y a solas nos acercábamos.
-¡Cómo no voy a tener lenguaje de albañil si en los años más duros que he vivido hasta ahora aprendí que era la forma de conectar con el mejor grupo de gente!
-Creo que yo soy de ese 10% de la población que prefiere una amistad masculina. Quizás, como yo los escucho, ellos me escuchan a mí (un pedo muy kármico), y ya no me hacen falta las mujeres, que siempre he creído que el castigo del machismo le ha sentado muy mal a la mayoría, orillándolas a priorizar temas vanos como el look y a sufrir de una inseguridad apocalíptica que las inmoviliza.

Hombres míos, los quiero. Más a uno(s) que a otros.

domingo, 4 de octubre de 2009

Precisamente hoy el mundo no tiene ningún sentido. Y yo estoy suspendida en una confusión etérea.

Por un lado me mortifica qué voy a ser y hacer cuando me gradúe. ¿Quién me va a contratar? ¿Para qué soy buena? ¿Qué le puedo aportar al mundo? El arte y la literatura sí pueden ser herramientas de cambio, pero yo no soy nada más que una más de ese inmenso bonche de gente que sabe reglas ortográficas y cree poder brindarle algo nuevo y bueno a la humanidad.
Entonces, si estoy convencida de que mi vocación es ayudar, ¿por qué siento que nada de lo que hago ayuda en absoluto?
Si sé que hay gente en mi país enterrada en la pobreza y la ignorancia, ¿por qué simplemente no voy allí y "ayudo" y aprendo y me dejo de tonterías existenciales?
No sé hacer nada bien y últimamente me la paso llorando.
¿Cuántos años tengo? ¿21? Juraría que son 13. Que alguien me devuelva los brackets.
Si está mal matar animales para comértelos, ¿cómo acceder a comer tomates llenos de plaguicidas tóxicos que causan cáncer y matan jornaleros guerrerenses que viajan a Culiacán para poder ahorrar 2 mil pesos con los cuales vivir medio año?
Ya no quiero saber nada. ¿De qué te sirve darte cuenta si no puedes hacer nada?
¿De dónde sacan fuerzas morales los activistas sociales que después el gobierno mata? ¿Es estupidez, autoboicot o el posmodernismo esto que me pasa?
Mi mamá dice que si al graduarme no encuentro trabajo, estudie un posgrado becada. Yo digo que sí, que me gusta, que no habría de otra. Pero en el fondo no estoy convencida del impacto social que tiene la investigación. Y soy lo suficientemente joven como para renunciar de una vez por todas a vivir una vida mediocre e infeliz. Siento como augurio personal esa frase de Sabina que dice "lo que iba a ser, la mierda que ha sido". Qué miedo irme a dormir esta noche y despertar estando peor, sentir que desaproveché un día más, y lo peor de todo es que parece que me da igual. Círculo vicioso de mediocridad y autoreproche.
Alguien me dijo que no me preocupe ahora por el trabajo, que tengo una cualidad que podrá obrar a mi favor. Eres muy simpática, me dijo. En realidad es un teatro que me sale bien.
Tenía tantas cosas qué platicarle a mi mamá cuando me llamó por teléfono, y todo se estancó cuando se enojó porque no he comenzado a tomarme las pastillas. ¿Y qué tal que esta inflamación eterna de amígdalas sea el primer paso de un cáncer en la garganta? ¡Pero si yo ni fumo!
Pero el mundo no tiene ningún sentido.
Ya me voy, a seguir haciendo tarea, porque luego me reprocho ser una buena para nada.
Buaj.

--------- Actualización -----------
Me encontré este post que me alivió mucho de mis penas. Está buenísimo, oíganlo. Clic aquí. Es el que dice Conversación, de Vivian Abenshushan.

viernes, 2 de octubre de 2009

Ni siquiera debería estar escribiendo estos random thoughts porque tengo mucho quehacer.

Últimamente me había sentido mal, muy mal, porque (no sé por qué razón) he estado recordando todas las cosas que yo NO quería ser en la secundaria (la verdad es que no me acuerdo muy bien de qué sí quería ser) y vengo a darme cuenta que varias de ellas son lo que me conforman hoy en día. Yo tenía muy claro, en aquellos ayeres, que yo: era feminista, nunca me casaría, nunca tendría hijos, nunca me maquillaría, nunca perdería mi amor por la naturaleza, y por último, que sería una ciudadana de acciones políticas radicales. Así.

Pues resulta que el martes, en mi clase de Literatura Latinoamericana Contemporánea, nos pusieron a ver la película La Misión, que habla sobre la colonización por parte de los jesuitas de una pequeña comunidad guaraní instalada en la selva. El final de la película está triste, muchachos, pa' qué es más que la verdá. Pero a mí no sólo me pareció triste, sino devastante. Me partió el alma saber que ese final no retrata el final de aquel suceso sino la cotidianidad de varias comunidades indígenas en nuestro país: la muerte y el saqueo no son un tema para lamentar en una película sino en el día a día.

En fin, tenía yo unas ganas inmensas de llorar. INMENSAS. ¿Y saben qué? No lo hice. ¿Y quieren saber por qué? Porque los días que duermo poco me pongo rimel para que los ojos se me vean más despiertos de lo que en realidad estoy; ese rimel es especial porque tiene una capa que permite que se caiga más rápido y así facilitar la tarea de desmaquillarse. Y sé, sé perfectamente que si lloro se hace un chorreadero de pintura negra en mi cara. Así que me tragué, enteritas, mis lágrimas, por la sencilla razón de estar maquillada y no querer arruinarlo.

Significó el apocalipsis, la muerte de un pedacito dentro de mí, el símbolo del más terrible cambio y de la más lamentable decadencia. El sistema me ha succionado. Ahora me maquillo y quiero casarme (por el civil nomás, no me he vuelto taan loca) y quiero tener hijitos a quien amar y soy una ciudadana mediocre más y cuando me enojo muy fuerte con alguna mujer (normalmente una maestra) le digo "pinche vieja" en mis pensamientos. Soy un asco. Y tengo mucho recelos ante la nueva yo. Es (soy) de poco fiar. Snif, what the fuck have I become?

Anyways...

Otra cosa. Por favor, escuchen. Escuchen a sus papás, a sus hermanos, a sus novi@s, a sus alumnos, a su vecino. No quiero decir que lleguen y les digan "¡hola, prójimo, cómo estás, cuéntame tus penas, nada me causaría más gozo que poder escucharte!" sino que a la hora de entablar una conversación, le dejen su espacio para explayarse a la otra persona. Es HORRIBLE sentir que tienes una oportunidad de habla que en cualquier momento inesperado puede terminar bruscamente. Sufres, porque quieres decir todo rápido para alcanzar a terminar; te frustras porque no has terminado de formular tu idea y ya creen comprenderte o estar en desacuerdo contigo; te amargas porque hablar con los demás es una forma de autoescucharnos, y si no nos permiten una mínima concesión de tiempo, pierdes la posibilidad de formular y plantear tus ideas, y quedamos trabados, estancados, como un disco rayado que ya no reproduce la canción, sólo un ruido raro sobre esa hendidura en el CD, sobre esa herida en nuestra capacidad de expresión.

