jueves, 18 de febrero de 2010

tenis de colores brillantes

Muchas veces he escuchado a la gente hablar de cómo se paran en el mundo. “Yo me paro en el mundo como una mujer que no se conforma”, “yo me paro en el mundo con desesperanza”, “yo me paro en el mundo con el deseo de encontrar el amor”. Yo me paro en el mundo con tenis de colores brillantes, las más de las veces. (Y eso si es que me paro, porque, ¿no es mucho más delicioso sentarse a observar cómo las cosas y las personas suceden delante de nuestros ojos?)

La selección de mi calzado no es accidental y son tres los motivos que me llevan a escoger lo que ya he mencionado anteriormente: tenis de colores brillantes. (No enlisto porque las listas son cómodas y sosas.) Razón número 1: la comodidad. Mi madre, desde que tengo uso de la memoria, siempre me ha dicho cuando vamos al mar que tenga cuidado con él, pues es traicionero. Le creo tanto que extendí la creencia (que no temor) a la vida entera. Hay que tener cuidado con ella pues es traicionera. Seguramente cientos de ocasiones has podido comprobar, lector, que la vida te hace una mala pasada cuando menos te lo imaginas, porque sus razones y designios son tan absurdos que no existen o tan grandes y coherentes que estamos ciegos a ellos. Por eso yo uso calzado cómodo. Porque no sé cuándo me vaya a corretear un secuestrador en alguna de las calles oscuras del barrio donde vivo, o cuándo vaya a tener que correr tras el hombre (que de preferencia va sobre un coche caro) en cuyos ojos creí ver el brillo fulminante del amor verdadero, o cuándo me vaya a topar con una calle empedrada cuya inevitable sinuosidad alerte a mi instinto de supervivencia y convierta mis paso en los de un felino, firmes y cautelosos. Y todas estas posibles situaciones me llevan a la razón número 2: la vida de una persona adulta con quehaceres y obligaciones rara vez contiene pasajes tan excitantes como los que acabo de mencionar. A mí la vida me requiere, casi siempre, pretextos simples y pasajeros para reírme de ella y poder terminar mis días exitosamente. Por eso mis tenis son de colores brillantes. A veces tengo conversaciones tan anodinas, ocupaciones tan posesivas, predicciones sobre el futuro tan oscuras, que necesito algo, cualquier cosa, un recurso de emergencia, para reírme de la máscara tan formal y embustera con que al menor de los descuidos la vida se quiere disfrazar; para liberarme de la sensación de que mi existencia es insoportablemente pesada y no leve, como sé que en realidad es. En esos momentos, entonces, bajo la mirada y me encuentro con unas zapatillas (como le llaman los españoles a los tenis… ridículos) de colores irreverentes, que me imagino que si pudieran hablar me dirían con actitud retadora “a que no te cagas de risa”. Por último, aunque no porque sea la menos importante, la razón número 3: mi calzado deportivo (ya hemos dicho que la vida podría ser un deporte) está provisto de agujetas. Esas agujetas, cualquier par de agujetas, son mi padre. No sólo porque atarlas me recuerde a la época en que mi papá lo hacía por mí, con una fuerza ligeramente excesiva que luego mis pies resentían. Las agujetas son mi padre por la sencilla razón de que mantienen mis extremidades inferiores seguras dentro del zapato y así me evitan caer, y esto, esta labor cotidiana, llevada al grueso de mi vida, es lo que hace mi padre. Las agujetas abrazan y protegen a mis pies como calurosamente lo hace mi padre conmigo.

Si ven por la calle o por las pasillos a cualquiera con tenis de colores, ríanse. Es la intención. Y después, vayan corriendo a comprarse unos, para formar progresivamente una comunidad de gente que busca pretextos para alegrarse y para vivir aventuras. Las agujetas no son indispensables.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Alguna vez Onetti dijo que "los países felices no tienen historia", yo creo que tampoco las personas.

P.D. Me gustó la reflexión que haces sobre las agujetas :-)

P.D.1. ¡Abrazos!

Micro dijo...

nice.

Un paro. No justifiques el texto. O en todo caso, parrafealo mas. Verás que es más fácil y bonito leerte.

Donde describes que vas corriendo me imaginé clarito una escena cualquiera de cualquier novela chafa de tv azteca.

alter-ego dijo...

Sin duda querida mia el ensayo es el género más generoso, y vos sos sin duda una ensayista nata.