Hoy es uno de esos días en que sí deseo morir pronto. Acabar
con la pena que me provoca habitar este cuerpo, esta familia, esta ciudad y
este mundo donde no hay un designio, no hay control posible, no hay sentido:
sólo el esfuerzo de sobrevivir. ¿Por qué apremia tanto esta necesidad, este
gusto por la no muerte (no puedo decir gusto por la vida, porque ésta implica,
necesariamente, la práctica del deporte, la ausencia de vicios, la sonrisa
espontánea)? ¿Será heredado? ¿Nos viene de la animalidad? Quizá. Pero esas
bestias que somos por dentro no han comprendido, entonces, que esa “civilización”
en la que tratamos de encajar no nos facilita nada. Es un esfuerzo, continuo e
irracional, por llegar a la noche, por llegar al viernes, al 31 de diciembre. “Es
difícil recordar vivir antes de morir”, dice una canción de Modest Mouse que
disfruto mucho. Aunque me aterra un poco. La iba escuchando hoy rumbo al
trabajo, y el estómago se me hacía un nudo. Me gustan algunas cosas del
trabajo, pero no me gusta la presión, los gritos, la falta de tiempo, las
muecas hostiles. ¿Será que soy floja? ¿Que soy desidiosa, que estoy
malacostumbrada a la buena vida? No encuentro la lógica detrás de trabajar todo
el día, todos los días.
He pensado que lo único cierto a lo que puedo aferrarme hoy
es que tener hijos no es una opción de amor. ¿Cómo forzarlos a este sinsentido,
a este dolor, a los nudos en la garganta? ¿Cómo pagarles ropa, médicos,
escuelas? No soy capaz de conservar un trabajo, un gusto laboral por algo. ¿Será
que aún no encuentro lo mío? Como quiera que sea, no podría mantenerlos. ¿Cómo
lidiar con la responsabilidad de otras vidas, además de la mía?
El médico me dice que tengo unas cantidades industriales de
estrés. Reconozco, en lo hondo, que la mayor parte de ese estrés es emocional.
Estoy muy enferma de mis intestinos y me han recetado tanto medicamento como
para una persona próxima a la muerte (y de nuevo, ese intento de huir en
sentido opuesto a la parca). Quisiera no tener ese mal en mi cuerpo, porque me
resulta doloroso, molesto. Amo mi cuerpo porque es lo único que tengo, de
verdad, en este mundo material. Cómo me gustaría que no le pasara nada malo
nunca. Yo sólo quiero escribir, y estudiar posgrados y dar clases. Pero sobre
todo quiero hablar con la gente, escuchar a los demás, aprender de ellos,
observarlos, desarrollar por completo ese amor que quiero sentir por todos,
porque es un modo de sentirlo por mí misma.
Quisiera tener la fuerza de superar esta mala racha rápido.
Porque no me queda más que aprender y disfrutar, porque tengo la certeza de que
voy a morir pronto. Quizá este tiempo es precisamente para eso, para aprender,
y acercarme aún más al día en que ya no seré más que estas letras que dejo
ahora, regadas como el tiempo deja al polvo por donde pasa.
*"Morir pronto" es un proyecto de ensayos literarios de corte autobiográfico en el que estoy trabajando. Ésta es, pues, una muestra de él.
2 comentarios:
Ojalá no te mueras pronto. Tus palabras están llenas de vida y esperanza.
pues de todo lo que has escrito ésto es lo más malo que te he leído.
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