Tengo una maestra que nos da una clase muy peculiar (porque es de mucho pensar y de "intelectualizar" las emociones) y siempre nos interroga sobre nuestros motivos, y siempre nos interrumpe. Imagínenlo un segundo, por favor. Te hace preguntas al estilo de ¿y cuál es tu finalidad última con este producto, cuál es tu hipótesis? Y claro, como tú eres un alumno más y no Alá todopoderoso, recién te planteas la pregunta Y la respuesta, y cuando empiezas a articular tu primer tentativa de respuesta, PLAZ, va y se te encima y no te deja pensar ni dejar claro tu punto y de ahí la conversación gira en torno a la mala respuesta que diste porque no te dejaron terminar, y cuando quieres aclarar que eso no era lo que tú querías decir te vuelven a interrumpir y la conversación se vuelve un absurdo donde cada vez te arrinconan más en tu nicho de incomprensión y aislamiento.

Oh Dios, extraño a mi novio. Al principio chillé como Magdalena toda la semana; después experimenté una tristeza constante pero que me permitía continuar con mis actividades; después me hice a la idea y disfruté a mis amigos y mi enfermedad (otro post después) y mis cosas por hacer; ahora me doy cuenta que estoy bien sin él pero que mi parte más vulnerable y más atesorada se siente desesperada sin él. Conclusión: el tedio, las pequeñas alegrías, los quehaceres cotidianos, las actividades de ocio interesantes pueden ser vividas y disfrutadas sin él; en cambio, los momentos donde siento esa necesidad de profunda entrega, donde el mundo parece quedar reducido a mi sola existencia, son casi insufribles sin él. Sigue siendo, mi querido güero, el silencio explayado sobre mi vida que intento disimular con muchos ruiditos.

sábado, 26 de septiembre de 2009

¡¡¡Chingada madre!!!

Me caga postear muchas veces en un día, pero es mi blog y qué y qué.
He estado escuchando una canción que en un cachito dice I'm nearly with you, y me gusta mucho pero no sé de quién estoy casi cerca. Como dice camarita suicida, estoy esperando algo y no sé qué y las últimas dos noches las he tenido llenas de una ansiedad que no me permite dormir y me causa dolor en las rodillas.
Me cago. No dbout about it.

Punto final.

Hace tantas mañanas que me despierto sola
que he perdido toda capacidad para los besos.

Tu recuerdo me persigue juguetón por cada rincón de la cocina
y yo le ruego que me deje en paz.
Lloro, porque no me hace caso.
Es que nunca estoy de humor, y tú eres tan necio como siempre.

Sobretodo cuando estoy manejando te escucho jugar
en el asiento trasero
y tu risa parece inundar el universo entero.
A mí me dan ganas de llorar, pero me aguanto, porque no me gusta cuando te enteras.

Disculpa, es que normalmente olvido
que la persona en quien pienso cuando estoy sola
es el chico que me miraba a los ojos al hacer el amor
no el que agachó la mirada cuando lo sorprendí
besando a una desconocida.

Nuestros amigos dicen que ya no eres tan juguetón
ni tan necio
ni tan risueño ni tan sensible.
Pero yo así te recuerdo y no quiero que tu recuerdo me pille llorando porque te extraño.

¡¡¡Ya volvió Sin Embargo!!!

Sin Embargo es una revistita semanal que sacamos desde hace algún tiempo (casi 2 años) unos amigos de la universidad y yo. La revista es sólo de alcance universitario pero ha ido creciendo y hay cada vez más participaciones.
Algunos ya la conocen (y quieren cambiarle el nombre a Sin Embergue, ·$%&"*), y otros no, pero aquí está el link pa' que visiten el blog. Este semestre hubo algunos cambios y apenas esta semana que terminó sacamos el primer número.
¡¡Visiten!! Encontrarán ensayitos, cuentos, poemas y fotos.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Este video es muy famoso y a lo mejor ya lo conocen, pero por si las moscas, helo aquí. Imprescindible. Oh, hermosa raza humana.

jueves, 24 de septiembre de 2009

¡¡Ya los descubrí, malditos!!

Podríamos decir de Ernesto que era un hombre bueno. Pero no estaríamos siendo muy precisos. Más bien, si la bondad fuera un pecado, Ernesto no tendría absolución.

Ernesto brincaba, reía, gritaba, saltaba a los árboles, rayaba el suelo, las paredes y los techos con consignas de amor y paz.

Luchaba en pos de los oprimidos; prestaba su voz a todos aquellos que no podían alzarla como él en favor de sus derechos; daba gracias a la vida por la existencia de la pobreza y con ella de todas las formas culturales en las que la gente era tan sencilla y todo lo compartían con él.

Encabezaba mítines y hablaba para convencer a los incrédulos; despertaba simpatías y sus allegados lo reconocían como un líder.

Un día, sentado frente al espejo haciendo observación interna y externa, se encontró con una gran revelación personal: había elegido las causs sociales como un medio distinto para llegar a los mismos fines que había perseguido siempre: poder, influencia, sensación de heroísmo, actitud mesiánica. No veía a los pobres o a los indígenas como seres con ciertas características y circunstancias, sino como sujetos merecedores de su ayuda.

Ernesto se topó con la idea de ser un dictador bajo esa apariencia de tolerancia. Y le gustó.

Dedicado a todos los fascistas disfrazados de hippies.

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Cuando yo estaba en la primaria (o en la secundaria, ni me acuerdo) nos fuimos toda la selección deportiva (oh sí, tuve un pasado glorioso lleno de actividad física) a Guadalajara, a un gran evento interescolar. Lo muy padre del asunto es que dormirías en la casa de algún estudiante del Costa Rica, y claro, competirías para probarle a todo mundo que ruleabas en tu deporte. Yo estaba en básquetbol y me pusieron a vivir en la casa de una niña tan machorra como yo. Después de llegar en la tarde al Costa y comprometernos a vernos al día siguiente tempraníssimo en la escuelita para empezar a ganarles a todos, se fue cada quien con su anfitrión. El problema empezó cuando llegué a su casa y comencé a desempacar. Todo lo que sacaba ella lo miraba con ojos de borrego y me decía "ay, qué bonito", "oh, cuán bello", "uf, qué lindo" y al final "¿dónde compras cosas tan bonitas?" (Recuerden: yo era machorra y vivía en Tepic, ¿serían realmente tan mozas mis pertenencias?). Yo estaba bien chibiada y era tan molesto que casi le gritaba: ¡¡¡¡DEJA DE TORTURARME Y QUÉDATE CON TODO!!!! En fin, logré sobrevivir al momento. (Ahora viene a mí su habitación: minúscula, con una litera metida dios-sabe-cómo, lo cual hacía que sus cumplidos fueran más a quemarropa) Cuando ya había dejado todo en orden, fuimos a su cocina-sala-comedor (había un sillón al lado de la estufa, qué curioso, ¿no? -No manchen, es mentira) y me preguntó su mamá "¿quieres un chocomil, mija?" Y yo gustosa: "¡sí!" Entonces la señora: "uy, mija (dirigiéndose a su verdadera hija), entonces ya no hay para ti" Y escarbó dentro de la lata para sacar algunos últimos polvos mágicos y esparcirlos en el que se convertiría mi vaso. O SEA, ¿¿¿QUÉ PEDO CON ESA MADRE DESNATURALIZADA Y PÉSIMA ANFITRIONA??? ¿¿CÓMO TENDRÍA QUE HABER REACCIONADO?? Lo que hice fue rogarle casi con lágrimas que lo compartiera con su hija, a lo que se negó rotundamente. Lo que hice fue convidarle a la niña, pero a escondidas, porque la primera vez que lo intentamos la madre nos reprendió.
Más tarde nos llevó a una plaza (no me acuerdo cuál) a cenar pizza. Para mi desgracia su hija (mi anfitriona halagadora) era una niña normal que gustaba de la adrenalina y los artefactos diseñados para el divertimento pueril. Pues resulta que en la dichosa plaza había una cosa que era como un pañal gigante amarrado con elásticos a una estructura alta. El resultado: un niño normal podría subirse al pañal por unos cuantos pesitos y disfrutar de subir altíssimo y rapidíssimo y bajar y rebotar y sacarle provecho a la ley de la gravedad! Súper, no? Pues la señora anfitriona mala me forzó (con ayuda de su hija deschocomilada) a subirme. Con la pizza aún sin digerir y yendo esa cosa tan rápido y siendo yo una abuelita prematura, sentía que me moría. Unas náuseas terribles, un miedo escalofriante.

