martes, 28 de julio de 2009

Me caga lo cursi, estoy vieja y no quiero perder la memoria. ¡Ay!

Me cagan las canciones cursis que dicen cosas como "sin ti no soy nada", "eres mi viento, los ojos con los que veo este hermoso atardecer en la playa", "no me dejes porque me muero sin ti" y demáaas mamadas.

Creo que lo cursi es síntoma de dos cosas: falta de realidad en esa cosa llamada amor, y falta de originalidad y/o inteligencia para expresarlo.

Es decir, Disney nos hizo creer:
-a las niñas que iba a llegar un príncipe (hasta con la política se meten, como quien no quiere la cosa, incentivando las monarquías) hermoso (¿qué significa esto? rubio, alto y mamado) con un gran carisma a rescatarnos de lo peor de este mundo.
-a los niños que iban a encontrar una muchacha bien acomedida, chichona y bonita que los iba a amar por la eternidad.

Por eso y otras razones más, no tenemos una idea clara, precisa, aterrizada de lo que realmente es el amor, de sus implicaciones, de sus desventajas. En fin, el lado humano del amor y no el plastificado que vemos en la tele y las revistas. Miren, por ejemplo, este precioso amor de poliuretano con bronceado artificial. Ay, maravilloso.

Y, por otro lado, que cuando queremos a alguien, simplemente NO sabemos cómo expresarlo originalmente, con dosis de nuestra personalidad. Sí, así es: no creamos formas únicas y originales de comunicar nuestro único y original sentimiento de amor, en tanto que éste es tan único y original como nosotros mismos. No, señor. Vamos como borregos a decir y hacer lo que todo mundo ha dicho y hecho ya: llénale el carro de post-its; dile que cuando la viste por primera vez sentiste maripositas; dile que sientes que te falta el aire cuando no está. BULLSHIT. La cuestión es sentarnos un momento, con la cabeza fría, y genuinamente averiguar cómo coño nos sentimos. Oquei, tu novio está de viaje y no, idiotita, no te falta el aire. Piensa un momentito y deja de lado tu gigantesca parte visceral. ¿Qué realmente sientes? (No dejen que les caiga por sorpresa. Los sentimientos y las emociones también se pueden racionalizar.) ¿Ya lo encontraste? Ahora, abre tu boquita.

¿Será, entonces, la cursilería, otro síntoma más del subdesarrollo?

(Confieso que me gusta que mi novio me regale flores. A lo mejor porque es el primero y único que lo ha hecho.)

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Creo que con los años me he vuelto cada vez menos espontánea y más racional. Qué lástima. Lagrimitas por esa sara que en ocasiones de lucidez veo claramente que muere despacito, pero a la vez tan rápido.

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Me encontré por ahí en un blog una frase de Nietzsche que dice "Sólo lo que no cesa de doler, permanece en la memoria". Me rehúso, me rehúso firmemente a concordar con esa oración. Yo diría, más bien, que lo que está en la parte más superficial de la memoria es lo que más duele, lo que facilitamente recordamos. No obstante, y gracias a la Santísima Trinidad, buscando (a veces un poquito y a veces en un arduo viaje) entre el polvo del ayer nos encontramos con una infidad de cosas, varias de las cuales nos arrancan sonrisas imprevistas. *Me resisto a darle protagonismo a los que me han herido sobre... todos los demás*

lunes, 27 de julio de 2009

¿Qué sería de mí sin mis conocidos y sin la electronicidad?

Gracias a Eunice descubrí que los dos portales de correo electrónico más populares tienen en su nombre sexo de forma subliminal: (punto)G Mail y (I'm)HOT Mail.

Y gracias a mi noviecito descubrí un nuevo tópico de reflexión: ¿cómo es que he vivido toda mi vida sin una dirección de correo electrónico que termine en @tepicmail.com?

N'hombre, eso de la tecnología es OTRO pedo... Mi hermana mayor dice que tuvo su primera cuenta de mail en la universidad; mi hermano mayor dice que en la prepa y yo digo que cuando me gradué de la primaria. Jijijí, recuerdo que mi primer mail era súper ultra top ñoño: saracarolina2000@hotmail.com Ooohhh, aquellos hermosos y ni-tan-lejanos tiempos!!!

Ya no tengo diarrea pero, por lo visto, sigo atolondrada.

¡Ay, mi racha de posts malos!

domingo, 26 de julio de 2009

A pesar de que me ando muriendo, estoy de buen humor

Y vengo aquí a decirles que encontré mi vocación, mi verdadera misión en esta vida putrefacta e incierta:

Tengo que ser gitana. Con esto viene, por supuesto, tocar el pandero y estar sexy. Pero yo no les voy a pedir míseras limosnas por las calles de Guadalajara o los pasillos del ITESO. Me voy a mantener de conquistar a hombres despistados con mis bailes sensuales acompañados del pandero. Además dice la Wikipedia que en México nomás hay como 15 mil, entonces a lo mejor me da caché ser diferente.

Y además, de ahora en adelante, como muestra de afecto, le voy a decir a todos aquellos a quienes más quiero "te odio con odio jarocho". Me parece una frase taaaaaaan bonita que en vez de insulto parece cumplido. Y si se cambia lo de odio por amor, suena demasiado cursi.

No, creo que no estoy de buen humor. Estoy atolondrada de tanta diarrea y fiebre.

jueves, 23 de julio de 2009

Mis recomendaciones musicales de la semana

San Pascualito Rey.
Adele.
Neko Case.

Ando nostálgica pues (además de amargada), qué querían. Nomás díganme qué les parecieron.

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ACTUALIZACIÓN:

¡¡¡Dios mío!!! Me topé con esta foto en la Interné y ¡¡miren cómo se parecen los mexicanos a los japoneses!!
La de la derecha podría pasar perfectamente por empleada de Fábricas de Francia, un banco o cualquier otro lugar laboral mierda que se imagine usted que obligue a las empleadas a vestirse así. N'hombre, si hasta el sentado púdico está bien mexicanón.
Y qué me dicen de la chica de la izquierda. Mi máxima inspiración en moda (y lo digo sin sarcasmo, de verdad). Se ve que lo que trae puesto es caro pero le vale un sorbete combinarlo y se queda getona en el tren totalmente desparramada. Tal vez allá todos crean que es fashion y mientras aquí pasaría por naca. Lo que de veras hace la diferencia entre esos japoneses y nosotros los mexicanos es que su metro se ve bien nice.

miércoles, 22 de julio de 2009

Ash

Acabo de ver la película Diez cosas que odio de ti (sí, hasta ahora) y a pesar de que debería estar en un humor del tipo "aaaaaaaaaaayyyy, el amoooooorrrrrr", no puedo evitar postear que no sólo no creo en eso de "el amor de mi vida" sino que creo que en prácticamente casi cualquier ciudad del MUNDO ENTERO hay alguien con quien podrías hacer un clic maravilloso. (Eso no quiere decir que no haya una persona con la que te acomodas bien chido y pasas muchos años o toda tu vida. Lo que quiere decir es que podrías haber hecho eso mismo -acomodarte chido y pasar mucho tiempo juntos- con alguien más.)
(Ahórrense preguntarme si conocí a alguien nuevo o si ya no ando con mi hombre. No he conocido a nadie nuevo y quiero mucho a mi hombre.) (E incluso si conozco a alguien nuevo, eso no quiere decir que vaya a dejar a mi hombre por ese otro hombre.) (Porque quiero mucho a mi hombre y aunque podría acomodarme chido y pasar mucho tiempo con otro hombre, estoy feliz con el mío.)
Fin.
Ash.
Ay, no entiendo nada del amor.

domingo, 19 de julio de 2009

Los resultados de la encuesta (post atrasado. Disculpas, disculpas)

Bueno, he aquí los resultados y la publicación de nada más y nada menos de la verdad de cuál de las frases es mía.

1. Ganó con 5 votos (41%) la frase "En la cama no se habla de filosofía". ¿Qué pasa? ¿Es que creen que todo en mi vida gira alrededor del sexo? ¿Me creen muy cachonda o qué? Pues noo, fíjensen. La frase es de Rubem Fonseca y viene en el cuento titulado "Ella", que a su vez está integrado en una recopilación de cuentos llamada "Ella y otras mujeres", todos autoría del brasileño. Buenísimo, se los recomiendo harto.

