viernes, 14 de noviembre de 2014

Bloqueo mundano

Mi sentido del gusto está atrofiado. No sé cómo pasó, ni desde cuándo es así, o si acaso es algo hereditario. Pero desde que tengo uso de la razón y de la memoria todo me gusta. Bueno, es una exageración, pero es muy cierto que casi toda la comida que se cuela entre mis labios me parece rica, y que pocas veces detecto si algo está echado a perder, por ejemplo.

Una gran ventaja de esto es que soy una comensal muy agradable y halagüeña. La mayoría de los platillos que se me sirven me parecen muy disfrutables, y algunos de plano entran en la categoría de excitantes. Y aunque me esfuerzo por detectar y apreciar texturas, colores y sabores, pocas veces puedo acertar con los ingredientes que contiene mi comida. Bueno, también contribuye a esto que soy poco analítica con las cosas que me procuran placer. Me doy la satisfacción de simplemente gozarlas. Y como no soy chef ni una gran conocedora de la cocina (razón también por la que ignoro muchas especias y técnicas), tampoco tengo mucho interés en desentrañar los secretos de una buena mesa.

Por el otro lado, la cara negativa de este aspecto de mi cuerpo es que me pierdo de algunos sutiles pero fascinantes detalles en mi paladar. "¿Detectas la vainilla?", me pregunta mi acompañante. "¿Les gustó más la hamburguesa al carbón?", inquiere el señor. Dependiendo del contexto, contesto un llano y desvergonzado "no" o un "mmm... sí" políticamente correcto.

No me molesta tanto esta situación porque a mi papá le pasaba lo mismo y ahora en mi vida prácticamente todo lo que me recuerde a él me gusta. Además, es muy agradable ser poco exigente en la vida. Vamos, con algunas cosas, por lo menos. Soy muy exigente conmigo misma, con el cumplimiento de mis sueños, con la realización de mis obligaciones, pero con otras cosas que califico de mundanas o poco significativas, me relajo y simplemente las gozo. También se suma a esto que trato de ver el mundo desde una perspectiva amable, lo cual se traduce en mayores niveles de felicidad y buena actitud.

Así que bueno, me gustaría invitar a todo aquel que lea este texto a:
1) Invitarme a comer y comprobar lo anterior
2) Pretender que les pasa lo mismo y disfrutar ampliamente sus sagrados alimentos
3) Comentarme algo al respecto de este texto, porque su silencio ya me está entristeciendo

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Te invito a comer, mijita chula. ¿Cuándo vienes a Gdl para estar preparada? Te quiero. Tu primaza

Anónimo dijo...

A mi me pasa parecido. Casi no huelo pero si soy medio exigente con la comida. Aunque más en el sentido de que esté nutritiva. Mop.

Anónimo dijo...

yo me engullo lo que sea. venga, te reto.