En fin, al día siguiente fui a la escuela tempranito (después de aguantar una sesión que parecía interminable de preguntas acerca de mí y de mis papás y de la escuela en Tepic y de bla bla bla por parte de la señora mala ahora estresada por el chorromil tráfico que había -lo cual la hacía parecer más mala, junto con su actitud CIAesca), vestida de basquetbolista. Perdimos uno tras otro tras otro partido, no sin antes pasar por la fabulosa experiencia de que se me desabrochara el brassiere en medio de un partido. Claro, si usaba brassier ya estaba en secundaria. Y si estaba en secundaria, de seguro me dio mucha, mucha pena.

Desde entonces odio los brassieres, temo al básquetbol y de manera automática respondo en casas ajenas que prefiero tomar leche sin chocolate.

sábado, 19 de septiembre de 2009

La madurez

Despues de pensarlo bastante he llegado a la conclusion de que la madurez es darte cuenta que la gente que mas quieres tiene sus propios problemas y que no debes agobiarlos con los tuyos.

Por eso lloro solita y en silencio frente a este monitor. Nadie me va a oir, ni me va a ver ni me va a consolar (ni pretendo que asi sea). Nomas queria escribir que a mi tambien me da miedo mirar hacia mañana.

Lo bueno de esto es que para cuando lo lean yo ya me habre recuperado y si me preguntan lo negare todo.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Esta noche la vida me parece un pedazo de carne echado a perder

ODIO no poder superar mis torpezas. Y detesto sentir miedo. Pero el miedo que mas detesto sentir es el sexual. Y hoy lo senti. ¿¿¿¿¿Por que la gente tiene la jodida capacidad de violarte con la mirada????? ¿¿¿¿¿Por que a mi chingada compu se le descompusieron de la nada los acentos?????

¡¡¡¡¡ASH!!!!!!

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Carta de una cínica a un perdedor

Ay, no. Estoy tan avergonzada ke no sé ni como empesar esta carta. Mira, ya se ke estas triste y todo eso pero de berdad no era mi intensión lastimarte de esa forma. La berdad es ke en el fondo yo te kiero mucho y creo que eres un súper niño. Nomas ke no eres lo ke estoy buscando. No me siento llena. Pero bueno, me toca disculparme, lo asepto.

Mira, en primer lugar, perdón por ponerte los cuernos en la fiesta de la wera. Si le hice un oral a ese wey era porke estaba medio borracha y porke el se puso súper insistente. Y ya se que tu estabas platicando afuera con tus amigos y que te dije que iba al baño porke me estaba haciendo pipi, pero de berdad que ese wey estaba dale y duro coketeandome. Volteaba a verlo y él me sonreia y pues obio que ya se que eso quiere decir ke quiere ke le haga un trabajito. De todos modos se vino bien rapido. Pero bueno pues, no estuvo bien y quiero que me perdones. Aunke de berdad ke duró bn pokito.

En segundo lugar, no debí aberle escondido nuezes a tu pastel de cumpleaños. Ya se ke eres alergico pero no manches, no creí que te fueras a poner tan mal. Sorry.

En tercer lugar, perdón por chocar tu camioneta y además atropellar a tu gato. Aunke tienes que admitir ke es un pokito tu culpa xk ya sabías ke andaba medio peda y además el Félix estaba tan chikito ke ni se veía. Pero estubo bien chafa ke tubieras ke pagar por el poste de electricidad ke se fue de lado por el golpe. Ke pena, perdoname.

Ay, no. Me duele mucho hacerte esta carta, me acuerdo de muchas cosas ke vivimos juntos y hasta me dan ganas de seguir siendo tu novia. Gracias por las flores ke me mandaste ayer, estan súper lindas, pero mejor ya no me mandes nada. Cada quien tiene que seguir su camino, ok? Ya sabes que siempre te amare.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Mi dentista ha cambiado

Mi dentista siempre ha atendido a la gente de clase media, media alta de Tepic. A sus hijos, más bien. Hace unos años, en mi adolescencia de dientes chuecos, en uno de los muros de su sala de espera, había un cuadro con marco negro que tenía una foto de una tormenta eléctrica en San Francisco. Era una hermosa foto panorámica de la ciudad en el momento preciso. Ahora la ha cambiado por una televisión de plasma, grande pero ligera y con una exhibición despampanante de colores, con marcos negros también. En ella se exhiben todo el tiempo videos de los distintos espectáculos del Cirque du Soleil. Creo que sigo prefiriendo lo de antes, pero la modernidad tiene formas muy coquetas de convencimiento.

En otras cosas, he aquí donde pueden escuchar el podcast del programa de radio al que me invitaron el jueves pasado. (Dato general: mi universidad tiene una estación de radio llamada Itópica y ésta tiene varios programas; uno de ellos se llama Dime Poesía. En este fue donde me invitaron) Podrán escuchar dos poemas míos que musicalizó un chavo cuyo nombre desgraciadamente no logro recordar, y aparte la entrevista que me hicieron. ¡Disfruten (espero)! Clic aquí mero. (Creo que los va a mandar a una página donde están todos los podcasts de Dime Poesía. El mío es el del 10 de septiembre. Clic ahí. Se descargará en sus ordenadores.)

