martes, 24 de agosto de 2010

Apología de los tacones

Todos habrán podido darse cuenta, estoy segura, de esa moda arrasadora que se ha instalado entre el común de las mujeres: usar zapatos, sandalias o botas de un tacón que, sin exagerar, podría calificarse de descomunal (palabra cuyo significado es: "extraordinario, monstruoso, enorme, muy distante de lo común en su línea". Me gusta, me parece justo). Tengo entendido que este tipo de calzado -si es que aún puede calificarse así, porque a mi parecer se inclina hacia lo absurdo, lo circense: a los zancos- se reservaba únicamente, hasta hace algunos años, a las "chicas de la vida alegre", a las "bailarinas exóticas"; es decir, a las prostitutas y a las teiboleras. Sin embargo, en el día a día me doy cuenta de que estos objetos han abandonado las esquinas y las pistas para arrimarse a las oficinas, los hogares, los centros comerciales, ¡las iglesias, incluso! Han tenido la fortuna, estas vistosas zapatillas, de abandonar el umbroso y apartado sitio de las minorías para entrar, gloriosas y altivas, en el espectáculo y los reflectores de lo fashion.

Diseñadores de prestigio internacional no sólo se han unido a esta nueva tendencia, sino que la liderean: Manolo Blahnik, Christian Louboutin, Chanel, Versace, you name it. Mártires creadores de todo aquello que embellece a la mujer: me encantaría poder agradecerles. Yo lo haría desde mi trinchera, que es la de espectadora, pues me declaro incapaz de usarlos, pero la desventura de no poder dar las gracias se debe a que, en espera de que quienes los portan se vean sensuales y distinguidas, me decepciono terriblemente cuando caigo en la cuenta de que sólo una reducidísima élite de féminas adiestradas en el uso de los tacones pueden andar, ya no digamos coquetamente, sino con éxito, con ellos puestos. Si tan sólo la mayoría pudiera hacerlo con gracia...

No me voy a quejar de que son instrumentos de tortura, que además de inutilizar a la mujer y lastimar su fisionomía, la condenan a ser un objeto de ornato. Un objeto atractivo, claro. Esos chamorros, la postura derecha y el pecho hacia fuera, la frente en alto y las nalgas acentuadas. ¿Quién puede negar que las mujeres sobre tacones son tan sensuales? Y no sólo sensuales. Las mujeres entaconadas son, también (por si fuera poca cosa su sex appeal), aventureras: aman la vida y se arrojan a ella con pasión.

Conocido es de todos que las calles de nuestras ciudades hoy en día no se pueden calificar de ser precisamente seguras: las raíces de los árboles le arrancan a las banquetas su planicie; hay piedras por todos lados (las mismas piedras en las que tropezamos dos veces) y ya no digamos violadores y asaltadores. Y, a pesar de todo esto, las mujeres tienen la intrepidez de calzarse un par de pedestales, justo como los que merecen por esa valentía tan excepcional. Caminan por las calles bajo la tormenta de piropos con ningún otro paraguas que el de su dignidad (o el de hacerse las sordas); se suben a los autobuses urbanos (corren, incluso, para alcanzaros en los parabuses) y con el resto de los pasajeros sobreviven la marea de montaña rusa que se vive allí dentro; suben escaleras y algunas incluso cargan en brazos a sus retoños. Embellecen el entorno citadino y subliman al género humano, sin duda.

A mí sólo me queda una pregunta: ¿y si se caen?

4 comentarios:

El hombre de ocio eterno dijo...

...se levantan.

Bienvenida de nuevo a tu espacio de expresión. Te echaba de menos. Suerte con el inicio de semestre.

Zabioloco dijo...

Tacones...

Pues en mi caso, es curioso cuando de repente alguna doctora trae tacones al hospital. Generalmente se mueven en áreas de movimientos rápidos como en las de pediátricos.

Ver a una mujer en acción, decidida y en tacones, ofrece un atractivo visual que distrae la mente un momento y piensa:
- Esta dama es increíble.

Después, le toca hacer guardia y observas que al bajarse de sus elevadas cumbres; a unos zapatos de plástico, incluso la encuentras más atractiva, porque con ellos es mucho más efectiva...
(chale ya ves, por hacerme de la boca chiquita, pusé puras pachecadas)

saludos ...

XOXO Lucy, Lou, Luc. dijo...

Este verano me compre un par de tacones rojos, de un rojo furioso y con un tacon poro mas que intrepido, por que? Por que hay una conotacion divina detras de un par de tacones y un labial rojo se esconde al palabra "Mujer". Y es eso, el sentirse ya no coquetas y bellas, sino como muy mujeres, como si existiera todo un statement detras de ellos.

Confieso que soy de las que estan aprendiendo a moverse en esas bellezas de 12 cm apenas, y si aveces falseo aun, y espero dominarlos algun dia pero nunca me he caido. Y la verdad no recuerdo a ninguna mujer que se haya derrumbado por andar en tacones...

Anónimo dijo...

En mi oficina estamos tomando un curso de protocolo pues buscamos una imagen más profesional. La clase pasada nos dijeron que los zapatos de piso eran inaceptables por lo que tenemos que usar tacón a diario y se ha hecho una regla de vestimenta para las empleadas.
Es absurdo que la Ley Federal del trabajo obligue a las empresas a procurar la salud de los trabajadores con ergonomía en sillas, computadoras, etc., y que la propia empresa tenga en su reglamento el uso de calzado que hace todo lo contrario.
Y no hay nada que hacer... pues viéndonos profesionales tendremos más trabajo...