lunes, 18 de agosto de 2014

Día 1 de convalecencia: No hay mal que por bien no venga

Hoy fue un día de mágico ostracismo. Vino mi mamá a visitarme y chiquearme y acompañarme y las tres resultaron en éxito. Mi marido cocinó especialmente sabroso. Todas las comidas se hicieron en la cama, en fiel complicidad conmigo (lo cual me llevó a revivir la niñez). No hice nada que no fuera dormir, comer y ser amada. No conocí el día fuera de mi habitación. Sólo vi a la luz del día llegar e irse. Mis dos acompañantes y enfermeros me daban masajitos con árnica en las heridas. Empiezan a mejorar. Me sigue doliendo todo, pero menos. Tengo sueño. Zen duerme a mi lado, como sabiendo lo que pasa y siendo leal a la paciente que esto escribe. 

Vida, estamos en paz.

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