miércoles, 3 de febrero de 2010

Nonesense

¿Se han puesto a pensar lo FEA que es la palabra "papaya"? Pronúncienla varias veces; piensen en ella; díganla lentamente. Estoy segura que llegarán a la misma conclusión que yo. Es fea, la cabrona.
(Sospecho que es la repetición de "pa" lo que ridiculiza al pobre vocablo.)

Les informo, aunque no es el punto, que en agosto del 2011 me voy a ir a vivir durante un año a París (o sea: disfrútenme mientras me tengan). A veces, cuando reparo en ello y además en el hecho de que después de allí a lo mejor termine otro tanto en Nueva York, me da miedo. Vértigo, le llama Milan Kundera. ¿Vértigo de qué? ¿Vértigo de que esos viajes y esas ciudades sean una analogía con el vacío, con la muerte, con el suicidio? No. No creo que sea así. Vértigo de que, por el contrario, son altos escalones que me van a llevar más arriba, no sé precisamente hacia dónde. A lo mejor hacia ser más valiente, o más cosmopolita, o más independiente, o más solitaria, o más tolerante, o más confundida. Sea como sea, esos lugares/escalones llevan para arriba y no para abajo. Y ahí está el vértigo. El deseo de éxito, el deseo de más, da vértigo porque vamos hacia las alturas. Y no hay nada tan cómodo como recostarse en las profundidades de la mediocridad, donde somos una decepción y nadie espera nada de nosotros, ni siquiera nosotros mismos.

Sufro de aburrimiento crónico con mi cabello y amenazo contundentemente con teñirlo de anaranjado. Palabras de apoyo o de burla/rechazo/lástima, bien recibidas.

El amor es muy hijo de perra, independiente e indomable. El amor no es un sentimiento que se genera entre dos o más personas, sino una cosa que nace de dos o más personas para convertirse en un ente con vida y lógica propias. Más, no sé, pero lo poco que les puedo compartir es un descubrimiento que hice el fin de semana, a propósito de no sé qué. El amor de pareja, aunque nos hayan hecho creer que es para permanecer juntos y apoyarse y darse besitos, no necesariamente es así. El amor de pareja a veces nos abre los ojos, nos libra de ataduras, nos sacude la imaginación o nos incentiva el deseo de vivir, de comernos el mundo a grandes mordiscos. Y por eso, paradójicamente, el amor a veces es la destrucción de sí mismo. Me explico: si experimentamos un amor liberador como el que he mencionado, muy probablemente este mismo amor sea la razón de separación de la persona que amamos, de la persona que nos provocó todo esto. Así que el amor, amiguitos, no es nomás para agarrarse de la mano, sentirse cómodo y conectado. El amor, como fuerza propia, como ser autónomo, tiene su propio rumbo, su propio impulso y por tanto, su propio destino.
(Chingado. Pinche vida loca e incomprensible.)

6 comentarios:

Unknown dijo...

Me voy contigo chula

Micro dijo...

Te vas a Paris!!

Tendrás que contarme?

Cafecito?

Erika Ibarra dijo...

A París??? Y eso??

En lugar de venir este verano a dar la vuelta acá conmigo pues...

Espero que mi estancia aquí también sea un escalón de esos pa' crecer digo...

En fin...se le extraña Mandarina.

Anónimo dijo...

Oye loca Papaya no es una palabra aburrida. casi todo lo contrario.

Anónimo dijo...

Supongo que así es, la vida suele ser un constante vértigo.


¡Saludos!

Anónimo dijo...

ufff chingon eso del amor, felicidades, suerte en paris, ojala que nos veamos antes!