martes, 4 de noviembre de 2014

El Espíritu del Bosque

Durante un tiempo, no recuerdo si fue un semestre o si fueron dos, di clases de filosofía en un seminario diocesano a jóvenes que se preparaban para el sacerdocio.

Una de las materias que me fueron asignadas fue Problemas de la realidad moderna, o algo muy parecido. Recuerdo que en una de las sesiones, los jóvenes hicieron una lista de lo que ellos creían que estaba mal en el mundo de hoy. 

Por supuesto, algunos elementos enlistados eran más bien moralinos, aunque otros eran más críticos y certeros. Mientras engrandaban la lista, uno de los estudiantes agregó algo que me llamó mucho la atención. Dijo que la sociedad se estaba alejando de Dios. 

Lo primero que sentí fue mucha resonancia con sus palabras, aunque algo había en ellas que también me hacía sentir rechazo. Sería mi prejuicio por el hecho de que quien lo decía era un joven seminarista. 

Hoy vi con mi familia la película "Princesa Mononoke", de Miyazaki. Es sumamente compleja, y por lo tanto real. En ella una líder compasiva y amorosa busca destruir al Espíritu del Bosque para poder obtener los recursos de la naturaleza que su pueblo necesita para subsistir. Un joven sensible y sabio intenta al mismo tiempo detenerla y ayudarla. 

La película es tan certera, profunda e inteligente, que me hizo comprender en un instante, años más tarde, lo que aquel alumno intentaba expresar. Alejarnos de Dios solamente puede llevarnos a la autodestrucción. Y esto es porque Dios ES amor, y en la medida en que nos distanciamos de él nos volvemos ajenos a nosotros mismos y a la vida misma. 

Dos recomendaciones tengo para los lectores de este texto: ver la película y amar.

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