2. Con 2 tristes votos finalizó la de "No debemos permitir nunca que el futuro se hunda bajo el peso de la memoria". Muchas gracias a es@s dos (16%) que votaron por esta frase, porque a mí me parece magnífica y OJALÁ fuera yo la autora. Pero no. Es de Milan Kundera y está en "El libro de la risa y el olvido". Este libro está TAN bueno que puedo decir que me cambió la vida. Así, machín.

3. "La aventura no está en los lugares sino en los turistas" es la mía. Verdaderamente es la más chafa, ¿cómo es que no se dieron cuenta? Es cosecha de mis horas de reflexión en Canadá. Fueron tres (25%) los astutos que acertaron.

4. La última, "Hoy fue un día feliz; sólo rutina", está también en uno de los libros que más me han impactado, La Tregua, del recién difunto Mario Benedetti.

¡Gracias, gracias, a los 12 participativos! Yyy... perdón por la tardanza para todos aquellos que se morían de curiosidad por saber la verdad. Mop.

domingo, 12 de julio de 2009

"Me dicen el Malavida" parte I y Recomendación amorosa No. 2

Primero la recomendación.

Terminar una relación con alguien es como ver una película completa. Tienes que conocer el final, vivir la historia hasta agotarla. Es lo que comúnmente conocemos como cerrar el círculo. Si no lo haces te puedes quedar con una curiosidad infatigable y molesta por saber qué pudo haber pasado, qué iba a pasar. Cuando anden en las últimas en una relación, asegúrense de terminarla por completo. No se queden con dudas ni con ganas de decir ni hacer nada. Y si están por comenzar una nueva, asegúrense de preguntarle al otro "¿cerraste el círculo anterior?" porque si no se pueden llevar verdaderos chascos, desde que te comparen con la ex pareja hasta que de plano te dejen por volver con ella, pasando por una ligera indiferencia o abstracción del otro que te lleve a pensar que probablemente está pensando en el/la ex. Entonces recuerden: dejar un círculo abierto o una película incompleta puede llevar a esa desastrosa e indeseada situación donde la mente nos tortura con las miles de posibles conclusiones.

Ahora, la primera parte de un cuento que estoy escribiendo: "Me dicen el Malavida".


Yo crecí acompañado de una madre de voluntad férrea. Son tres las principales cosas que recuerdo de ella: trabajó muy duro toda su vida, caminaba con la espalda muy erguida y la frente en alto, y siempre fuimos sólo ella y yo. Esperanza (su nombre de pila) me inculcó que en la vida hay que concentrarse en aprender y no distraerse en amar, pero como esto último es casi inevitable, entonces también hay que aprender de ello.

En realidad fueron muy pocas las veces en que sentí curiosidad por saber quién había sido mi padre, y muchas menos las ocasiones en que mi madre habló de él. Cuando estaba en su lecho de muerte, sin embargo, sintió la urgencia de darme la última y definitiva referencia sobre el hombre a cuyo semen le debía mi concepción. “Todos lo conocen como El Malavida y lo vas a encontrar en Villa Zapata”. La verdad es que cuando me lo dijo sentí una gran indiferencia.

Pasaron algunos meses y yo corté con Socorro, mi novia de aquel entonces. Más bien, Socorro me dejó a mí. Desconsolado, desempleado y huérfano, pensé que tal vez no sería tan mala idea ir a buscar a mi padre. Cuando uno no tiene una meta en la vida, cualquier objetivo, por más fugaz que sea, parece una buena misión.

Primero que nada busqué en Google “Villa Zapata” y me arrojó varios resultados que tenían que ver con la revolución, con agrarismo y con hoteles ecológicos caros. Nada de lo que yo estaba buscando. Después de haber revisado varias páginas y de sentir un poco desgastados los ánimos, me topé con el blog de una chica que decía haber visitado un pueblo en Nayarit llamado así. Su crónica no ocultaba la decepción que había sufrido, esperando encontrarse un rincón selvático mágico y toparse con una ranchería llena de cantinas y polvo. “Ya chingué” pensé, cuando me acordé que alguna vez mi mamá me había comentado que de joven había conocido algunos lugares bonitos en ese estado.

