jueves, 4 de junio de 2009

Unos tenis de colores

La primera vez que vio unos tenis de colores fue en su infancia, tendría unos 7 u 8 años. Había ido a la capital con su papá y sus hermanos para tomarse fotografías tamaño infantil en un estudio que olía a humedad. Si por él fuera no iría nunca a la ciudad, pero era requisito de la primaria y en el rancho nadie tomaba fotos como las pedían. En realidad nadie tomaba fotos de ningún tipo.
Habían tomado el primer camión, el que salía a las seis de la mañana y llegaron a la ciudad a las 11, pasaditas. Tomaron la avenida principal y a quien se les cruzara en el camino su papá les preguntaba por algún estudio fotográfico. Adormilado todavía, Saúl mantenía la mirada en el piso y así fue como tuvo lugar el momento mágico en que vio ese par de tenis de un verde brillante. Brillaban como ningún pasto, ningún grillo, ningún árbol que hubiera visto antes, ni aunque estuvieran bajo el Sol de las doce. Subió la mirada para ver con envidia y admiración al dueño, y descubrió que ese hermoso par iba acompañado del cuerpo completo de una bonita muchacha, de voz dulce. Fue ella la que le pudo dar razón a su papá de un estudio ubicado en el centro. “Gracias” dijo el papá y antes de seguir su camino, la chica volteó hacia abajo y le dedicó la más sincera y radiante sonrisa.
Un poco aturdido todavía y volteando repetidamente hacia atrás para ver ese inigualable par de tenis que poco a poco se iban haciendo cada vez más pequeños, siguió a la bola que conformaban sus hermanos y su padre.
Después de fotografiarse fueron a comer pozole y antojitos a un local en la plaza central. Estaban todos sonrientes y su papá contaba chistes e historias de su infancia. Saúl estaba seguro de que hoy era su día de suerte: su papá estaba de buenas y podría convencerlo de comprarle los tenis, que vendían en una tienda grandota muy cerca de la plaza.
“Es hora de irnos” y todos comenzaron a empinar los vasos y limpiarse la boca. Saúl estaba nervioso, estaba emocionado. Volvieron a la avenida principal para recorrer el camino ya andado y Saúl sabía que no podía perder el tiempo. “Papá –dijo, unos cuantos metros antes de llegar a la puerta de la tienda- hay unos tenis bien bonitos que venden en esta tienda. Estos ya están viejos y a veces me lastiman. ¿Me los compras?” “Muéstramelos”, obtuvo como respuesta. Los señaló en la vitrina e inmediatamente volteó a ver a su papá, que le contestó con una mueca de asco y un movimiento horizontal de cabeza. “Los tenis de colores son para vagos y para maricones, y tú no eres ninguno de los dos, ¿verdad?” A Saúl se le formó un nudo en la garganta tan grande que creyó que se le iba a salir y cobrar vida propia. Llegaron al rancho en la noche y su mamá los estaba esperando con frijoles y tortillas.
Pasaron los años y a Saúl le iba tan bien en la escuela que lo becaron y le ofrecieron vivir en la capital. “Bueno”, dijo, y se fue. Conoció a Judith, comenzó a trabajar, se casó con Judith, siguió trabajando y tuvo hijos que eventualmente se fueron de casa para casarse y tener hijos.
Algunos años después de que Judith había muerto de cáncer de mama, Saúl iba caminando tranquilamente por el centro, viendo a la gente y viendo las vitrinas. De pronto, lo que parecía una alucinación. Unos tenis verdes brillantes. No le importó que no fueran los mismos de hace tantos años; sólo tuvo ojos para su hermoso color. Sus pies, como si estuvieran tan emocionados como él mismo había estado de niño, se dirigieron automáticamente hacia la tienda. “Los tenis verdes de la vitrina en 7 y medio, por favor”. “En seguida”. Apenas comprobó que le entraban cuando dijo “me los llevo”. “Muy bien, señor. ¿Necesita envolverlos para regalo?” “No: me los llevo puestos”. Y la sonrisa de Saúl sólo podría haber sido comparada con la de aquella chica de hace tantos años.

5 comentarios:

alter-ego dijo...

Creo que el salto temporal es bastante brusco. Deja demasiado en el aire. Yo re-trabajaria la historia desde el primer momento de quiebre.

Bisous!

Zabioloco dijo...

pues yo llegue de niño a viejo sin broncas...

ah y creo que seré un viejo verde

jejeje

saludos niñita

Manolo Mojica dijo...

Uy otro post controversial respecto a tenis!!

Wally Perez dijo...

Que triste cuento. Me gusto la descripción de cuando era niño, es asi como bien realista vithe.

Unknown dijo...

A mi también me gustó. Por alguna extraña razón me imaginé al sangron de García Marquez como tu señor viejito ....