miércoles, 10 de agosto de 2011

Nota importante pero sustancialmente insignificante

La gente en el transporte público en Tepic tiene por costumbre, en su mayoría, ocupar el asiento próximo a la ventana. ¿Será que somos, en este pequeño lugar, más visuales, más observadores, más ocuriosos o en última y degradada instancia, más chismosos? Sea como fuere, me confío de esta gente que parece más propensa a la contemplación del paisaje y que, además, facilita el acceso al asiento para más personas, lo que agiliza y eficienta (qué par de verbos tan feos) el tránsito por el pasillo del autobús.

Estoy sentada, yo también al lado de la ventanilla, y de pronto siento sobre la piel de mi brazo izquierdo, la epidermis desconocida, cálida, un poco rugosa de un o de una perfecta extraña. No me abruma la necesidad de voltear a mi lado; no siento la urgencia de retraerme a mi asiento, de empujar mi cuerpo contra el muro del camión. Me encuentro cómoda. En un sorprendente e insondable hallazgo descubro que Tepic, todo él, me hace sentir en casa.

1 comentario:

Zabioloco dijo...

Cálida de un o una perfecta extraña...

me gusta tu relato de lo cotidiano