domingo, 10 de agosto de 2008

La playa y otras mamadas

En los tres meses que duró el verano fui tres veces a la playa y todas fueron bien chidas.
La primera vez fui con Lili y Ricardo y fue mágico. Todo era lento, hermoso y parecía estar en armonía. Nada importaba demasiado. Los silencios flotaban entre nosotros como atándonos en vez de alejarnos. Me metí a bañar sola al mar y nadando descubrí a Ricardo mirándome atento, como cuidándome. Y guardé ese pequeño trozo de tiempo en mi corazón. Puede que sea bien pacheco y que incluso le dé un poco lo mismo si estoy a su lado o no (que en el fondo creo que no le da tan igual) pero tiene un corazón inmenso, y sé que me quiere. No sé exactamente en calidad de qué, pero sé que me quiere y que le gusto (en el sentido más básico del verbo). Creo que no lo sabían, pero éramos inseparables en prepa, antes de que me fuera a Europa, y en la secundaria me defendió de las garras de los malvados -de verdad que me parecían malvados- de mis compañeros, aunque algunos de ellos fueran muy buenos amigos suyos.
La segunda vez fue mi regalo de cumpleaños de Migue. Fuimos el sábado por la noche y había tormenta y nos tocó ver unos relámpagos increíbles!!
Y la tercera fue hoy. También fue muy bonito. El mar estaba muy picado y era peligroso así que sólo estuvimos un ratito. Comimos sángüiches hechos por mí y nos tostamos bajo el sol de las dos de la tarde. Y yo, por primerísima vez en mi vida, me puse un bikini bien encuerado. Siempre había tenido traje completo por mi complejo de gordura, y cuando volví de España me compré uno que era el calzón y arriba una especie de blusita que me llegaba abajo del ombligo así que la grasa quedaba encubierta. Pero hoy, ¡hoy!, decidí ponerme uno que me regaló mi hermana hace como un año. Calzón y micro bra (tuve que luchar contra él estando nadando. De hecho se me salieron los pechos más de una vez). Nunca lo volveré a usar por lo que acabo de anotar entre paréntesis pero fue casi milagroso ese sentimiento de seguridad propia, de respeto por mi cuerpo y de amor por la unidad entera y multifacética que soy yo. (¿Por qué todas las declaraciones de amor propio suenan tan pretenciosas, mamonas y narcisistas?)
Quería compartir las fotos pero no encuentro el cable USB =(
Este viernes llego ya a la perla tapatía. Y ya extraño terriblemente todo lo que dejaré: mi gata, mi hermosa sobrina, mis hermanos, mis papás, mi cama, las nieves de Polo, el sushi Yukko y a mis amigos Manuel y Ricardo.
Está lloviendo y yo escucho Trembling Blue Stars. Qué miedo. La melancolía me está invadiendo lenta pero decididamente. Habré de luchar. Hoy quiero terminar de leer Confabulario y melancólica no es precisamente el estado de humor que estoy buscando para leer a Arreola.
Por cierto, me he enterado de que le gusto a otro chico y sigo inmune. ¡Quiero de vuelta la emoción que sentía en la secundaria!

5 comentarios:

Cheshvan dijo...

chido el cotorreo, chida la playa, chido el tanguini (en vez de bikini). Yo también regreso el viernes a Guanais... allá nos veremos.

Wally Perez dijo...

Ah sí, pues yo vivo en la playa :D pero cabe decir que hasta este fin el agua logro esa temperatura perfecta (algo así como fresca (no fria ni caliente sino fresca)y un sol ardiente afuera). Ahora no puedo dejar de hecharme clavados, se siente bien perro.

Marisoul dijo...

hola, jeje gracias por el comentario. Este... nooo fijate que soy de la otra cuna de la mexicaneidad, iztapalapa jaja (al menos eso dice en los letreros: bienvenidos a iztapalapa, "cuna de la mexicaneidad". Aprovechando que ya estoy aqui, le dare una mirada a tu blog. Por ahi nos leemos.

Micro dijo...

yei!

se siente bien chido cuando todos regresan al terruño para reencontrarse con los compas.

En mi caso, será mi último semestre con ellos.

y me pone feliz y en pre-estado de melancolía

Unknown dijo...

que padre lo del bikini! y que regreses tambien, nos vemos el lunes mushasha guapa!