jueves, 4 de septiembre de 2014

Corre, Mandarina, corre

Podría confundirse el título de esta entrada con la película alemana Corre Lola, corre. Pero no es de ella de quien esto trata. Es de otra película, de otro personaje. Recientemente vi por primera vez la película Forrest Gump, y me impresionó a tal grado que desde entonces, cuando estoy en una situación que requiere de sabiduría, me pregunto: ¿Qué haría Forrest Gump?

Hay algo maravilloso en el personaje de esta novela convertida en film. Por un lado, está el hecho de que el protagonista logra convertirse en un héroe de guerra, un ejemplo a seguir para las multitudes, un atleta internacionalmente reconocido y un empresario exitoso y millonario. Y todo lo anterior, de modo más o menos involuntario, lo cual es inaudito. Sobre todo, porque la mayoría intentamos conseguir todos o alguno de los anteriores triunfos y muchas veces la vida se nos va intentándolo, mientras que a Forrest le llega de modo espontáneo, imprevisible.

El personaje tiene bajo coeficiente intelectual y aunque podría pensarse que eso es una limitante para conseguir lo que ya se mencionó, pareciera que en realidad resulta su principal fortaleza. Es precisamente la humildad ante la vida que le da su condición mental lo que se vuelve su más importante y benefactora condición. Forrest enfrenta lo que se le presenta, y sin conflictuarse demasiado ni considerar su realidad muy compleja, a diferencia de una inmensa mayoría de nosotros, se concentra exclusivamente en ello. Luego, naturalmente, como todo en la vida, lo que llegó ha de irse y traer consigo algo distinto. Algo distinto que nuestro famoso corredor habrá de manejar con la misma sencillez y prontitud que lo anterior.

Además, quizás precisamente porque su baja capacidad intelectual hace que su cabeza le haga poco ruido, tiene muy claro lo que su corazón tiene que decir: cuándo arriesgar la vida por otro ser humano, cuándo ser generoso y entregarse a los demás, cuándo amar y cómo. La verdad es que esto último, amar, lo hace todo el tiempo y de un modo desinteresado, pero su máxima expresión se manifiesta hacia Jenny, el gran amor de su vida, su mejor amiga desde la infancia y madre de su único hijo, portadora de una gran cantidad de confusión y problemas y dolor, pero siempre bienvenida en el entorno de nuestro amigo oriundo de Alabama, Estados Unidos.

Quizás precisamente porque ama siempre y, de un modo inofensivo e ingenuo, a todo mundo, es que Forrest Gump atrae cosas buenas, llenas de amor, que le procuran bienestar. Forrest ama y La Vida lo ama a él. Es por eso que se ha vuelto mi gurú, mi ejemplo a seguir: escuchar con atención la intensidad y las enseñanzas de mi corazón y confiar en La Vida, dejarme llevar por ella. Esa es la clave.

No hay comentarios: