Cuando yo era una pequeñuela de quince años vivía en España y tenía un profesor de filosofía que llegó a ser mi gran (gran, gran, gran) amigo. Ha sido, hasta la fecha, una de las personas de las que más he aprendido en mi vida. En fin. El caso es que el susodicho una vez me dijo: "Sara, tienes una obsesión enfermiza por el control. Te preocupas demasiado por someter a tu poder las circunstancias y aún no te has dado cuenta que no hay nada que puedas hacer al respecto". Yo, pensé: "joder" (claro, en aquel entonces maldecía como española).
Con el paso del tiempo he ido aprendiendo que la vida es una prueba constante de nuestra flexibilidad, de nuestra espontaneidad, de nuestra capacidad de improvisar.
Sin embargo, sigo creyendo (y firmemente, además) que hay cosas que NO deben ser improvisadas sino cuidadosamente revisadas, estudiadas, planeadas, analizadas, ejecutadas. Por eso vivir en este país me fatiga, porque todo es improvisado, todo es al "áhi se va", "a ver cómo sale en la marcha": la construcción de puentes (y no se diga de túneles), el remodelado de calles, la tala de árboles...
Los mexicanos estamos al revés: lo importante lo improvisamos y en lo espontáneo somos rígidos (queremos controlar el romance, la lluvia, las conversaciones). Somos una nación de mal cogidos, dijera Ibargüengoitia.
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6 comentarios:
en desacuerdo con ibarbuengoitia
jajaj
Por eso no nos salen las tranzas =(
"joder" y mal cogidos...
por ejemplo
cuando considerarías que cogiste mal???
saludos y buen viaje
Que bueno ya no maldices como española.
Te cacheteaba.
Un abrazo Doña Florinda!
io tmb tq
digamos no a la improvizada!
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