jueves, 25 de septiembre de 2014

Mescolanza convulsionada

En estos tiempos, llevar a cabo una investigación implica, casi necesariamente, pasar bastante tiempo en Internet, durante el cual se hacen descubrimientos que están relacionados al tema de investigación y descubrimientos que no. En estos últimos días de trabajo intenso he navegado por páginas de todo tipo con temas muy variados (también se subraya este fenómeno con el hecho de que para descansar mentalmente, cada tanto me distraigo en Internet buscando cosas de mi interés personal). Eso ha tenido como consecuencia haber encontrado información de todo tipo, que me produjo todo un abanico de emociones y opiniones muy amplio.

Primero que nada, debo confesar que googlé (guglié) mi propio nombre. Bueno, mi nombre "artístico" (qué mamada. Menos el hecho de haberme gugliado que el de tener un nombre "artístico". Porque bien visto, ¿qué diablos quiere decir eso? ¿Que nomás porque me autonombré distinto de lo que dice mi acta de nacimiento, ya tengo un pretencioso interés por hacerme de una identidad o una personalidad artística? ¡Pamplinas, digo yo!). Y una de las cosas que encontré me dio una bofetada tan inesperada que me dejó pasmada, llena de conmoción. Google arrojó como uno de los resultados una foto de la navidad de 2008. Una selfie que tomé al lado de mi papá. Yo con un piercing que me había hecho hacía poco y que, también, me quité poco después (se infectó con el cloro en mis clases de natación) y un chal que de hecho me llevé a Tijuana. Mi papá con sus lentes, su bigote tupido de siempre y una camisa azul, preciosa, seguramente escogida por mi mamá. Me movió sentimientos muy profundos, siendo la tristeza el principal de ellos. En fin... encontrarme su cara sonriente al lado de la mía en un buscador de la web sin preverlo fue bastante impactante.

Segundo, quisiera compartirles una locura que también me arrojó el mundo cibernético. Quería saber si al meter el nombre de uno de mis textos en este blog aparecía entre las primeras entradas (uno de los libros que estoy leyendo sobre marketing digital me dio esta idea y la anterior, no vayan a creer que soy tan narcisista). El primero que me vino a la mente fue el de "Sobre la confianza en Dios y en uno mismo". Para quienes quieran saberlo, no me apareció ni en la primera ni en la segunda ni en la tercera página, y fue en ésta cuando desistí, porque además me había atrapado otro artículo que se titulaba "La autoestima ¿es cristiana?". Quedé boquiabierta con la pregunta que me planteaba la pantalla. Seducida, di clic en el link y lo que encontré en el segundo párrafo del texto fue lo siguiente: "En respuesta a la pregunta y para decirlo de una vez: la "auto-estima" no es cristiana. Todo lo contrario". Mi quijada se fue hasta el suelo.

El primer argumento que dan para contestar tan rotundamente a la cuestión es que en la Biblia no se menciona. Más bien, según ellos y una cita de Jeremías que incluyen, es "maldito" el hombre que confía en otro hombre y es "bendito" el que confía en "El Señor" (y denle con el patriarcado, pero eso es otro tema y no me quiero desviar). Exponen también que sin Dios y ante Dios no valemos nada. "Es más: que de nuestra cuenta sólo podemos y sabemos pecar". No sé ni por dónde empezar a desmenuzar esto... De hecho, no lo haré. Sólo voy a decir que me parece abominable y digno de una película de terror pensar en las legiones de humanos que viven creyendo dos cosas: 1) que no valen en sí mismos (con todas sus funestas consecuencias) y 2) que Dios es un ente externo a ellos y no parte de sí mismos (creencia que es maravillosa y esperanzadora). Así que bueno, qué pena, lo siento mucho. Ojalá que lo estén confundiendo con ego. Aunque aún así, confundir ambas palabras joderá bastante a bastante gente.

Y lo último que voy a plasmar aquí (aunque no haya sido lo último que llegó para sorprenderme) fue lo anonadada que me dejaron dos blogs que me encontré de unas adolescentes que habían hecho de la bulimia y la anorexia el paradójico asidero para permanecer en esta tierra con cierta (¿)cordura(?). Me entristeció mucho leerlas describir a sus familias como sus enemigos, a sus relaciones amorosas como fatales y a sus cuerpos como asquerosos. Se recriminaban no poder mantener ayunos y caer en la tentación de tortas y papitas. Se llamaban a sí mismas "vacas" y lo único que les importaba en la vida era estar flacas, delicadas, frágiles, "hermosas". Quizás son cristianas y el pastor les dijo que el autoestima era diabólica. (Disculpen el humor negro. No lo pude evitar.) Me abatieron principalmente porque yo alguna vez fui así. Algunos viejos recuerdos y viejas sensaciones encuentran un espejo en ellas y sus letras. (Hasta la fecha, le batallo para ver belleza en mi reflejo.) Es desolador, ¿no creen? Ver tanta soledad y tanto desprecio por uno mismo. Me dieron muchas ganas de llorar.

P.D. Efectivamente lloré más tarde, cuando vi en YouTube el discurso que dio Emma Watson en las Naciones Unidas para el lanzamiento de la campaña feminista Él por Ella.

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