martes, 8 de septiembre de 2009

2:00 am

Arturo trabajaba vigilando el estacionamiento de la tienda por las noches. Normalmente lo hubiera hecho su papá, pero la enfermedad lo tenía incapacitado y de alguna forma tenía que seguir entrando el dinero a la casa.
Su horario era de nueve de la noche a seis de la mañana. La hora extra de todos los días se la pagaban en quince pesos, que sistemáticamente gastaba en El Libro Vaquero, para llegar a casa y masturbarse antes de dormir. No se masturbaba pensando en las ilustraciones del libro, sino en Cintia.
Cintia pasaba todos los días a las dos de la mañana, trepada sobre unos tacones colosales y escondida debajo de una chamarra tres tallas más grande de lo necesario.
Arturo pasaba las horas semidormido, escuchando a los gatos pelearse por la comida y por las hembras y escuchando, también, a los hombres pelearse casi por las mismas razones. El ruido de la ciudad a lo lejos, algunos conductores gritando con el claxon, la luna muy calladita. Y a las dos de la mañana los tacones de Cintia, que pasaba sola todos los días, con su maquillaje excedido y su edad insuficiente. Arturo nomás la veía, lleno de curiosidad en la mirada y de palpitaciones en el pecho, traducidas en erección.
Ninguno trabajaba por gusto ni se daba gustos con el dinero que ganaba: mantener una familia, pasar hambres, pasar sueños, sufrir de soledad.
Arturo pensaba, antes de quedarse dormido, cómo hablarle, cómo acercarse. Siempre se dormía sin solución.
Había clientes más abusivos que otros y uno se permitió el lujo de venirse en su boca. Precisamente era un cliente amigo del dueño y aunque ya había terminado su hora de trabajo tuvo que decir que sí. No le pagaron por ese servicio. Se metió un chicle de menta a la boca y se largó, sin fuerzas siquiera para enojarse, nomás con la poquita dignidad que le bastaba para sentir impotencia.
Ese día se dieron las dos y Arturo sintió sincera preocupación. No, más bien, una profunda tristeza. Media hora después los tacones.
Oye, ¿me regalas un chicle? le lanzó Arturo con voz atropellada, tratando de alcanzarle el ritmo a esas piernas apuradas. Cintia se detuvo en seco, lo miró a los ojos detenidamente, como si disfrutara con la exasperación que le provocaba la situación, y se metió la mano a la bolsa derecha de la chamarra. Arturo se acercó. Ten. Y en ese instante le vio las manos, delgadas y blancas, y las uñas, largas, postizas, llenas de colores y cosas brillantes. Tan pronto como estuvieron al alcance de su vista dejaron de estarlo y el taconeo de Cintia se fue con ella, a maldormir.
El cliente desconsiderado volvió al día siguiente, diez minutos después de que Cintia se había ido. El dueño, el amigo, le dio la dirección de su carne más fresca. Bueno, compadre, no hay tiempo qué perder. Risas estridentes, fingidas.
Arturo, encendida la alarma de su reloj de muñeca puesta cinco minutos antes de las dos, ya se despabilaba, para verla pasar. Estaba precisamente en eso, levantando con la emoción sus párpados pesados, cuando oyó el ruido de una moto, un intercambio de palabras que se fueron convirtiendo en gritos y un leve grito de mujer, evidentemente sofocado. Arturo se inquietó pero creyó que era otra escena cotidiana, como las de casi diario. La motó arrancó y se fue. El miedo y el aburrimiento, encontrados en esta ocasión, lo arrancaron de su asiento. A cincuenta metros no había absolutamente nada más que una uña larga, postiza, llena de colores y cosas brillantes. Arturo la tomó, la observó y la sostuvo mientras lloraba masturbándose.

lunes, 7 de septiembre de 2009

De cómo la ciencia no me sirve para nada en estos momentos

Está científicamente comprobado que tengo
un brazo más largo que el otro,
un ojo más grande,
los dientes de arriba alineados a la derecha,
una enfermedad intestinal incurable,
un problema crónico en la garganta.

Yo sospecho, con base en pruebas, que soy
terriblemente despistada, sobretodo en ubicación espacial
bastante mediocre
solitaria con complejo de fiestera (o lo que es igual)
sociable con complejo de sociópata
hipocondriaca.

¿Por qué, si las sospechas son más fuertes que nunca, la ciencia no puede comprobarme que tu ausencia es la razón de que
mi visión empeore y las tonalidades se hagan grises;
mis defensas bajen y esté más enfermiza que nunca;
mi cerebro se despiste y me pierda por la ciudad con más frecuencia;
mi sentido del humor decaiga y mi producción de risa se atrofie?

sábado, 5 de septiembre de 2009

Life: we're already dead. Love: we're already death.

Vivir mata y la muerte es la única certeza que nos ofrece la vida. La forma en que vivimos tiene muchas variantes pero el modo en que morimos no: lo hacemos solos. Pero este texto no versa sobre la muerte y la epidemia de la soledad sino sobre la vida (aunque ésta también sea muerte) y el amor, "una enfermedad en un mundo en que lo único natural es el odio", dice José Emilio Pacheco.

Como ya decíamos, la vida nos presenta una única limitante, una restricción, una advertencia al nacer y al crecer: cada minuto, cada acción, cada palabra nos acerca más a la muerte, y si sobreviviste al segundo que acaba de pasar, esto sólo quiere decir que estás un segundo más cerca de la nada.

Desde cierta perspectiva, entonces, nacemos muertos. Mejor: nacemos con una cantidad infinita de opciones de vida y la única garantía de que al final de todas y cada una de ellas nos toparemos con la parca. Podemos vivir como nos lo permitan las circunstancias, la imaginación, la valentía, las ganas. Podemos vivir amargados, tristes, ilusos, positivos, desolados, entusiastas, aletargados, delirantes. Podemos ser alumnos, padres, abogados, ladrones, políticos, panaderos, secretarios, hermanos, abuelos, bastardos, hijos únicos.

Así, como quiera que viva su vida, el hombre tiene una estrecha relación con la muerte, pues sabe que al final del trayecto se entregará a sus brazos.

Hay que aclarar, no obstante, que esta muerte que representa el final, no es la única muerte. Hay muertes chiquitas, momentáneas: muertes vitales; y hay también otro tipo, las peores, las muertes vitalicias, que son como la muerte definitiva pero prematura, inoportuna.

Y de esta forma, como hay distintos tipos de muertes, también hay distintos tipos de seres vivos: los sujetos portadores de vida y muerte, y los sujetos portadores de nada. Aquí es donde el amor llega a ocupar su lugar protagónico.

El ser humano fue dotado de una gran capacidad: la amabilidad. Todos somos potencialmente amables. Es decir, todos podríamos ser amados. No obstante, para hacer de las relaciones humanas unas relaciones amorosas, hace falta algo: la capacidad de poder ver lo amable en el otro y la capacidad de poder responder a esa realidad. Hay hombres que son incapaces de ver, pensar y sentir más allá de su cosmos individual; hay otros que están imposibilitados para actuar frente a un ser que encuentran como un destinatario adecuado de su capacidad de amar. Cualquier persona que sufra de algunas de las últimas dos posibilidades, es entonces un vivo agónico, un enfermo de muerte vitalicia.

Los demás, los que encuentran a quien amar y la forma de ejercer su sentimiento, son los sujetos portadores de amor: los sujetos portadores de vida y de muerte.

El que ama, el que verdaderamente ama, confía y se confía. Es decir, al amar, encontramos en el otro un nicho de seguridad, un rincón donde relajar nuestros miedos mortales, un lugar donde perpetuarnos y no perecer. Por ello los seres de amor son seres de vida, porque nos permiten sentir y conservar momentos que se alargan indefinidamente y parecieran ser el antibiótico ideal contra el virus mortal. Y son también seres de vida en tanto que nutren la nuestra con la unión y compartición de la suya.

Sin embargo, los portadores del amor lo son también de muerte. Lo son por el simple hecho de que esperamos de ellos y confiamos en ellos. Y ellos (y nosotros, y todos) no están dotados de ninguna omnipotencia, ninguna bondad sobrenatural, ninguna perfección. Ellos y nosotros y todos siempre vamos a lastimar, y siempre vamos a decepcionar porque en nosotros no está la clave de la supervivencia: nosotros también caminamos en la incertidumbre y bailamos en la oscuridad.

Cuando amamos y somos amados, somos agentes de muerte, aunque no de las muertes mortales y definitivas, sino de las temporales, de las vivificantes.

Para Alejandro

jueves, 3 de septiembre de 2009

Ando lúgubre y ahí les va un poema. Plop.

Muerte

Incluso muerta lloraré mi muerte
porque al cesar mi vida todo se irá
en un desaire definitivo.
Muerta lloraré ríos de huesos.
Ya no habrá de mí
un cuerpo que llore.
No habrá más
que estas lágrimas secas
muertas.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Atenta petición para los futuros suicidas

Bueno, estaba yo hoy por la mañana en mi salón de clases, chilling, esperando que el profesor se dignara a comenzar la clase, cuando mi compadre Santiago me llama la atención diciendo "mira" y poniendo la orilla de la uña de su dedo índice izquierdo en la parte inferior izquierda del micromonitor de su microcomputadora. El título de una nota, en medio de muchas otras, que decía "muere un peatón al caerle encima una mujer suicida". No-puede-ser, pensé. Qué gran mamada. Pobre (neta, POBRE) vato, que "sin deberla ni temerla" (me caga esta frase, pero es que va muy bien aquí) le cae una deprimida encima y plof, adiós vida cruel.