Tomé un camión del DF a Tepic que hizo más o menos nueve horas, que por cierto no sentí porque me fui dormido todo el camino. El único malestar que tuve en el camino fue una ligera preocupación justo antes de quedarme dormido por el hecho de no estar preocupado por lo que iba a encontrar o por cómo iba yo a actuar, qué iba a decir o hacer. Cerré los ojos y desperté en una central camionera fea, en proceso de remodelación y con poca gente, fea también.

Gracias a camiones, taxis y aventones fue como llegué a Villa Zapata. Había tanto polvo que se me metía por la nariz y se hospedaba en mis orejas; el Sol me aplastaba contra la tierra y el olor a vaca hacía más denso el aire.

En cuanto llegué a la plaza principal le pregunté a un hombre de sombrero y camisa desabrochada que si conocía al Malavida. El sujeto estiró el brazo y apuntó en dirección a un restaurante que tenía algunas mesas sobre la calle. En la única mesa ocupada estaban cuatro hombres jugando cartas. “Es el que tiene cara de espantado” me dijo. No estaba seguro si acercarme en esas circunstancias pero en vistas de que sólo a eso iba y de que no había nada que hacer en ese pueblo, decidí comenzar la marcha hacia la mesa donde el hombre que era mi padre estaba perdiendo, aparentemente, hasta los huaraches.

¿Es usted el Malavida?, le pregunté al más consternado, y apenas terminé de pronunciar el mote cuando el ranchero ya se había puesto de pie y había sustituido la mueca de desesperación por una sonrisa ancha mientras me daba su mano para estrechar la mía. “Yo mero, joven, ¿pa’ qué soy bueno?” me respondió muy amable. Tan amable que hasta sentí un chiflón de orgullo de pensar que le debía la vida a ese tipo. “Me gustaría hablar un momento a solas con usted” le pedí. “Ahorita mismo, joven, vamos” y tomó su sombrero y caminó conmigo pasos presurosos, huyendo del trío avorazado que quedaba atrás con su desacuerdo.

Con calma y plantado frente a él pude ver con detalle su peculiar aspecto. Lo que primero saltó a mi vista fue el hecho de que no tuviera cejas; después, que no tuviera los cuatro dientes superiores delanteros. De ahí en más, su cuerpo, incluida la cara, era un lienzo de cicatrices de distintos tamaños y formas. Mientras yo lo observaba, El Malavida me correspondía con una mirada curiosa y paciente, casi agradecida. Me imagino que no todos los días lo salvaban de una apuesta fracasada.

“Creo que usted es mi padre” le escupí a bote pronto. (Socorro siempre se quejaba de mi falta de tacto.) El hombre, contra todo lo que yo pude haber esperado en esas milésimas de segundo entre mi frase y su reacción, sonrió ampliamente y contestó “con que ha llegado el día”. Yo fruncí el ceño y él me explicó “hace algunos años fui a ver a una bruja curandera y me dijo que tenía un hijo y que un día iba a venir a verme, pero no supe yo si creerle porque también me hizo dizque una limpia pa’ que mi suerte mejorara y mi suerte sigue igual de mala, entonces no supe si lo del hijo iba a ser cierto”. Yo no sabía qué decir y él seguía sonriendo y asintiendo con la cabeza, sujetándome en silencio con la mirada. “¿Y cómo diste conmigo, muchacho?” me preguntó después de un minuto que duró una hora. “Mi madre me dio sus datos” “¿Entonces rompió su promesa la Esperanza?” “¿Qué promesa?” “La de nunca decirte nada de mí hasta que se fuera a morir” “Vaya –pensé-. No, no la rompió –respondí” “¡Cómo! ¿Entonces ya se me murió la Esperanza?” No estuve seguro a qué se refería y me limité a contestarle “se murió mi madre”. Ahora lo pienso y todo tiene sentido, las cosas pasaron como pasaron porque así tenía que ser para ese par que éramos entonces mi padre y yo: el uno sin esperanza y el otro sin madre.

