sábado, 27 de marzo de 2010

No hay duda alguna

El amor no existe.

Existe la vivencia personal, en pareja, de una cosa rara que nadie entiende y a todos nos duele.

Sin dudarlo, lo afirmo: el amor no existe.

miércoles, 24 de marzo de 2010

De cómo si los dioses nos odian, estamos destinados al fracaso

Este es el ensayo que escribí aquella vez que hice la actualización absolutamente idiota sobre mi vida para mis fieles lectores. Fue escrito para mi clase de Mitología y está pensado en La Odisea.

Hace poco, apenas (reconozco la vergüenza pronto, ahora que recién comienza este texto), supe de forma somera, aunque extensa, la historia detrás de la Ilíada y la Odisea, nombres tan conocidos que su uso excesivo parece haberlos vaciado de significado.

Conforme escuchaba el relato (tuve el indecible placer de haber oído la historia y no de leerla, recordando así una época que nunca existió para mí pero que extraigo del imaginario colectivo, donde mi abuelo me sentaba en el piso frente a él y me contaba sus aventuras de otrora), me daba cuenta que la presencia de los dioses griegos era muy repetida. Estaban en todos lados, en los peores y los mejores momentos. Hacían alianzas, castigaban, favorecían. Eran intransigentes, comprensibles, empáticos, excesivos y caprichosos. “Qué raro”, fue lo primero que pensé. “Qué raro que intervengan precisamente en las situaciones en que todo parece perfecto o insalvable; qué raro que parezcan tan humanos y al mismo tiempo tan ajenos, tan poderosos y dueños de sí mismos”.

Después, me cayó el veinte (el maldito/bendito veinte casi siempre cae después). Los dioses no existían, y quienes escribieron estas historias, tampoco creían en ellos. Los dioses son los personajes. Pero ojo. No quiero decir con esto que los personajes son dioses. No. Quiero decir que todas las acciones que se veían afectadas de forma positiva o negativa por los supuestos dioses, eran inducidas directa y únicamente por los mismos humanos protagonistas de las historias. Eran ellos quienes sacaban las fuerzas para triunfar o para perder, para conseguir o para olvidar, para llegar o para perderse.

Así, pues, en una premisa lógica, podemos decir que si los dioses somos nosotros, y los dioses nos odian, podemos certeramente afirmar que estamos destinados al fracaso, porque si los dioses nos odian, esto no quiere decir otra cosa que nosotros nos odiamos a nosotros mismos, y por tanto nos tenderemos trampas y auto boicots.

Ahora, aterrizándolo en la historia de la Odisea, bien podemos decir que no fue el enojo de Poseidón, el rey del mar, lo que inició la serie de fatales aventuras por las que tuvo que atravesar Ulises para volver a su tierra, al amor, y finalmente, a sí mismo. Fue el propio Ulises quien se impuso un castigo o se recetó una aventura que se le salió de las manos. Es más, podríamos simplemente decir que Homero escribió una historia de amor verdaderamente perdurable: no importa la separación, las dificultades que cada uno afronta por su cuenta los une y fortalece como pareja.

En conclusión, lector, les pido que no olviden que tras estas historias épicas, quienes mueven los hilos no son los dioses, sino los hombres, y que en nuestras historias cotidianas, épicas o no, quienes vivimos y decidimos cómo hacerlo, somos nosotros. Ningún dios detrás de escenas.


miércoles, 17 de marzo de 2010

2 x 1

La torpeza consiste en no saber copiar; la estupidez en no saber crear.

***

Lentamente,
el orden de las cosas
-ese que no existe-
cae sobre ellas
como el polvo
-que llegó para nunca irse-
de nuestra casa.

jueves, 11 de marzo de 2010

Actualización absolutamente idiota sobre mi vida para mis fieles lectores

Estoy sentada frente a una computadora instalada en un salón de mi universidad (lleno de mesas largas sobre las cuales hay decenas de computadoras) dedicado al uso público de la tecnología para los estudiantes, empleados y profesores.
Estoy, claro está, haciendo cosas mucho más trascendentales que estar sentada pensando qué carajos decir en mi blog.
Estoy, en realidad, escribiendo un ensayo para mi clase de Mitología.

Estoy, como les decía, justamente enfrascada en esa divertida y satisfactoria labor, cuando veo que un sujeto llega al pasillo de computadoras ubicado frente al mío, se sienta frente a la pantalla de un ordenador que queda muy visible desde donde estoy sentada, y de pronto descubro el mensaje que está impreso en su camiseta, en la espalda: "Float like a butterfly, stink like a bee". O sea, "flota como mariposa, pica como abeja".

Sólo quiero decirle esto a ese vato: PUTA, QUÉ GAY ESTÁ TU CAMISETA.
Él nunca sabrá esto. Está ocupado checando su facebook.

----------------
Ya me gustó esta babosada de actualizar idioteces (debería conseguirme twitter). Bien, en orden cronológico:

1. Fui al baño a hacer pipí, y el baño al que me metí APESTABA A CAÑO POSTAPOCALÍPTICO. Muchachas, muchachos: si traen una diarrea diabólica y/o ingieren alimentos de dudosa calidad y el producto de sus deyecciones es franca y socialmente rechazable, tiren el papel que pasaron por la raya ubicada entre sus nalgas al water, y NO AL CESTO. Gracias.
2. Sentado a mi lado está un tipo con cuerpo y cara de geek total, de esos que se masturban un montón pensando en su maestra de primaria y en las muchachas sensuales, de plástico y operadas (resentimientos aparte) que salen en las primorosas revistas tipo TVyNotas, pero habla como si fuera un tipo con gran personalidad, y no para de repetirle a una amiga con la que está platicando "arre lulú", con su voz grave y aguardentosa de tipo con gran personalidad.

Aprendizaje del día: los tipos que se masturban con las barbies de carne y hueso que vienen en revistas que cosifican a la fémina, y/o en su profesora, ahora seguramente añeja, de primaria, pueden ser tipos con gran personalidad.

Arre lulú.