Digo, imagínatelo. Vas tú caminando por la calle, hacia el Oxxo o hacia tu coche o hacia la Iglesia o hacia el motel o hacia la farmacia o hacia la parada del camión y de repente, sin ningún pinche considerado previo aviso te cae alguien encima y te mueres. ¡¡Te mueres porque alguien fue lo suficientemente egoísta y desprevenido como para matarse en un momento en que justo te llevara entre las patas!! Queda claro, digo yo, que las chingaderas también caen del cielo. Como el granizo mutante o los rayos UV genocidas. O como las princesas (este corto lo dirigió mi novio antes de ser mi novio y me dieron ganas de ser su novia cuando lo vi).

Aunque di doble enter sigo obsesionada con el tema del párrafo anterior. Es que NO MAMES, vas nomás por la vida caminando pa' llegar a cualquier fáquin lugar para hacer algo o decir algo o ver a alguien o pensar algo o no hacer ninguna de las anteriores cosas y de pronto... ya no hay NADA. NADA. Ya no hay besos del novio, ni tareas incumplidas, ni peleas familiares, ni revistas pornos, ni traumas con tu cuerpo, ni frapuchinos, ni inconformidad política, ni carros último modelo, ni libros adictivos ni películas que te escupen directo de este mundo a otro mejor, más sufrible. ¿¿Y todo por qué?? Porque a algún despistado ya no le importaba un carajo todo lo anterior y de pronto sintió la urgencia de morirse y no se fijó en ti.

Entonces, yo quiero pedirle a toda la gente que más o menos planee suicidarse y esté leyendo esto, que no sea tan manchada. Que bueno, qué mal pedo que ya no quieren vivir pero existimos otros que sí. Entonces, por favor: si van a disparar un arma y les está temblando el pulso, fíjense que no haya gente alrededor; si se quieren tirar de algún lugar, agachen la mirada para comprobar que caerán sobre suelo firme y no sobre un fracasado colchón humano; si quieren empastillarse, no le roben el medicamento a alguien que lo necesita para vivir; si van a ahogarse con gas, asegúrense de ser los únicos dentro y de estar bien encerraditos (no queremos que el vecino fumador se muera incinerado y no con cáncer de pulmón/tráquea/lengua/boca/esófago).

Pero hay que verle el lado positivo: es tan jodida la situación, que no tienes que vivir para lamentarte. Shit happens.

lunes, 31 de agosto de 2009

Jesús Crucificado, ¿¿por qué no exterminas a todos los pendejos de este mundo de una buena vez??

Publiqué un anuncio en Cruce (la revista de mi universidad) donde ofrecía aventones, pa' la banda que no tiene coche y eso, y pos hacer la buena acción de mi vida y esas cosas cursis bonitas padres hippies tan encantadoras. La única condición era mandar mail a mi cuenta de iteso con el escaneado de su credencial de estudiante en archivo adjunto.

Pero claro. No podía (NO PODÍA) faltar el típico pendejo que me mandara un mail de broma. Yo creo que leyó el anuncio, se metió a buscar quién era la estúpida ñoña que se prestaba a esas cosas y vio mi foto de estudiante, donde parezco oaxaqueña de cuarenta años drogada (no pregunten), y ha de haber pensado "esta pendeja está fea y ñoña, segurito que lo del raite es su estrategia pa' conseguir alguien que le haga caso, porque a esta no la ha de querer ni su madre" y me mandó el siguiente mail:

"hola Licenciadaa!como estas?? vi tu anuncio en el cruce, y me apantallo que todavia exista gente como tu, y por eso me gustaria conocerte, que te parece si nos vemos en la semanaa??? te veria en el iteso para conocernos ok???llevare mi credenciall lo prometoo!!!te mando un abrazoo guapaa!!!muackkk!! espero con ancias tu pronta respuestaa!!!"

Lo que no sabe el muy asshole es que ya averigüé que él no estudia en el iteso, pero su novia sí y está en Ciencias de la Educación y es amiga en Facebook de una amiga mía. Dios Todopoderoso, el Internet está superándote poco a poco.

Y seguramente tampoco sabe el pendejo que suena muy pinche gay en su correo.

jueves, 27 de agosto de 2009

Hemos vivido engañados

A ver, a ver. Si el 46.3% de los maestros de primaria salieron reprobadísimos en el Examen Nacional para Maestros en Servicio, sinceramente yo creo con convicción que entre esos maestros reprobados pueden estar los pelafustantes que dizque me enseñaban en mis mozos años de primaria.
ENTONCES, si eran unos buenos para nada, tal como yo sospechaba, y no saben nada de la vida, y nos dijeron que no existía Santo Clós y que Colón descubrió América en 1600 y que el gótico era un estilo pictórico, ahora surge la gran duda:

SANTO CLÓS, ¿¿¿ACASO EXISTES???

miércoles, 26 de agosto de 2009

¡¡Los y las machistas se pueden ir a la gran mierda!!

¡¡¡Estoy cansada de esta sociedad pro-pene y he aquí una lista (que si fuéramos más civilizados no sería tan) larga de ejemplos que fundamentan mi encabronamiento masivo desaforado febril acumulado!!!

- Me caga que un sinónimo de valiente pueda ser dicho como "tiene huevos". A mí no me cuelgan un par de carnosidades por debajo de la cintura y soy muy valiente.

- Me emputa hasta la médula que mi progenitora reciba menos sueldo que mi progenitor por desempeñar el mismo trabajo, sólo porque ella como yo, no tiene testículos.

- Me fulmina el espíritu oír a alguien decir "esa vieja", o "pinche vieja" o "jijijí jajajá, somos la UVA: Unión de Viejas Argüenderas: qué cool somos, vamos al starbucks". Si no tenemos más de 60 años (e incluso así, porque la juventud está en el espíritu) NO somos viejas. Es una palabra que casi nadie se pone a pensar en lo PINCHE DISCRIMINATORIA que es. Violencia sutil, pero violencia a fin de cuentas.

- Odio que casi toda la publicidad esté dirigida a un sector femenino. ¡¡No somos un pinche rebaño de hombres imperfectos faltos de inteligencia que sólo buscan verse bien!!

- Me revienta la madre el prejuicio de que por ser mujeres somos malas conductoras. Simple y sencillamente: váyanse a la mierda.

- Acabo de encontrar en un diccionario ideológico (sí, existen) esta asociación de palabras que tienen que ver con PROSTITUTA: mujer pública, mujer perdida, mujer del arte, mujer de mala vida, pecadora. ¿¿¿Cómo es posible que bajo la misma palabra estén sinónimos que tienen que ver con la vida fuera de casa, con el mal-hacer desde la perspectiva religiosa, y con una vocación y habilidad, como lo es el arte??? ¿¿¿Por qué rentar tu cuerpo para vivir tiene que significar que estás perdida??? En resumen ¡¡¡¿¿¿Por qué chingada puta madre tenemos que arrastrar desde hace siglos con el estigma de que ser una mujer ejemplar significa quedarnos encerradas en casa con el cuerpo cubierto lavando trastes y procreando hijos, al servicio de un hombre???!!!

