lunes, 12 de enero de 2015

Vislumbrando la maternidad

Anoche fuimos a cenar mi hijito adoptivo (me rehúso a usar la palabra hijastro) y yo. Solos, por primera vez. Normalmente su papá, mi marido, está con nosotros. Pero ayer no: se sentía mal y optó por quedarse en casa. Así que fuimos a un restaurante de sushi cercano, en el que pediríamos y compartiríamos (sin explicitarlo, ambos lo sabíamos) un arroz lleno de maravillas: aguacate, camarón, filadelfia y bla bla.

Hubo algo verdaderamente hermoso o sublime en esa comida compartida. En ningún momento paramos de hablar: él me contaba detalles sobre sus compañeros de escuela y sobre el maestro nuevo de Educación Física; me platicaba pormenores de sus videojuegos (de lo cual puedo sacar una conclusión: Leo's Fortune está buenísimo y es todo un reto). Experimentamos con la comida y comentamos los sabores. Probó un pedacito del rollo que yo pedí y el limón y la sriracha le hicieron pasar un mal momento.

El camino recorrido con ese lindo niño ha sido arduo: es difícil construir una relación sólida e íntima cuando uno de los dos tiene que salir constantemente de la ciudad, y cuando sí está en casa pasa horas encerrada en un cuarto, leyendo y escribiendo. Hemos tenido que superar miedos, enojos, frustraciones, confusiones e incomodidades. Para todas las anteriores tengo ejemplos, pero prefiero no ahondar.

Y ahora, por fin, parece que nuestra conexión se está asentando, se está volviendo más estable y agradable, más provechosa, más amorosa. Disfruto su presencia, y aunque no me encanta despertarme antes de que salga el sol para darle de desayunar y llevarlo a la escuela, su compañía vale la pena y vuelve mi vida más productiva, más alegre, más sensata.

Es cierto que no soy su mamá, pero esto es lo más cerca que he estado de criar a un ser vivo, de verlo crecer, de impactar en su educación, de convivir íntimamente. (Un tiempo viví con mi hermana y mi sobrina, pero ser tía no es lo mismo que mamá adoptiva o madrastra.) Y esta ventana a la maternidad me gusta. Me gusta mucho.

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