jueves, 28 de mayo de 2009

El destinatario

Ella era amante de las causas perdidas. No lo podía evitar. Era amante, también, de tentar al destino. Así que al ver la servilleta ahí nomás, sentada en la tablita adherida al asiento de adelante (aquella que no se debe bajar en los despegues ni en los aterrizajes), plana de aburrimiento, decidió usarla para algo. Escribir un poema. Un poema para nadie, que fuera a parar derechito a la basura, a la expectativa de ser encontrado por alguien.
Empezó a escribir, sin poner demasiado esfuerzo en el texto sino más bien dejando que la escritura fluyera. Escribió:
Este poema es para quien se lo encuentre.
Tal vez algún curioso de la basura
o un indigente
o un perseguido para ser asesinado que se esconda en el contenedor
o un detective que encuentra al muerto en el contenedor
o un niño.
Digo esto porque casi seguro que este papel va a dar a la basura en algún lugar de Estados Unidos.
Pero uno nunca sabe. A veces las misivas sin destinatario se encuentran uno, como si tuvieran vida propia y lucharan por su vocación: ser leídas.
Esto, hasta ahora, no es un poema.
Hay que ir empezando.
La basura es el lugar a donde va
a parar
a habitar
la basura misma
el material indeseado
lo caduco
lo doloroso
lo infectante.
En la basura viven, entonces,
los sueños frustrados
los amores desencantados
los traumas
las servilletas lenas de poesía.

Al final firmó con sus iniciales y escribió la fecha, como hacía con todos sus esvcritos. Dobló la servilleta y, satisfecha, pensó que sólo hacía falta tirarla a la basura. Una vez que lo hizo no volvió a pensar en ello.

Joel estaba siempre a la caza de la basura que los aviones desechaban, porque sabía perfectamente que había restos de comida en muy buen estado, sobras de jugos y refrescos, bolsas de botana consumidas a medias.

Joel Javier Gutiérrez Douchet era un guatemalteco de clase media alta, hijo de un empresario capitalino y de una hippie francesa mucho más guapa que sensata. Joel había recién terminado la prepa y el tedio de la rutina hacía que la idea de comenzar la universidad inmediatamente le provocara una pereza aplastante.
"Vete a viajar -le aconsejó su madre, con su obstinado acento francés-, a que descubras el mundo y a tú mismo".
"A ti mismo -respondió automáticamente Joel, corrigiendo a su madre. ¿Y a dónde podría viajar? ¿Adonde quiera?"
"Pues sí, yo creo".

Después de llevar unas semanas viviendo cómodamente en Estados Unidos con unos tíos, se volvió a sentir aburrido y decidió decirle a todo mundo que había conseguido trabajo y se iba a vivir a un depa. La francesa estaba encantada con la idea, el empresario un tanto indiferente y los tíos agradecidos con la vida. La verdad es que quería divertirse y probar coss nuevas y para ello se iba a dedicar a vivir al extremo: comería lo que pudiera y dormiría en hoteluchos de mala muerte. Así fue como una vez conoció a un vagabundo que le recomendó el depositario de la basura de los aviones.

Esculcando se encontró, como de costumbre, con un montón de basura apetitosa. Se disponía a comerse un sándwich casi entero cuando agarró la servilleta que le quedaba más a la mano y al extenderla para acomodársela en el cuello de la camiseta en un gesto sarcástico que remedaba las costumbres aristocráticas, descubrió que algo había escrito sobre ella. Leyó. Frunció el ceño mientras arrugaba la servilleta y al mismo tiempo que la lanzaba lejos comenzó a buscar otra.

7 comentarios:

Unknown dijo...

Love it.
"En la basura viven, entonces,
los sueños frustrados
los amores desencantados
los traumas
las servilletas llenas de poesía."

Me vi obligada a robarlo (espero no te moleste) con la finaldad de coleccionarlo.

alter-ego dijo...

Este es un gajazo! Tengo en el alma sabor a mandarina.

Bisous!

alejandro dijo...

Hi, me encanta tu blog, (por cierto llevas 95 entradas), me encanta todos tus escritos bueno desde la primera vez que te oi en dime poesia y despues por eunice encontre tu blog bueno nos vemos sigue igual

Micro dijo...

que bonito!!

Qué te costaba chingao!

Micro dijo...

me patea las bolas que entrecomilles lo que más te mueve hacer.

tu literatura es cítrica. Así, sin comillas.

Déjales las comillas a tus lectores, detractores y uno que otro muso. Porque si sigues descalificando lo que haces aduciendo "modestia", acabará por ensoberbecerte más.


Zape cariñoso.

Micro dijo...

nótese la diferencia entre las 18:42 y las 18:54 jeje

Unknown dijo...

totalmente de acuerdo con micro y lo de las comillas.