sábado, 11 de julio de 2009

Jujujú, jijijí

Ayer fui a una fiesta a la que me invitaron y, bueno, muy padre. Primero que nada, me transformé físicamente: me puse toda fresita y bien arregladita, con vestidito, taconcitos y maquillaje; así, irreconocible. Mi papá no me vio pero probablemente hubiera visto, transtornado, mi cambio, y hubiera gritado algo así como "¡por todas las almas del purgatorio, esta no es la hija que no consiguió empleo en Canadá por ser un adefecio y/o por tener mala presentación!" (Pa' quien no sepa de qué hablo, aquí.) En fin, fue algo así como She's all that pero sin la caída en las escaleras (a Dios bendito gracias) y con los lentes puestos.

Total que fue un fiestón loco de aproximadamente 300 invitados, de los cuales yo no conocía a 295, pero entre los cinco changos que sí conocía se encontraba el güey más chistoso del universo: Eva (se apellida Evangelista pero todos le decimos Eva desde tiempos inmemoriales). Él es, este de aquí (a esas alturas de la noche no estaba yo ya tan glamurosa, entiéndanme):

Bueno, pues hace mucho que no me reía tanto. Pero lo que sí fue novedad es que nos estuvimos pitorreando (burlando, pa'l que ignore el significado de este gran verbo) de todos los compañeros, profesores y situaciones desde la primaria hasta la prepa.

Ay, ay, qué buena noche la de anoche.

Bueno, bueno, en otras cosas, una recomendación: No publiques, lector dueño de un blog, tus más grandes deseos. Los amorosos, al menos. Por ejemplo, "ay, a mí me encantaría que un güey súper cute me tomara de la mano y me mirara a los ojos y me dijera 'wow, eres top the best'"porqueeee hay que recordar que Internet es una cosa muy loca y qué tal que un día el güey súper cute encuentra tu blog y le encanta y lee todas tus entradas y se topa con esa donde dijiste tu sueño dorado y se convierte en tu acosador y un día hace lo que es tu sueño; entonces te vas a topar con tres alternativas:
1. Pensar: no mames, qué loco, este güey es perfecto, justo lo que quería... Mmmm... muy sospechoso, mi mamá me dijo que eso no existe... ¿habrá leído mi blog y será todo una farsa?
2. Concluir: no mames, seguro que este güey leyó todo mi blog y me acosa y esto es falsísimo y qué pinche miedo me está dando.
3. Creerle: ¡¡¡¡¡ay, amor de mi vida, dame siete hijos!!!!! Pero luego pasa el tiempo y el vato sólo era un acosador cualquiera y te jodes.
(Aplica también con los hombres, porque déjenme decirles que también hay acosadoras mujeres, oh sí.)

Ahora, otra cosa. Una pregunta. ¿¿¿No se han puesto a pensar en la gran responsabilidad y estrés que implica ser el primero en la línea de coches que esperan la flecha para dar vuelta a la izquierda??? Todos los carros que están atrás de ti están despistados y platicando o escuchando música o anotando en su libretita todas las cosas que quieren publicar en el blog para que no se les olvide y esperan a que el de adelante se mueva para darse cuenta de que ya está la flecha y ellos a su vez moverse. Pero TÚ eres el de hasta más adelante, entonces tienes que estar pendiente del semáforo para cuando aparezca la flecha rápido meter clutch, primera, meter el acelerador mientras sacas el clutch y avanzar hacia tu destino. Porque claro, es muy sabido de todos que las dichosas flechas no duran tanto. Entonces, si te duermes en tus laureles, ¡se escapa el preciado tiempo para dar vuelta y entonces, en el peor de los casos, todo se quedan atorados donde mismo y cuando se quita la flecha y todos se dan cuenta que ya pasó mucho tiempo de estar detenidos te comenzarán a pitar con encono por no haber cumplido cabalmente con tu obligación de ser el que avise a los demás que ya es hora de avanzar! Ay, qué estrés.