- Como ya hice catarsis en el punto anterior, puedo decir más tranquila en este punto que, sencillamente, me dan lástima los que dicen: se puso a llorar como vieja. Pendejos los que se aguantan las ganas, no saben lo rico que se siente.

- Y pa' terminar de una vez por todas, me cago en el padre (por supuesto que en este post no me voy a cagar en la madre de nadie) de todos aquellos que me (nos) miran por la calle como si fuéramos una gran vagina marchante. No somos objetos sexuales. Vayan y cójanse una gallina, hijos de bestia.

viernes, 21 de agosto de 2009

De cómo desde chiquita he sido una fracasada

Lo que ahora están por leer es la crónica de uno de mis primeros recuerdos de fracaso. Ya saben, una de esas veces que, a pesar de nuestra condición pueril, tuvimos conciencia de lo perdedores que estábamos destinados a ser. Oh sí.

Resulta que desde la más temprana edad (entiéndase, 5 ó 6 años) mis papás procuraron involucrarme en ambientes artísticoculturales: iba yo a clases de ballet clásico (donde por cierto la perra de la maestra me ponía en un rincón TODOS LOS JODIDOS DÍAS por ser tan platicona, y así me convertía en la bailarina conversadora más triste del planeta), tomaba lecciones de piano y leía incansablemente (mentira, claro que me cansaba).

Y resulta también que estaba yo inscrita en la primaria más riconaca imaginable: uno de esos lugarsuchos donde los papás de los infantes son de capacidad adquisitiva considerable pero como son de pueblo (sí, sí, Tepic es un pueblo), son bien no-educados y gastan su dinero todos los años en enviar a sus hijos a Disney durante las vacaciones de verano.

Bueno, pues como decía yo. Un mal año a los incompetentes directores del colegio se les ocurrió incluirme a mí en la lista de actividades para celebrar a las madres. Así es. Si usted hubiera mirado en aquel año la hojita doblada por la mitad con el orden del festejo, estaba mi nombre allí, acomodado así:

Alumna de primaria Sara Carolina de la Rosa Aguiar
Número musical. Interpretará la pieza *sabe dios cuál* en piano.

Ya se imaginarán. Primero el entusiasmo irracional de saber que toooda la escuela me iba a ver ahí arriba en el escenario, y tocaría virtuosamente, y sería la niña más pequeña jamás conocida en ser asediada por hombres (de secundaria) sedientos de recitales de música clásica. Y luego, claro, el nerviosismo, igualmente irracional. ¿Y si me sale mal? ¿Y si me pongo nerviosíssima? ¿Y si me dan ganas de hacer popó/pipí/diarrea/vómito? Ay no, ay no, ay no.

Total que se llegó el desgraciado día. Todo iba bien: palabras lacrimógenas y pseudomotivacionales del director, danza folclórica, recitado de poemas, obritas de teatro y a continuación la alumna Sara Carolina de la Rosa Aguiar va a interpretar una pieza clásica en piano. Y aquí empezó el problema. No, no en que fuera yo a tocar, sino en que le hicieron creer a la gentuza rica no-educada que iba yo a interpretar mis magistrales conocimientos en un piano.

Camino yo hacia el estrado muy segura de mí misma, balanceando con discreción y seguridad mi metro veinte de altura, subo las escaleras, y de pronto me topo de bruces con un puñetero teclado de medio metro de largo. Reputamadre, pensé (seguramente en lenguaje infantil de aquella época era algo así como Chiiiiiiin, no mancheeees). ¿Y qué podía hacer bajo la mirada aplastante del director que esbozaba una sonrisa de orgullo puerco? Pues sentarme y simular que iba yo a tocar mi piececita en un "piano" con 20 teclas.

Do re fa bemol mi la do si do bemol fa re si la bla bla blá y de repente no está la tecla que necesito. En un cuarto de céntesima de segundo pienso desaforadamente ¡¡¡NO ESTÁ LA PINCHE TECLA QUE NECESITO PARA CONTINUAR ESTA PIEZA!!! Y súbitamente, el gimnasio se llena de silencio. Tengo un nudononón en la garganta. Me paro indignadíssima y bajo caminando hacia donde está sentada mi mami, que supuestamente era el día para que se hinchara de orgullo maternal y en realidad está por sufrir una gran pinche horrible vergüenza. Y entonces Satanás, tomando la forma de un maestro, me toma por los hombros y me dice al oído "no te pongas nerviosa, regresa a tocar" y me da la media vuelta. De vuelta hacia el estrado, caminando dolorosamente por ese camino que parecía el que me iba a llevar al paredón. Toco las mismas teclas que la pieza me demanda y el teclado me ofrece y en el mismo jodido segundo que la primera vez, me detengo, PORQUE LA ESTÚPIDA TECLA SIGUE SIN ESTAR AHÍ. Ahora sí estaba emputada. Y como desde chiquita tengo gran sentido de la dignidad, no me iba a quedar como idiota sentada en el banco a verle la cara de burla y desconcierto a todas las mamás decepcionadas, los compañeros sorprendidos y los maestros anonadados. Que se vayan todos al carajo, pensé. Separé mis nalguitas del asiento, comencé a chillar como becerro recién parido mientras caminaba y, 'ora sí, me dejaron llegar a donde estaba mi mami. "Bueno, al parecer la alumna se puso un poco nerviosa y no podrá terminar. Démosle un gran aplauso" dijo el pendejo del director. NADIE, ni mis propios padres, me creyeron que le hacían falta teclas a ese teclado. Maldita sea.

lunes, 3 de agosto de 2009

Uy, uy, uy. ¡Hoy es mi cumpleaños!

Y mucha gente me felicitó en Facebook, una manada respetable en persona, y una poca por teléfono. Qué emoción. Nadie me dio regalos envueltos con moños vistosos y coloridos ni nada por el estilo, pero creo que ha sido el mejor cumpleaños que recuerdo en algún tiempo. Qué paique =D. Me reí mucho en el restaurante de mariscos, aunque teníamos el mesero más amargado del mundo y por las prisas le dejé más del 10% de propina, al muy bribón.

Y mañana, tan tempranito como el Sol se levanta de su petate, tomo un vuelo para La Paz, a terminar de festejar con mi novio y su familia en su ranchito apacible y acogedor. ¡Playas hermosas, gringos drogados, jates afamados, tacos de pescado: here I go!

martes, 28 de julio de 2009

Me caga lo cursi, estoy vieja y no quiero perder la memoria. ¡Ay!

Me cagan las canciones cursis que dicen cosas como "sin ti no soy nada", "eres mi viento, los ojos con los que veo este hermoso atardecer en la playa", "no me dejes porque me muero sin ti" y demáaas mamadas.

Creo que lo cursi es síntoma de dos cosas: falta de realidad en esa cosa llamada amor, y falta de originalidad y/o inteligencia para expresarlo.

Es decir, Disney nos hizo creer:
-a las niñas que iba a llegar un príncipe (hasta con la política se meten, como quien no quiere la cosa, incentivando las monarquías) hermoso (¿qué significa esto? rubio, alto y mamado) con un gran carisma a rescatarnos de lo peor de este mundo.
-a los niños que iban a encontrar una muchacha bien acomedida, chichona y bonita que los iba a amar por la eternidad.

Por eso y otras razones más, no tenemos una idea clara, precisa, aterrizada de lo que realmente es el amor, de sus implicaciones, de sus desventajas. En fin, el lado humano del amor y no el plastificado que vemos en la tele y las revistas. Miren, por ejemplo, este precioso amor de poliuretano con bronceado artificial. Ay, maravilloso.

