lunes, 22 de junio de 2015

Jurassic World: lo bueno, lo malo y lo de siempre

Precaución: esta entrada contiene referencias explícitas a algunas escenas o detalles importantes de la película.

A quien me pregunta que si me gustó Jurassic World les respondo, intencionalmente, de modo ambiguo: sí y no. Y es que, como pocas veces, esta película me resultó sinceramente simpática en algunas de sus partes, pero de modo simultáneo me irritaron los clichés, los lugares fáciles y los estereotipos a los que recurre con comodidad. Esto no es de extrañar, por supuesto, dado que filmes como éste están pensados para ser consumidos masivamente, y como dice mi marido, hay que buscar el mínimo común denominador. Parece que les funcionó, porque el Google me dice que llevan más de mil millones de dólares recaudados en taquilla.

Por un lado me parece muy inteligente la decisión de los guionistas de incluir al personaje de Lowery, que es una especie de caricatura de un hipster. El personaje encarna las características generales del estereotipo de hipster, y al mismo tiempo que es una pieza de relativa importancia en la historia, es el blanco de la burla no sólo de sus compañeros de trabajo en Jurassic World, sino de la misma audiencia. Me dio la impresión de que todos conocemos a alguien así y de que la risas que causa son una sana catarsis contra la solemnidad de este nuevo grupo social que me parece que se toma a sí mismo tan en serio.

Y también hay que decir que el largometraje me mantuvo interesada e incluso angustiada durante su totalidad. ¡Qué increíble la idea de unas criaturas tan inmensas! Debo de confesar que la introducción de ese animal acuático de proporciones legendarias que come tiburones fue recibido con mucho agrado de mi parte. Me dio escalofríos, es más. No sólo la posibilidad de que exista un mamífero de esas dimensiones, sino la idea de estar como espectadora en un espectáculo de ese tipo. Qué delgada e ilusoria es la línea que divide un lugar seguro de uno riesgoso; lo civilizado contra lo salvaje; lo humano frente a lo otro.

El tema principal de la película me parece a un tiempo cursi y trascendental. Está muy gastado eso de lo genéticamente modificado y además está abordado desde una óptica superficial y melodramática: quienes defienden a La Naturaleza (así, con mayúsculas) lo hacen con un dejo de sentimentalismo barato. Sin embargo, es cierto que todas los cambios que se le hacen a los animales y a los alimentos son de gran repercusión para la vida del planeta entero. Pero claro que a Monsanto y Hollywood les importa poco.

Y hablando de marcas, me resultó bastante molesto encontrarme por todos lados referencias a las corporaciones que patrocinaron la película: Starbucks, Mercedes Benz y Samsung. Tanto así que hay artículos en internet que hacen referencia a esto, y que argumentan que esta película fue demasiado lejos con lo que se llama product placement o presentación de productos. ¡Yo me quiero meter en otro mundo, no ser recordada constantemente de los empresas más grandes y poderosas del mundo "real"! En fin, esta decisión me parece que rayó incluso en lo vulgar. Hace poco hablaba con mi marido sobre lo que me parece que es el proceso de emputecimiento en el mundo, que no es otra cosa que vender nuestros cuerpos, mentes, tiempos y valores a cambio de unos pesos para sobrevivir en el mundo. Pues bien, me parece que Jurassic World se emputeció.

Sobre la "domesticación" o dominio o control que ejerce el protagonista sobre un cuarteto de dinosaurios, no me apetece decir nada más que: trillado, típica historia de hombre blanco. Acerca del hecho de que la protagonista va perdiendo ropa y consigue correr por todos lados y salvar vidas con tacones, sólo voy a soltar un: las mujeres seguimos siendo un objeto sexual que vende entradas mientras más curvas y piel se le vean y que poco importa como sujeto complejo. Y de que al final los "desalmados", "capitalistas" hombres pierdan y los inocentes y los soñadores y los rectos ganen, pues, qué puedo decir: una más a los anales de las películas de guión previsible.

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