Yyyyy, aquí la última cosa. Una chaquetilla mental. ¿A poco no estaría bien padre vivir en un mundo donde los atos y los bochos sean los que te rebasen, por izquierda o por derecha, no importa (porque son muy intrépidos) y que en cada esquina te encuentres bmw, mercedes y audis tirados porque son de mala calidad o están bien viejos? La chaqueta mental no me dio para formarme una opinión sobre los dueños de carros término medio, como yo misma.

miércoles, 8 de julio de 2009

De repente, dudas que me asaltan

1. ¿Tendrá algo que ver que los verbos "perdonar" y "olvidar" en inglés tengan que ver con "dar" y "obtener"? Ya saben... perdonar=forgive (for-give) y olvidar=forget (for-get). ¿Podremos aprender algo de ello los hispanohablantes?

2. ¿Por qué, Cristo Redentor, son los publicistas tan malos en ortografía y redacción? Chequen este anuncio. ¿Se dan cuenta que la palabra que necesitaban no era "admitir" sino "reconocer"? ¿Por qué coños no consultan un diccionario antes? (Ay, qué dilema. No puedo explicar por qué, pero algo me dice que así es. ¿No son únicamente las culpas las que se admiten? Quizá esto es pura mamada mía. Me urge, en definitiva, averiguar la connotación de admitir. ¡¡Pero aún así hay muchos ejemplos de mala publicidad y me siguen cagando!!)

3. ¿Cómo será la vida de las azafatas? ¿Se sentirán ciudadanas del mundo? ¿O si les preguntas de dónde son te responderán "de AirFrance" o "de Iberia"? ¿Será doblemente importante para ellas estar guapas/jóvenes, tanto para la buena presentación como para tener ventaja en el machista juego en que los pilotos escogen a las mejores candidatas para cogérselas? ¿Existirá esa decadente dinámica que el simple pasajero no puede ver? ¿Serán todos los pasajeros simples? ¿Y a quién carajo se le ocurrió que los asientos de los aviones tienen que ser de dimensiones apropiadas para pitufos y no para seres humanos?

4. ¿Será que los países conocidos como "subdesarrollados" en realidad no lo sean tanto y la verdadera lógica de los baches sea fungir como contra-topes, obligando así al conductor a reducir la velocidad sin necesidad de hacer un gasto en topes? Muy astutos, hay que admitir. En definitiva, un inteligente uso de nuestro más preciado recurso: el agua, en forma de lluviecita.

5. ¿De dónde sacan los autores de los libros gordos y muy buenos, tiempo para escribirlos? Por ejemplo, los que estoy leyendo ahorita: Cien años de soledad y México ante Dios. Ambos son personas inteligentes con muchas cosas que hacer, me imagino yo. Siendo así, ¿cómo le hacen? ¿Tienen chance de dormir, de hablar con sus esposas (incluso tal vez tiempo para hacer el amor), de leer el periódico, de desayunar, comer y cenar, de concertar y acudir a juntas y reuniones, de escribir cartas y correos electrónicos a quién sabe quién para quién sabe qué? Que alguien me explique, por favor.

6. ¿Por qué rechingada razón no hay tren en México que me lleve a mi noviecito en menos de las ocho horas que hago en camión?

¡¡¡¡Y no son todas!!!!

domingo, 5 de julio de 2009

Ay, ay, ay

¿Pues qué le puedo decir, lector?

Llegué al DF el lunes y el martes festejé con mi noviecito su cumpleaños. Si usted lo conoce y olvidó felicitarlo, hágalo ahora; mejor tarde que nunca.

Llegué a Tepic el miércoles y he hecho las cosas que tanto anhelaba: comer sushi, dormir rico, ver a mi familia y pasarme todo el día leyendo, como gato intelectual. No he ido al cine. Ay, qué frustración la mía. No he ido a la playa tampoco. Ay, qué tristeza la mía. Pero he tomado mucha nieve deliciosa. Ay, qué gula la mía.

La falta de novedades chubidubis me habían impedido postear, así que... ¿pues qué le puedo decir, lector?

Sólo hay algo nuevo: se me ocurrió hacer una encuesta y aquí la tiene usted, a la derecha. Contéstela, si le da la gana (y si no también, ya sé que está un poco lela, pero tengo mis razones -que prefiero no publicar- y a usté qué le cuesta).

Ay, no. Se acaba la internacionalidá y yo me quedo sin gracia.