domingo, 21 de junio de 2009

Blink 182

El 14 de enero de 2004 fue mi primer día de clases en España, cuando nos mudamos. Yo me sentía incómoda con mi ropa, incómoda con mi pelo, incómoda con mi cara, incómoda con todo, como siempre en aquellos días. Pero, sobretodo, incómoda porque era nueva, no conocía nada ni a nadie y no sabía cómo reaccionar, cómo caerles bien, mínimo cómo sobrevivir. La directora de la escuela me dijo "tus compañeros están en clase de deportes, ve a la biblioteca y te recojo cuando sea la hora de la siguiente clase" así que mis primeros momentos me encerré en la biblioteca. Estaba tan nerviosa que durante cerca de 15 minutos sólo acerté a sentarme en una mesa, sin moverme, apenas respirando, viendo de soslayo a los pocos que ahí había dentro, con la mochila todavía en mi espalda, estorbándome y robándome la mitad del espacio de la silla. Después reaccioné, me levanté y agarré una revista, en la cual estaba contenido un artículo que me enseñó a los 15 años qué era un cunnilingus. Mientras leía escuchaba mi mp3. Adam's song. Blink 182, el eterno grupo en mis oídos, en mi cerebro.

A mí comenzó a gustarme esta banda de happy punk en la secundaria, por dos gigantescas razones: por una parte, mis amigos eran los hombres "skatos" (sólo había de cuatro sopas: las niñas fresas, las niñas "normales", los niños fresas y los niños que patinaban) y eso es lo que escuchaban; por otra, porque en realidad siempre he sido más o menos una persona sola, con la inabandonable (no, no existe, me acabo de inventar la palabra) sensación de ser diferente, y mi más grande amigo (verdadero amigo) era mi hermano, y él también escuchaba Blink. Así que bueno, en resumidas cuentas, yo escuchaba Blink. Y no sólo eso sino que pasaba horas y más horas imaginándome cómo sería un beso de Travis, con su labio inferior grueso y su piercing justo en medio; sus ojos azules; su pasión por la batería... De hecho, en gran medida, la imagen que yo formé de hombre ideal tiene mucho que ver con este sujeto (aunque haya andado con Paris Hilton, cosa de la cual me acabo de enterar googleando): simpático, guapo, y apasionado por algo, pero eso es otra historia...

Después llegué España y más soledad y más diferencia y más Blink que me consolara, que me arrancara a otros lugares, con otra gente, con otras historias.

Pero el tiempo fue pasando y yo madurando y conociendo nuevas cosas, así que durante los últimos años de prepa y los primeros de universidad dejé de escuchar a la agrupación californiana.

Pero siempre que salía una canción suya en la radio, en el estéreo de mis amigos, en la computadora de mi hermano, sentía una alegría chiquita, discreta, pero clara, evidente. Y al principio me daba pena decirlo, porque todos me decían "era un grupo bien comercial", "eso es de cuando estábamos morros", "no mames, ese grupo es bien equis".

Pero ahora ya no me da vergüenza. Ni poquita. Las canciones de ese grupo me ponen bien feliz y hasta la fecha me siguen dando una sensación agradable y de resguardo cuando las escucho. De hecho, ahora me gustan más no sólo por su música como tal sino porque traen consigo un montón de recuerdos. Felices, en su mayoría.

2 comentarios:

Zabioloco dijo...

a mi me gustaba Nobody love´s you when you´re 23... corriendo en bolas...

el disco de la enfermera porno...
era un disco que me prestó un amigo que ya murió, pero no se ni quien lo tiene...
y que opinaste de box car racer??
saludos...

Zabioloco dijo...

what´s my age again
(fé de ratas ) (y de erratas tambien)