lunes, 23 de marzo de 2015

Carta semi abierta a mi padre

*Esta carta fue escrita el sábado 21 de marzo de 2015. No está transcrita íntegramente, puesto que algunas de sus partes son demasiado íntimas entre mi papá y yo, o bien, pueden herir susceptibilidades. 

Querido papá. Hoy empieza la primavera. También hoy es el cumpleaños de Hilda. Hace dos años, poco después de que te fueras, la llamé saliendo de clases de la maestría para felicitarla. Quién sabe cuánto me ha de haber costado la llamada, con eso de que fue larga distancia. Aunque la verdad no me acuerdo si le llamé a Tepic. Quitaron el roaming, ¿lo puedes creer? Con una de las estúpidas reformas de Peña Nieto. Aunque esto no es tan estúpido. 

Papá, estoy bien desinformada. Neta, machín ignorante. No leo los periódicos, no me meto a tuiter, cerré el facebook, no escucho la radio. No sé prácticamente nada de nada. Y siento mucha culpa. Me estoy escondiendo de algo. Estoy renunciando a una batalla. Estoy metiendo la cabeza en la arena. ¿Será una manifestación, una especie de depresión? Depresión socio-cultural. Queda adecuado para una Maestra en el tema. 

Papá, casi no aprendí nada en la maestría. En términos prácticos, ¿podría conseguir un trabajo así, sintiéndome o estando tan en la lona? Y en términos morales, ¿cómo podría? ¿Con qué cara? Tú me dirías que hay que echarle ganas y luchar. Que el mundo está lleno de gente mediocre e ignorante. Que yo soy valiosa. Que para todo hay modo. Me están dando muchas ganas de llorar, papá. 

Papá, estoy comiendo sola en un restaurante de Puerto Vallarta. Me pedí una cerveza y ahora estoy un poco tomada. Me encantaría que estuvieras aquí conmigo. Yo creo que a ti también te agradaría bastante. Hay buena música, la comida está rica y está en la orilla del mar. Por cierto, hace rato escuché de la de Susy Q y me acordé de ti. Esta experiencia, esta actividad, algo tiene de mis andanzas en España. Sola, descubriendo y disfrutando el mundo. 

¿Hay algo en la vida que no sea difícil? Me da muchísimo miedo fracasar como escritora, papá. No encontrar los temas, la profundidad, las palabras. "¡Lucha!", me dirías, "¡lucha!". 

Cómo te extraño, cómo me gustaría que estuvieras aquí, cómo se me llena la garganta con el dolor de las lágrimas atiborradas. 

A veces me arrepiento de haberme puesto el tatuaje del antebrazo, papá. Está muy vistoso y además ahora todo el mundo tiene el cuerpo marcado con alguna letra o símbolo o dibujo o mamada. 

Los perros me hacen reír, papá. Creo que los amo. Por lo menos puedo asegurar que a mi perro y al perro de mi hermano.La perra de mi hermana se me hace muy castrosa y delicada. Hay una perra aquí en el restaurante que viene con dos señoras. Está enorme, negra y se llama Chiquita. Atestigüé los besos y los abrazos que le daba a una de las señoras. También atestigüé cómo le ladró violentamente a un vendedor ambulante de cinturones, que frente a la amenaza hizo un gesto sutil y pasivo de asco y desagrado.

En el restaurante tocan a Silvio Rodríguez. Tengo muchas ganas de llorar, papá. El mesero que me atiende se acerca para preguntarme si estoy bien. Se llama Bruno y muy amablemente me explicó todo lo que le pregunté del menú. Tal vez, en vez de responderle "Sí, Bruno, gracias, estoy bien" con una sonrisa, debí haberle dicho que te extraño, que estoy haciendo pucheros por dentro, que necesito un abrazo, pero no suyo sino tuyo, y la imposibilidad y la frustración me mata sutilmente. 

Cosa curiosa: acabo de saludar al mesero de otro restaurante en el que he comido. Me da la impresión de que le caigo mal pero finge y lo disimula. Creo que me dio genuino gusto verlo. Ahora suena en las bocinas una voz femenina que desconozco, inconsolablemente triste. 

Estoy comiendo ceviche peruano, papá. ¿Alguna vez lo probaste? Te gustaría. Yo lo probé por primera vez en un restaurante peruano en Tepic. ¿Y sabes quién era el dueño del restaurante? El papá de Judith, la que fue la mejor amiga de "La chola", la niña que en la secundaria se volvió mi mejor amiga, y quien se puso de novia con Aldo, que ahora está por completo dedicado al arte y la ciencia. A lo mejor nada de esto te interese. O quizás recuerdes nada o muy poco. 

Ya me pedí otra chela, papá. Chinguesumadre. Papá, hay una muchacha sentada muy cerca de mí y está preciosa y me dan ganas de decírselo, pero no quiero que piense que soy lesbiana (neta, así de arcaica es la razón) y tampoco quiero ir demasiado en contra de las estúpidas convenciones sociales. Mientras escribía la frase anterior se levantó y se fue. Andaba con un muchacho guapito, pero con pinta de pendejo. Tanto así que ella miraba con frecuencia su celular. O la pendeja era ella, papá. Se le notaba que se sabía guapa y eso le daba un aire de arrogancia muy, pero muy desagradable. 

Al mismo tiempo llegaron mi segunda cerveza, la Colonial, también de La Minerva, como la primera que me pedí; la recomendación otra cerveza, también clara y ligera como la Colonial pero mejor, según otro mesero que no es Bruno, y directo de Colima; y otra muchacha guapa, con otro muchacho medio pendejillo, y con un corte de cabello muy extraño, medio rapado y medio largo, ella, no él. Se están poniendo de moda las cervezas artesanales y los cortes de cabello medio rapados para las mujeres, papá. 

Yo no entiendo nada. 

Un día me sumergí en la biblioteca del ITESO y me topé con un libro de un ex rector de la UNAM que podría orientarme para entender qué pedo. González Cassanova. Ahora ya no sé ni quién es el rector de la UNAM. ¿Sigue siendo Narro? Doy vergüenza, papá. Discúlpame. 

Pa', ya me voy. Otra vez pusieron música alegre en el restaurante y me la estoy pasando bien perro. Por cierto, acaba de llegar otra pareja y esta mujer no está tan guapa pero trae unos shorts tan cortitos que se le salen las nalgas por debajo. También esos se están poniendo de moda. 

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