domingo, 25 de octubre de 2009

Divorcio (o lo que a esta distancia parece ser)

Llévame a una isla desierta
donde nuestras promesas de amor perduren en el eco
y el enojo en nuestra sangre se lo coman los mosquitos.

Llévame a una isla desierta
para que las estrellas sean testigos de nuestra horizontalidad
y el sol nos acompañe en las alegrías.

Llévame a una isla desierta
para no tener nada ni nadie más que nosotros mismos,
confrontarnos en la soledad, impacientarnos, y así,
seguir amándonos.

Llévame a una isla desierta
en la que nadie juzgue la forma en que nos queremos
y acampemos bajo nuestros brazos.

Y luego, cuando hayamos recorrido la isla y nuestros cuerpos y nuestro espíritu
y hayamos agotado el amor y colmado la imaginación
llévame de nuevo a la tierra,
porque ya habré olvidado el propósito de la soledad
de la ausencia de otros, de poesía y de música,
cuando te haya tomado por sentado y seas un elemento absurdo,
un tumor maligno de la isla.

Llévame de nuevo a la tierra,
cuando las buenas intenciones se hayan acabado
y nos marchitemos frente al seco reflejo del otro.

Llévame cuando las estrellas ya no nos susurren secretos
y la arena nos haya rozado el alma
y nuestros cuerpos sean insuficientes para resguardarnos de las calamidades.

Intentemos llegar a la otra orilla,
a compartir con los demás.
Intentemos no naufragar.

3 comentarios:

Adris dijo...

hermoso, divino, maravilloso :)

alter-ego dijo...

Awww!!!(No sé si acompañarlo con una carita sonriente o una triste)

Guillermo Jáuregui dijo...

carajo contigo....

Intentemos no naufragar, qué hermoso es el vacío de pensar qu todo está tan lleno