Y, por otro lado, que cuando queremos a alguien, simplemente NO sabemos cómo expresarlo originalmente, con dosis de nuestra personalidad. Sí, así es: no creamos formas únicas y originales de comunicar nuestro único y original sentimiento de amor, en tanto que éste es tan único y original como nosotros mismos. No, señor. Vamos como borregos a decir y hacer lo que todo mundo ha dicho y hecho ya: llénale el carro de post-its; dile que cuando la viste por primera vez sentiste maripositas; dile que sientes que te falta el aire cuando no está. BULLSHIT. La cuestión es sentarnos un momento, con la cabeza fría, y genuinamente averiguar cómo coño nos sentimos. Oquei, tu novio está de viaje y no, idiotita, no te falta el aire. Piensa un momentito y deja de lado tu gigantesca parte visceral. ¿Qué realmente sientes? (No dejen que les caiga por sorpresa. Los sentimientos y las emociones también se pueden racionalizar.) ¿Ya lo encontraste? Ahora, abre tu boquita.

¿Será, entonces, la cursilería, otro síntoma más del subdesarrollo?

(Confieso que me gusta que mi novio me regale flores. A lo mejor porque es el primero y único que lo ha hecho.)

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Creo que con los años me he vuelto cada vez menos espontánea y más racional. Qué lástima. Lagrimitas por esa sara que en ocasiones de lucidez veo claramente que muere despacito, pero a la vez tan rápido.

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Me encontré por ahí en un blog una frase de Nietzsche que dice "Sólo lo que no cesa de doler, permanece en la memoria". Me rehúso, me rehúso firmemente a concordar con esa oración. Yo diría, más bien, que lo que está en la parte más superficial de la memoria es lo que más duele, lo que facilitamente recordamos. No obstante, y gracias a la Santísima Trinidad, buscando (a veces un poquito y a veces en un arduo viaje) entre el polvo del ayer nos encontramos con una infidad de cosas, varias de las cuales nos arrancan sonrisas imprevistas. *Me resisto a darle protagonismo a los que me han herido sobre... todos los demás*

lunes, 27 de julio de 2009

¿Qué sería de mí sin mis conocidos y sin la electronicidad?

Gracias a Eunice descubrí que los dos portales de correo electrónico más populares tienen en su nombre sexo de forma subliminal: (punto)G Mail y (I'm)HOT Mail.

Y gracias a mi noviecito descubrí un nuevo tópico de reflexión: ¿cómo es que he vivido toda mi vida sin una dirección de correo electrónico que termine en @tepicmail.com?

N'hombre, eso de la tecnología es OTRO pedo... Mi hermana mayor dice que tuvo su primera cuenta de mail en la universidad; mi hermano mayor dice que en la prepa y yo digo que cuando me gradué de la primaria. Jijijí, recuerdo que mi primer mail era súper ultra top ñoño: saracarolina2000@hotmail.com Ooohhh, aquellos hermosos y ni-tan-lejanos tiempos!!!

Ya no tengo diarrea pero, por lo visto, sigo atolondrada.

¡Ay, mi racha de posts malos!

domingo, 26 de julio de 2009

A pesar de que me ando muriendo, estoy de buen humor

Y vengo aquí a decirles que encontré mi vocación, mi verdadera misión en esta vida putrefacta e incierta:

Tengo que ser gitana. Con esto viene, por supuesto, tocar el pandero y estar sexy. Pero yo no les voy a pedir míseras limosnas por las calles de Guadalajara o los pasillos del ITESO. Me voy a mantener de conquistar a hombres despistados con mis bailes sensuales acompañados del pandero. Además dice la Wikipedia que en México nomás hay como 15 mil, entonces a lo mejor me da caché ser diferente.

Y además, de ahora en adelante, como muestra de afecto, le voy a decir a todos aquellos a quienes más quiero "te odio con odio jarocho". Me parece una frase taaaaaaan bonita que en vez de insulto parece cumplido. Y si se cambia lo de odio por amor, suena demasiado cursi.

No, creo que no estoy de buen humor. Estoy atolondrada de tanta diarrea y fiebre.

jueves, 23 de julio de 2009

Mis recomendaciones musicales de la semana

San Pascualito Rey.
Adele.
Neko Case.

Ando nostálgica pues (además de amargada), qué querían. Nomás díganme qué les parecieron.

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ACTUALIZACIÓN:

¡¡¡Dios mío!!! Me topé con esta foto en la Interné y ¡¡miren cómo se parecen los mexicanos a los japoneses!!
La de la derecha podría pasar perfectamente por empleada de Fábricas de Francia, un banco o cualquier otro lugar laboral mierda que se imagine usted que obligue a las empleadas a vestirse así. N'hombre, si hasta el sentado púdico está bien mexicanón.
Y qué me dicen de la chica de la izquierda. Mi máxima inspiración en moda (y lo digo sin sarcasmo, de verdad). Se ve que lo que trae puesto es caro pero le vale un sorbete combinarlo y se queda getona en el tren totalmente desparramada. Tal vez allá todos crean que es fashion y mientras aquí pasaría por naca. Lo que de veras hace la diferencia entre esos japoneses y nosotros los mexicanos es que su metro se ve bien nice.

miércoles, 22 de julio de 2009

Ash

Acabo de ver la película Diez cosas que odio de ti (sí, hasta ahora) y a pesar de que debería estar en un humor del tipo "aaaaaaaaaaayyyy, el amoooooorrrrrr", no puedo evitar postear que no sólo no creo en eso de "el amor de mi vida" sino que creo que en prácticamente casi cualquier ciudad del MUNDO ENTERO hay alguien con quien podrías hacer un clic maravilloso. (Eso no quiere decir que no haya una persona con la que te acomodas bien chido y pasas muchos años o toda tu vida. Lo que quiere decir es que podrías haber hecho eso mismo -acomodarte chido y pasar mucho tiempo juntos- con alguien más.)
(Ahórrense preguntarme si conocí a alguien nuevo o si ya no ando con mi hombre. No he conocido a nadie nuevo y quiero mucho a mi hombre.) (E incluso si conozco a alguien nuevo, eso no quiere decir que vaya a dejar a mi hombre por ese otro hombre.) (Porque quiero mucho a mi hombre y aunque podría acomodarme chido y pasar mucho tiempo con otro hombre, estoy feliz con el mío.)
Fin.
Ash.
Ay, no entiendo nada del amor.

domingo, 19 de julio de 2009

Los resultados de la encuesta (post atrasado. Disculpas, disculpas)

Bueno, he aquí los resultados y la publicación de nada más y nada menos de la verdad de cuál de las frases es mía.

1. Ganó con 5 votos (41%) la frase "En la cama no se habla de filosofía". ¿Qué pasa? ¿Es que creen que todo en mi vida gira alrededor del sexo? ¿Me creen muy cachonda o qué? Pues noo, fíjensen. La frase es de Rubem Fonseca y viene en el cuento titulado "Ella", que a su vez está integrado en una recopilación de cuentos llamada "Ella y otras mujeres", todos autoría del brasileño. Buenísimo, se los recomiendo harto.

2. Con 2 tristes votos finalizó la de "No debemos permitir nunca que el futuro se hunda bajo el peso de la memoria". Muchas gracias a es@s dos (16%) que votaron por esta frase, porque a mí me parece magnífica y OJALÁ fuera yo la autora. Pero no. Es de Milan Kundera y está en "El libro de la risa y el olvido". Este libro está TAN bueno que puedo decir que me cambió la vida. Así, machín.

3. "La aventura no está en los lugares sino en los turistas" es la mía. Verdaderamente es la más chafa, ¿cómo es que no se dieron cuenta? Es cosecha de mis horas de reflexión en Canadá. Fueron tres (25%) los astutos que acertaron.

4. La última, "Hoy fue un día feliz; sólo rutina", está también en uno de los libros que más me han impactado, La Tregua, del recién difunto Mario Benedetti.

¡Gracias, gracias, a los 12 participativos! Yyy... perdón por la tardanza para todos aquellos que se morían de curiosidad por saber la verdad. Mop.

domingo, 12 de julio de 2009

"Me dicen el Malavida" parte I y Recomendación amorosa No. 2

Primero la recomendación.

Terminar una relación con alguien es como ver una película completa. Tienes que conocer el final, vivir la historia hasta agotarla. Es lo que comúnmente conocemos como cerrar el círculo. Si no lo haces te puedes quedar con una curiosidad infatigable y molesta por saber qué pudo haber pasado, qué iba a pasar. Cuando anden en las últimas en una relación, asegúrense de terminarla por completo. No se queden con dudas ni con ganas de decir ni hacer nada. Y si están por comenzar una nueva, asegúrense de preguntarle al otro "¿cerraste el círculo anterior?" porque si no se pueden llevar verdaderos chascos, desde que te comparen con la ex pareja hasta que de plano te dejen por volver con ella, pasando por una ligera indiferencia o abstracción del otro que te lleve a pensar que probablemente está pensando en el/la ex. Entonces recuerden: dejar un círculo abierto o una película incompleta puede llevar a esa desastrosa e indeseada situación donde la mente nos tortura con las miles de posibles conclusiones.

Ahora, la primera parte de un cuento que estoy escribiendo: "Me dicen el Malavida".


Yo crecí acompañado de una madre de voluntad férrea. Son tres las principales cosas que recuerdo de ella: trabajó muy duro toda su vida, caminaba con la espalda muy erguida y la frente en alto, y siempre fuimos sólo ella y yo. Esperanza (su nombre de pila) me inculcó que en la vida hay que concentrarse en aprender y no distraerse en amar, pero como esto último es casi inevitable, entonces también hay que aprender de ello.

En realidad fueron muy pocas las veces en que sentí curiosidad por saber quién había sido mi padre, y muchas menos las ocasiones en que mi madre habló de él. Cuando estaba en su lecho de muerte, sin embargo, sintió la urgencia de darme la última y definitiva referencia sobre el hombre a cuyo semen le debía mi concepción. “Todos lo conocen como El Malavida y lo vas a encontrar en Villa Zapata”. La verdad es que cuando me lo dijo sentí una gran indiferencia.

Pasaron algunos meses y yo corté con Socorro, mi novia de aquel entonces. Más bien, Socorro me dejó a mí. Desconsolado, desempleado y huérfano, pensé que tal vez no sería tan mala idea ir a buscar a mi padre. Cuando uno no tiene una meta en la vida, cualquier objetivo, por más fugaz que sea, parece una buena misión.

Primero que nada busqué en Google “Villa Zapata” y me arrojó varios resultados que tenían que ver con la revolución, con agrarismo y con hoteles ecológicos caros. Nada de lo que yo estaba buscando. Después de haber revisado varias páginas y de sentir un poco desgastados los ánimos, me topé con el blog de una chica que decía haber visitado un pueblo en Nayarit llamado así. Su crónica no ocultaba la decepción que había sufrido, esperando encontrarse un rincón selvático mágico y toparse con una ranchería llena de cantinas y polvo. “Ya chingué” pensé, cuando me acordé que alguna vez mi mamá me había comentado que de joven había conocido algunos lugares bonitos en ese estado.

Tomé un camión del DF a Tepic que hizo más o menos nueve horas, que por cierto no sentí porque me fui dormido todo el camino. El único malestar que tuve en el camino fue una ligera preocupación justo antes de quedarme dormido por el hecho de no estar preocupado por lo que iba a encontrar o por cómo iba yo a actuar, qué iba a decir o hacer. Cerré los ojos y desperté en una central camionera fea, en proceso de remodelación y con poca gente, fea también.

Gracias a camiones, taxis y aventones fue como llegué a Villa Zapata. Había tanto polvo que se me metía por la nariz y se hospedaba en mis orejas; el Sol me aplastaba contra la tierra y el olor a vaca hacía más denso el aire.

En cuanto llegué a la plaza principal le pregunté a un hombre de sombrero y camisa desabrochada que si conocía al Malavida. El sujeto estiró el brazo y apuntó en dirección a un restaurante que tenía algunas mesas sobre la calle. En la única mesa ocupada estaban cuatro hombres jugando cartas. “Es el que tiene cara de espantado” me dijo. No estaba seguro si acercarme en esas circunstancias pero en vistas de que sólo a eso iba y de que no había nada que hacer en ese pueblo, decidí comenzar la marcha hacia la mesa donde el hombre que era mi padre estaba perdiendo, aparentemente, hasta los huaraches.

¿Es usted el Malavida?, le pregunté al más consternado, y apenas terminé de pronunciar el mote cuando el ranchero ya se había puesto de pie y había sustituido la mueca de desesperación por una sonrisa ancha mientras me daba su mano para estrechar la mía. “Yo mero, joven, ¿pa’ qué soy bueno?” me respondió muy amable. Tan amable que hasta sentí un chiflón de orgullo de pensar que le debía la vida a ese tipo. “Me gustaría hablar un momento a solas con usted” le pedí. “Ahorita mismo, joven, vamos” y tomó su sombrero y caminó conmigo pasos presurosos, huyendo del trío avorazado que quedaba atrás con su desacuerdo.

Con calma y plantado frente a él pude ver con detalle su peculiar aspecto. Lo que primero saltó a mi vista fue el hecho de que no tuviera cejas; después, que no tuviera los cuatro dientes superiores delanteros. De ahí en más, su cuerpo, incluida la cara, era un lienzo de cicatrices de distintos tamaños y formas. Mientras yo lo observaba, El Malavida me correspondía con una mirada curiosa y paciente, casi agradecida. Me imagino que no todos los días lo salvaban de una apuesta fracasada.

“Creo que usted es mi padre” le escupí a bote pronto. (Socorro siempre se quejaba de mi falta de tacto.) El hombre, contra todo lo que yo pude haber esperado en esas milésimas de segundo entre mi frase y su reacción, sonrió ampliamente y contestó “con que ha llegado el día”. Yo fruncí el ceño y él me explicó “hace algunos años fui a ver a una bruja curandera y me dijo que tenía un hijo y que un día iba a venir a verme, pero no supe yo si creerle porque también me hizo dizque una limpia pa’ que mi suerte mejorara y mi suerte sigue igual de mala, entonces no supe si lo del hijo iba a ser cierto”. Yo no sabía qué decir y él seguía sonriendo y asintiendo con la cabeza, sujetándome en silencio con la mirada. “¿Y cómo diste conmigo, muchacho?” me preguntó después de un minuto que duró una hora. “Mi madre me dio sus datos” “¿Entonces rompió su promesa la Esperanza?” “¿Qué promesa?” “La de nunca decirte nada de mí hasta que se fuera a morir” “Vaya –pensé-. No, no la rompió –respondí” “¡Cómo! ¿Entonces ya se me murió la Esperanza?” No estuve seguro a qué se refería y me limité a contestarle “se murió mi madre”. Ahora lo pienso y todo tiene sentido, las cosas pasaron como pasaron porque así tenía que ser para ese par que éramos entonces mi padre y yo: el uno sin esperanza y el otro sin madre.